Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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jueves, 4 de enero de 2018

Argentina: Cuando el pueblo se levanta: un centenar de asambleas defienden la tierra y el agua



"Somos el pueblo”. Laura Ortiz aclara que, al igual que sus compañeros, no tiene un cargo en la Asamblea No a la Mina, de Esquel: “Somos una asamblea horizontal.” La historia de las asambleas populares de la Argentina, multiplicadas en este milenio por causas ambientales, tiene su piedra basal en esta ciudad chubutense al pie de la Cordillera, donde el 82% de sus 40 mil habitantes se manifestó en contra del emprendimiento minero que quería explotar sus tierras. 

Este mes los encuentra celebrando los 15 años de lucha. El 4 de diciembre de 2002, más de 4000 personas salieron a la calle en rechazo al anuncio del gobernador de ese entonces, José Luis Lizurume, quien había augurado que para enero de 2003 iba a estar cortando la cinta de la flamante mina de Esquel. Desde ese entonces, todos los 4 marchan por las calles, como todo ritual, para que quede impregnado en la memoria. “Fue un antes y un después. Todos salimos a defender la vida. Hoy está Yamana Gold, pero no puede ni va a poder explotarla. Somos un ícono histórico, no van a poder”, reafirma Laura. En estos años lograron leyes a favor, como la 5001, aunque la lucha continúa.

El ejemplo de Esquel dio paso a otras diez asambleas en Chubut. En todo el país son casi un centenar. Para recordar la lucha, cada año suben al cerro Calfu Mahuida o Cerro 21, ubicado al noreste de la ciudad, con sus gigantes 2100 metros de altura, observándolos de pie. Cuando llegan, toman el agua pura que la montaña les sigue dando.


En San Juan no la tienen fácil. Si hasta los libros infantiles que se reparten en las escuelas promocionan la megaminería con personajes como la gota Carlota. Pero la Asamblea Jáchal No Se Toca resiste desde el 15 de septiembre de 2015, cuando quisieron extraer uranio en la zona protegida de La Ciénaga. La figura a defender es el Cerro Veladero, y el actor principal es la Barrick Gold. Entre 2015 y 2016 tuvo tres derrames, lo que motivó causas judiciales aún en proceso.

Desde aquél día, instalaron una carpa frente al municipio. “Tenemos un sólo objetivo: cierre, remediación y prohibición de la mina Veladero. Son muchas las empresas que se quieren instalar en las cuencas de nuestros ríos. Nos quieren dejar sin agua”, remarca Nora Torres, docente y parte de la Asamblea. En estos dos años de gobierno, Cambiemos aumentó los beneficios a las grandes mineras, que ya habían gozado de un buen pasar en la gestión kirchnerista. No sólo les quitó las retenciones y les permitió libre disponibilidad de divisas, sino que en ferias internacionales del sector promueve las bondades de sitios del país para “ser explotados”. Uno de los que figuró en los folletos oficiales es Famatina, La Rioja, cuna de la lucha ciudadana que logró que se prohíba la instalación de mineras.

Malvinas Argentinas es una pequeña localidad ubicada al noreste de Córdoba, casi pegada a la capital provincial. La zona es el epicentro de la soja. El principal capítulo de su historia se escribió hace apenas cuatro años, cuando el 18 de septiembre de 2013 un grupo de vecinos de este pueblo de 12 mil vecinos organizó un acampe bloqueando la construcción de una de las plantas de acondicionamiento de semillas de maíz transgénicas de Monsanto más grandes del mundo. Meses antes se había constituido la Asamblea Malvinas Lucha Por La Vida. El primer paso fue concientizar a la población: “Cuando anunciaron la planta ni yo sabía bien qué era Monsanto. Se trajo al especialista Raúl Montenegro a dar una charla y fueron 300 personas”, cuenta Gastón Mazzalay, que tenía 21 años cuando arrancó el conflicto. “Después lo principal fue el boca en boca”. El mayor ejemplo lo dio el carnicero Gastón, que repartía a sus clientes las copias del documental “La vida según Monsanto”, de la periodista francesa Marie-Monique Robin.


En febrero de 2014 detuvieron por vía legal las obras, que habían llegado a concretarse en un 20 por ciento. Un pequeño poblado se enfrentó a un gigante mundial, hoy fusionado a Bayer. Y le ganó. Este año, la intendenta Silvina González (UCR) confirmó que el predio fue vendido a una empresa de obra. Constituyó el primer caso perdido por la empresa en la Argentina, y un ícono de la resistencia para otros movimientos similares contra la firma en otras latitudes del Planeta. Lo que aún perduran son las marcas de agroquímicos en sangre. La problemática creció tanto en el corazón del país que se constituyó la Asamblea Regional de Pueblos Fumigados, con vecinos de 50 lugares diferentes de la Región Pampeana y el Litoral.

Esquel, un ícono contra la quimera del oro
“Somos una asamblea horizontal, no tenemos autoridades ni representantes”, dice Laura Ortiz, de la Asamblea No A La Mina, de Esquel. “Fuimos los primeros que nos plantamos en el país de esa forma. Sabemos que siempre va a estar latente la posibilidad de que quiera venir una empresa a instalarse, hasta que algo les dé más dinero que el oro. Pero somos un ícono histórico, no van a poder”. Ayudados por las redes sociales, están en contacto permanente con otras asambleas y reciben consultas de todas partes del mundo. “De idiomas que no manejamos, preguntándonos cómo empezar su lucha. Ya no nos sorprende”.


Al igual que gran parte de sus compañeros y vecinos, Laura tiene sangre mapuche de sus antepasados. La actualidad represiva no le es ajena a la asamblea. “Aunque son luchas paralelas, en el fondo es lo mismo. Van a atacar por donde sea. Acá las grandes mineras no pueden entrar, entonces les molestamos, y mucho. Y eso los pone nerviosos. No por nada toda la zona está militarizada. Hasta pusieron un juzgado federal en el mismo lugar físico donde funcionó la primera minera que llegó acá. El problema es que están creando un monstruo con las acusaciones de ‘terrorismo’, y a vecinos que antes te saludaban en el supermercado hoy se los incita a estar de un lado o del otro”.

“El agua es más importante que el oro”, es uno de los lemas de la Asamblea. Completa Laura: “Muchos crecimos sabiendo que había oro en la montaña, se decía como algo normal. No pueden entender que estamos viviendo arriba del oro y no lo queremos explotar”.

Jáchal, en defensa del agua cordillerana
“Todo lo que hacemos es por la venta de canastas familiares. La gente te dice: ‘¿Es para la asamblea? Tome’. No les importa el número, el precio, nada, ahí nos damos cuenta de que la gente está con nosotros”, sostiene Nora Torres, de la Asamblea Jáchal No Se Toca, en la parte cordillerana de San Juan. La lucha principal es contra la Barrick Gold en la mina Veladero, donde se produjeron tres derrames en un año.


Conforme con el reciente fallo del juez Casanello, que procesa a ex funcionarios de Ambiente por incumplir la Ley de Glaciares, Nora recuerda que, según información oficial de la cartera que conduce Sergio Bergman, al menos 44 proyectos mineros se ubican en glaciares, 31 de ellos en San Juan.

La causa por los derrames de la Barrick también sigue su curso judicial, aunque con lentitud previsible. La firma continúa operando. “Acá en Jáchal no nos querían tomar ni siquiera el testimonio, menos aún como querellantes”, continúa Nora. En dos flamantes adquisiciones (Pescado y Yanso), la compañía Golden Arrow ya está haciendo estudios para extraer oro y plata. “En Yanso busca tomar el agua del mismo acueducto del cual nos llega a nosotros. Lo peor es que se han hecho análisis sobre esas aguas subterráneas y comprobamos que están apareciendo metales pesados de forma progresiva, y se empiezan a ver malformaciones en los chicos que nacen. Pero los funcionarios no lo relacionan a la minería y nadie nos escucha, estamos invisibilizados”.
 
Malvinas Argentinas, un freno a Monsanto
“Desde que supimos lo de la planta de Monsanto definimos un plan de lucha en el plano judicial y político y en la calle. Fue una combinación estratégica que hizo la diferencia para que triunfáramos”, comenta Gastón Mazzalay, miembro de la Asamblea Malvinas Lucha Por La Vida. “Eso fue llevando a desenmascarar las mentiras de la empresa, y al gobierno a tomar la decisión que tomó. La primera mentira eran las falsas promesas de los avances en el pueblo. Iba a ser una planta totalmente automatizada, con pocos puestos de trabajo y sobre todo mano de obra calificada de afuera. La otra mentira era la ambiental. Decían que iban a usar la misma cantidad de agua que cuatro familias tipo, cuando en el estudio de impacto ambiental se comprobó que usaría alrededor de 100 mil litros de agua”.


Inmediatamente empezaron a tener apoyos locales e internacionales, desde el Papa y Adolfo Pérez Esquivel hasta Ricardo Mollo. Mientras tanto, se hicieron análisis de sangre, “porque Malvinas ya era un pueblo fumigado. Y vimos presencia de al menos un pesticida o insecticida en la mayoría de las personas”, denuncia Gastón. “La empresa subestimó al pueblo. Empezó a construir sin un estudio de impacto ambiental, lo que motivó que la justicia nos diera la razón. Lo nuestro representó una victoria para muchos habitantes de la provincia. Y después en Río Cuarto también le prohibieron a Monsanto hacer una planta experimental. La verdad, no logramos dimensionar la magnitud de lo que logramos”.

Fuentes: https://www.tiempoar.com.ar/articulo/view/73161/cuando-el-pueblo-se-levanta-un-centenar-de-asambleas-defienden-la-tierra-y-el-agua -
Blog del Proyecto Lemu – 4 de Enero de 2.018

jueves, 19 de octubre de 2017

La Wiphala y la Soberanía Alimentaria


miércoles, 18 de octubre de 2017

"Monsanto papers": denuncian que influyó en organismos internacionales para ocultar los efectos cancerígenos del glifosato

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de las Naciones Unidas probó los efectos nocivos que las instituciones de EEUU y Europa no tuvieron en cuenta
En cuatro décadas, la versión oficial nunca había cambiado: el glifosato no era cancerígeno. Esto es lo que concluyen las mayores agencias reguladoras responsables de evaluar la peligrosidad de un producto antes y después de su comercialización: la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) en Europa, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA).
Pero en marzo de 2015 otra organización, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de las Naciones Unidas (ONU), llegó a la conclusión opuesta. Para esta institución de referencia, el herbicida –el producto estrella de Monsanto y el plaguicida más utilizado en el mundo– es genotóxico, cancerígeno para los animales y "probable carcinógeno para el hombre".
¿Cómo explicar tamaña divergencia? La mayoría de los observadores citan una razón importante: para hacer sus hallazgos, las agencias dependen en gran medida de los datos confidenciales proporcionados por… Monsanto, mientras que el IARC no tenía acceso a estos datos. En otras palabras, la decisión que favorece al glifosato se basa esencialmente en los resultados de la empresa que la fabrica. Una experiencia "científicamente errónea"
Un reconocido toxicólogo denunció esta situación: Christopher Portier, ex director de varias instituciones federales de investigación de Estados Unidos y socio en el IARC. Gracias a la insistencia de eurodiputados y a varias ONG, es el único científico independiente que ha podido averiguar los famosos datos ultra-secretos.
Así, se descubrieron problemas que habían pasado desapercibidos. El 28 de mayo de 2017, Portier le escribió al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: para él, sin duda, la investigación de las agencias europeas, realizada esencialmente sobre la base de elementos transmitidos por Monsanto, es "científicamente errónea". De hecho, pasaron por alto ocho casos de aumento de la incidencia de ciertos tumores asociados con glifosato. Las agencias han refutado en bloque y estalló la polémica.
¿A quién creerle? Para intentar responder a esta pregunta clave, Le Monde indagó en los "papeles de Monsanto", decenas de miles de páginas de documentos internos que la firma tuvo que hacer públicas en el marco de una acción colectiva llevada a cabo en los Estados Unidos por 3.500 denunciantes.
El estudio de estos documentos trajo algunas respuestas preocupantes ya que arroja alguna luz sobre cómo las agencias reguladoras utilizan los estudios secretos –y a veces sospechosos– de la industria. Esto conduce principalmente a cuestionamientos sobre la integridad e independencia de los informes oficiales sobre el glifosato.
El glifosato acaba de ser clasificado como “probable carcinógeno” por la agencia de las Naciones Unidas
En Bruselas, algunos funcionarios toman la cuestión en serio. De hecho, en mayo de 2017, el eurodiputado checo Pavel Poc (Socialistas y Demócratas) organizó una reunión pública sobre el tema, bajo los auspicios del Parlamento Europeo. Ese día, Peter Clausing, toxicólogo alemán asociado a la ONG Pesticide Action Network (PAN), lanzó una bomba: un estudio presentado por los industriales, que mostró un aumento en la incidencia de los linfomas malignos en los ratones más expuestos al glifosato ha sido indebidamente ignorado por la EFSA, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Teniendo en cuenta que este estudio no era confiable, la agencia no tomó en cuenta sus resultados, pero es probable que alertara sobre los peligros de este producto.
En su informe de expertos de noviembre de 2015, la EFSA se justificó: "Durante la segunda teleconferencia de expertos, el estudio se consideró inaceptable debido a infecciones virales que podrían influir en la supervivencia de los animales, así como en la incidencia de tumores, en particular linfomas".
Según la agencia, ciertos virus llamados "oncogenes" pueden causar tumores en animales de laboratorio. Los ratones utilizados para este estudio llamado "Kumar, 2001" contrajeron un virus de este tipo (no relacionado con el glifosato), difuminando los resultados.
"El gran problema es que no hay ningún documento que mencione el hecho de que una infección de este tipo realmente afectó a los animales", refutó el toxicólogo Peter Clausing. "Lo que se encuentra en los informes preliminares de la evaluación del glifosato es que este tipo de infección es posible, pero no que se haya producido. Lo que primero se describe como una posibilidad, se convierte –después de la "teleconferencia"– en un hecho", se indigna el especialista.
¿Qué pasó en esta "teleconferencia" que inhabilitó el estudio? El 29 de septiembre de 2015, se desarrolló la importante cita telefónica que reúne a expertos de varias agencias. Los participantes incluyeron un representante de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, EPA, Jess Rowland. Es él quien supervisa la reevaluación del glifosato en los Estados Unidos. Y aseguró que durante el estudio hubo una infección viral que invalidaría el "Kumar, 2001". Consultado por Le Monde, EFSA confirmó la intervención pero aseguró que "la información presentada por la EPA durante esta teleconferencia fue verificada independientemente" por sus propios expertos.
La ONG con sede en Bruselas Corporate Europe Observatory presentó una solicitud de acceso a los documentos internos de la EFSA para clarificar los dichos de Jess Rowland. La respuesta fue contundente: no hay ningún rastro en los archivos de la agencia que verifique las afirmaciones de Rowland.
Es más, la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos, ECHA, en su propio informe sobre glifosato asegura que el estudio "Kumar, 2001" no informa "sospecha de infección viral" de ratones y que "la verdadera base de la decisión de la EPA no se conoce".
Los documentos de Monsanto demuestran que la empresa está informada de lo discutido en esa teleconferencia. "Hablé de glifosato con la EPA", escribió uno de sus ejecutivos en un mensaje de texto a las 2:38 pm del día después.
Y eso no es todo, apunta el diario francés. En la sede de Monsanto, Jess Rowland no es un desconocido: su nombre aparece regularmente en los "papeles de Monsanto", especialmente en abril de 2015, mucho antes de la famosa reunión telefónica.
Aunque el glifosato acaba de ser clasificado como "probable carcinógeno" por la agencia de las Naciones Unidas (IARC), y su reevaluación está en marcha en la EPA, otra organización federal estadounidense, la Agencia de Sustancias Tóxicas (ATSDR), ha anunciado a su vez que ha iniciado su propia investigación.
Fuente: Infobae - 5 de Octubre de 2.017


viernes, 21 de abril de 2017

El Tribunal Internacional de Opinión de La Haya condenó a Monsanto. Culpable por daños a la salud y el ambiente, crímenes de guerra y ecocidio


Cinco jueces de distintos países encontraron culpable de contaminar a nivel mundial a la multinacional Monsanto. En La Haya, el jurado estuvo conformado por Eleonora Lamm (Subdirectora de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Mendoza), Dior Fall Sow (consultora senegalesa de la Corte Penal Internacional), Jorge Fernández Souza (Magistrado del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de México), el canadiense Steven Shrybman, y la belga Françoise Tulkens (ex jueza del Tribunal Europeo de Derechos Humanos). Tras evaluar las pruebas y testimonios halló culpable a Monsanto por el delito de ecocidio y violaciones de los derechos a un medio ambiente sano, a la salud, y a la alimentación. Además, por quebrantar la libertad científica.
El tribunal internacional popular que analizó en La Haya la historia de la multinacional Monsanto -comprada el año pasado por Bayer- encontró a la empresa culpable del delito de ecocidio, de crímenes de guerra, de violaciones de los derechos a un medio ambiente sano y equilibrado, a la salud y a la alimentación, y de quebrantar la libertad científica.

Monsanto, que desde principios del siglo XX ha comercializado productos altamente tóxicos, como el PCB, el 2,4,5-T, el herbicida Lasso y el famoso Roundup, elaborado a base de glifosato, fue sometida a un tribunal ético integrado por cinco prestigiosos jueces, entre ellos, la argentina Eleonora Lamm, subdirectora de derechos humanos de la Suprema Corte de Mendoza. Para ello, se utilizaron los mismos procedimientos que utiliza la Corte Penal Internacional de La Haya, pero la compañía se negó a participar.

La idea fue impulsada por más de mil organizaciones no gubernamentales de todo el mundo. Si bien el tribunal era simbólico, sus conclusiones empezarán a ser usadas en demandas a lo largo y ancho del planeta, y se usarán para intentar que se modifique el Estatuto de Roma y se incluya la figura del ecocidio.


Quizás lo más esperado fue justamente la conclusión en torno a ese tipo penal, el ecocidio, un término que empleó públicamente por primera vez en 1970 el biólogo Arthur Galston, cuya investigación en el Departamento de Botánica de la Universidad de Yale condujo a la invención del agente naranja. La conclusión de los jueces no dejó lugar a dudas. "Si el delito de ecocidio se reconociera en el derecho penal internacional, las actividades de Monsanto posiblemente constituirían un delito de ecocidio en la medida en que causan daños sustanciosos y duraderos a la diversidad biológica y los ecosistemas, y afectan a la vida y la salud de las poblaciones humanas", advirtió el fallo.

El primer punto tratado en el fallo es si Monsanto vulneró el derecho a un ambiente sano y equlibrado, que es una precondición para el ejercicio de todos los derechos humanos. Para ello, los expertos analizaron testimonios de investigadores que detectaron casos de malformaciones en Argentina y Francia causadas por el glifosato, enfermedades renales crónicas por la aplicación de Roundup en Sri Lanka y la suba de las tasas de cáncer en Brasil. También se mencionó la pérdida de diversidad y fertilidad de los suelos, la contaminación de las explotaciones agrícolas con transgénicos, y las deficiencias de salud de los cerdos alimentados con plantas modificadas genéticamente.

Se habló de la falta de información a las comunidades, fundamentalmente indígenas, en todo el mundo, la contaminación producida por la canola transgénica en Australia y Canadá, la imposibilidad de obtener un buen rendimiento en los cultivos de algodón modificado genéticamente, los intentos de Monsanto de monopolizar el mercado de semillas en la India, la fumigación aérea de glifosato en la guerra fallida contra las drogas y la contaminación con glifosato de las fuentes de agua en la Argentina, muy estudiada en el caso del río Paraná.

Frente a semejante nivel de pruebas, la conclusión fue tajante. "Monsanto ha incurrido en conductas que tienen efectos graves y negativos en el medio ambiente y han afectado a innumerables personas y comunidades de muchos países, así como a la salud del propio entorno, con las consiguientes repercusiones en las plantas y los animales y en la diversidad biológica", estimó el tribunal.

El segundo punto a tratar, el derecho a la alimentación, llama la atención porque el combo "siembra directa + transgénicos + agroquímicos" fue presentado desde el minuto cero como la tríada que pondría fin al hambre en el mundo, algo que no sólo no ocurrió, sino que, según el fallo, el mundo siempre estuvo en condiciones de producir alimentos para todos apelando a la agricultura tradicional.


En este caso se tuvieron en cuenta las producciones de arroz de Sri Lanka, que se volvieron arenosas y redujeron su rendimiento "de forma significativa", y el ensañamiento con el monocultivo en ese país, donde en algunas comunidades se reintrodujeron exitosamente variedades tradicionales de mijo, sésamo, hortalizas, frutas y cereales con las que se obtuvieron mejores cosechas. Debido al daño causado por los agroquímicos, en 2015 se prohibieron el Roundup y otros cinco productos en ese país.

El tribunal también destacó los "daños producidos en el suelo, en los nutrientes, que influyeron negativamente en las condiciones que requieren los cultivos, y en las corrientes de agua utilizadas para el mismo trabajo agrícola".

Además, tuvo en cuenta el testimonio de dos argentinos. Por un lado, el médico rosarino Damián Verzeñassi, quien señaló, en particular, que "donde anteriormente se habían producido alimentos, ahora había plantas transgénicas toxicodependientes que habían afectado a la producción lechera y ganadera". El otro es el productor Diego Fernández, que posee 150 hectáreas en Santa Fe y contó cómo lo afectó la producción de soja transgénica a partir de 1996, que cada vez requería un mayor uso de Roundup y desplazó al ganado. "Antes de la conversión del campo utilizaba 1 litro de Roundup por hectárea cada año; después de la conversión utilizaba entre 10 y 12 litros, lo que causó la compactación del suelo, la muerte de las raíces y una reducción de la actividad microbiológica. La compactación del suelo provocó también inundaciones porque el agua había dejado de filtrarse. Otra consecuencia que señaló fue la aparición de plantas invasivas resistentes a los herbicidas", recordaron los jueces. Hubo testimonios similares de agricultores de México, de la India, de Burkina Faso y de Bangladesh.

"Los testimonios citados revelan que, en todos los casos, se ha producido una vulneración del derecho a la alimentación de la que han sido víctimas los testigos y las comunidades, así como las personas mencionadas por los testigos", indicaron los jueces.

La afectación al derecho a salud fue posiblemente la más fácil de demostrar, ya que incluso hay jurisprudencia en varios países. En este punto fue muy sólida la exposición del médico Verzeñassi, quien dirige el Instituto de Salud Socioambiental, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario. El experto encabeza un proyecto titulado "Campamento sanitario" en cuyo marco se han realizado estudios en 27 localidades de cuatro provincias argentinas. Después de recopilar datos de 96.874 personas de dichas localidades, observó que en esas zonas hay altísimas tasas de una serie de enfermedades vinculadas al uso de cultivos de organismos modificados genéticamente y en la exposición al glifosato producido y comercializado por Monsanto.

Al respecto, los magistrados no sólo hicieron hincapié en los daños a la salud física, sino también la mental, y pusieron énfasis en los efectos perjudiciales del PCB, el glifosato y los transgénicos.

Otro tema que también se sintió de cerca en Argentina es la libertad indispensable para la investigación científica, una cuestión archiconocida por los ambientalistas en el país, a partir de las persecuciones que sufrió el fallecido médico Andrés Carrasco, luego de sus históricas investigaciones sobre los efectos del glifosato en animales vertebrados. En el Salón Illia del Senado, donde se siguió la transmisión de la lectura de la sentencia, hubo un cerrado aplauso una vez que se conoció el fallo y se invitó a su esposa, Alicia Massarini, a decir unas palabras.

Varios testimonios, al decir del tribunal, coincidieron en que "Monsanto ha empleado de modo habitual tácticas deshonestas, engañosas y opacas para conseguir la aprobación de sus cultivos obtenidos por ingeniería genética y sus herbicidas asociados". La empresa está acusada de operar para desacreditar y paralizar las investigaciones científicas y debates que suponen una amenaza para sus intereses comerciales.

Algunas declaraciones fueron elocuentes, como la del paraguayo Miguel Lovera, quien trabajó en el Gabinete del ex presidente Fernando Lugo, y que habló de sobornos a funcionarios y calumnias a los que osaban criticar. Y en particular, dijo que tras el desplazamiento de Lugo, "el control reglamentario efectivo de los productos modificados genéticamente y de los herbicidas dejó de existir y Monsanto tuvo libertad para introducir algodón, maíz y trigo modificados genéticamente, a menudo con consecuencias desastrosas para los agricultores locales y poniendo en grave riesgo las semillas autóctonas". Hubo testigos similares de Francia, Canadá y Alemania, entre otros.

El último tema que se analizó fue si Monsanto fue cómplice de un crimen de guerra, ya que fabricó el Agente Naranja que los Estados Unidos utilizaron durante la contienda bélica en Vietnam. El tribunal aclaró que "no se ha presentado ante el Tribunal ninguna evidencia relevante", pero aun así concluyó que "habría que dar crédito a la hipótesis de que se disponía de pruebas pertinentes en relación con los hechos de que Monsanto", porque la empresa "proporcionó los medios necesarios para la campaña estadounidense en Vietnam; sabía cómo se utilizarían sus productos y tenía información sobre los efectos perjudiciales para la salud y el medio ambiente".

Fuente
Infobae – 18 de Abril de 2017

martes, 24 de enero de 2017

OMS publica por qué el glifosato de Monsanto produce cáncer


Científicos presentaron evidencias que cinco pesticidas químicos usados como insecticidas y herbicidas: glifosato, malation, diazinon, paration, y el tetrachlorvinphos, son cancerígenos, informó el 20 de marzo de 2.015 la Agencia de Investigación sobre el Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial para la Salud ( OMS). Pueden causar el linfoma no-hodgkin, el cáncer a la próstata, el cáncer de pulmón además de daños en el ADN y cromosomas.
Estas pruebas se documentaron tras una evaluación que se hizo entre el 3 y 10 de marzo por 17 expertos de 11 países, sobre los estudios de carcinogénesis ya realizados sobre estos productos. Ellos publicaron un resumen de los resultados en la revista The Lancet Oncology, y un texto completo en el Volumen 112 de las monografías de IARC Monographs.
Como resultado se clasificaron como probables cancerígenos del Grupo 2A:
·         herbicida glifosato
·         insecticida malatión
·         insecticida diazinón
La clasificación 2A significa que se trata de productos "probablemente cancerígenos para los seres humanos”, dice el documento. Esta categoría se utiliza cuando a pesar de que hay pruebas de carcinogenicidad en humanos, éstas son aún limitadas por diversas razones adicionales, y cuando “hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en experimentación con animales”.
Como probables cancerígenos del grupo 2B resultaron:
·         insecticida tetraclorvinfos
·         insecticida paratión
El Grupo 2B puede darse cuando no hay pruebas convincentes de que el agente cause cáncer en los animales de experimentación, o bien cuando falta información sobre si causa el cáncer en los seres humanos.

Glifosato
Sobre el herbicida glifosato, hubo pruebas de "carcinogenicidad en humanos para el linfoma no Hodgkin", destaca el informe.
La evidencia corresponde a "estudios sobre la exposición, en su mayoría agrícola, en los EE.UU.,Canadá y Suecia, publicados desde 2001".
"Además, hay pruebas convincentes de que el glifosato también puede causar cáncer en animales de laboratorio", dice el documento de IARC.
En este sentido el equipo de evaluación expuso que, la Agencia de Protección (EPA) de Estados Unidos clasificó originalmente el glifosato como posiblemente cancerígeno para los seres humanos (Grupo C) en 1985. Sin embargo la EPA cambió su clasificación al grupo no carcinogénico para los humanos (Grupo E) en 1991.
Posteriormente, al analizar los estudios relacionados a estas evaluaciones, se señaló que los resultados del glifosato eran aún significativos como cancerígenos, utilizando dos pruebas estadísticas que recomendó IARC.
El grupo de IARC que llevó a cabo la evaluación destacó que hay "significativas pruebas" en los datos del informe de la EPA, y, "con varios resultados positivos más recientes se llegó a la conclusión de que es suficiente evidencia de que [el glifosato] es cancerígeno en animales de experimentación".
Además explicó que se observó que "el glifosato causó daño en el ADN y en los cromosomas de las células humanas, a pesar de que dio resultados negativos en las pruebas utilizando bacterias".
Incluso citó que un estudio realizado en las comunidades residentes, detectó "aumentos en los marcadores sanguíneos de daño cromosómico (micronúcleos), después de fumigaciones cercanas con fórmulas de glifosato".
El problema es que el glifosato tiene hoy el récord del “volumen de producción mundial más elevado de todos los herbicidas” y su mayor uso está en la agricultura.
“Su uso en la agricultura se acentuó desde la producción del maíz genéticamente modificado”, destacó la IARC
Pero también el glifosato, explicaron los analistas, es usado en fumigaciones forestales, urbanas y en los hogares.
"Se ha encontrado glifosato en el aire, en el agua y en los alimentos, luego de las fumigaciones”, dice la IARC.
En general la población está expuesta en los alrededores de donde se realizan las fumigaciones del agroquímico, en el hogar y en la dieta.
Malatión
Sobre el insecticida malatión se presentaron pruebas limitadas de causar en los humanos “el linfoma no-Hodgkin y el cáncer a la próstata”.
"La evidencia en humanos es de estudios sobre la exposición, en su mayoría agrícolas, en los EE.UU., Canadá y Suecia, publicadas desde 2001", destacó el equipo.
En estudios en roedores, el malatión también causó tumores, y daños en el ADN y en los cromosomas, a la vez que interrumpió las vías hormonales.
El Malation sigue siendo usado comúnmente en la agricultura y la salud pública, además del control de plagas residenciales y en jardines, por lo que los trabajadores que lo usan, así como las personas donde se aplican están afectadas.
"Se continúa produciendo en grandes cantidades en el mundo", señalaron los analistas.
Diazinón
Sobre el insecticida diazinón, se presentaron pruebas de causar en los humanos el "linfoma no-hodgkin y el cáncer de pulmón".
"La evidencia en humanos es a partir de los estudios de las exposiciones agrícolas en los EE.UU. y Canadá, que se publicaron desde 2001", afirma la IARC.
“La clasificación de diazinón en el Grupo 2A también se basó en un fuerte evidencia del daño inducido en el ADN o en los cromosomas", agrega en sudocumento.
El diazinon se usa en la agricultura y en el control de plagas de hogares y jardines. Desde el año 2006 el uso de diazinon tiene ciertas restricciones en Estados Unidos y Europa, por lo que su producción disminuyó. Se desconoce la magnitud de su uso en otros países
Tetraclorvinfos y paratión
Sobre cuál fue la base científica en la clasificación del tetraclorvinfos y el paratión los investigadores explicaron que se basaron en la "evidencia convincente de que estos agentes causan cáncer en animales de laboratorio".
El pesticida Tetraclorvinfos está prohibido en la Unión Europea, pero en los EE.UU. y posiblemente en otros países, se sigue utilizando en la ganadería y en los animales de compañía. Un uso citado son los antipulgas para mascotas, que incluyen este producto.
El paratión en cambio fue severamente restringido desde la década de 1980. Todos los usos autorizados se cancelaron en la Unión Europea y en EE.UU. en el año 2003. 
Escrito> Anastasia Gubin  

Fuente> La Gran Época - 25 de Marzo de 2015



lunes, 28 de noviembre de 2016

Cuando Monsanto se hizo humo, la Comunidad de Malvinas Argentinas (Córdoba) echó a la compañía.


 Escribe: Darío Aranda

La empresa Monsanto levantaba su megaplanta en la pequeña localidad de Malvinas Argentinas, en Córdoba. La comunidad protestaba desde 2012 por la instalación. En 2014, la Justicia detuvo la construcción. Ahora, las asambleas de vecinos festejan.

Malvinas Argentinas, pequeña localidad de Córdoba, logró lo que parecía imposible: echó a la compañía Monsanto.

Tras cuatro años de luchas, cortes de camino, acampes, asambleas y de soportar represiones, la intendenta Silvina Gómez confirmó que la empresa vendió el predio donde había comenzado a construir su mayor planta de maíz transgénico. “Es momento de celebrar el gran triunfo de Malvinas, que también es un triunfo para otros pueblos de Argentina y del mundo que luchan contra el extractivismo”, afirmó Vanina Barboza Vaca, de la Asamblea de Vecinos Malvinas Lucha por la Vida.

Malvinas Argentinas fue noticia nacional el 15 de junio de 2012. La ex Presidenta anunció la construcción de la megaplanta de Monsanto, la mayor empresa del agronegocios, de transgénicos y agroquímicos.

La localidad está ubicada en las afueras de la capital cordobesa. Al enterarse por televisión, los vecinos comenzaron a organizarse. Primero en una casa, luego un salón de fiestas prestado y también en la plaza. Nació la Asamblea de Vecinos Malvinas Lucha por la Vida.

Pidieron explicaciones a su vecino y por entonces intendente, Daniel Arzani. La respuesta era promesas de trabajo y cuidado del ambiente. No le creyeron. Y comenzaron a buscar información de quién era Monsanto y el modelo agropecuario que representa.

Fue clave la unión con asambleas de toda Córdoba (en lucha contra la megaminería y el agronegocio), organizaciones de pueblos fumigados y la organización Madres del Barrio Ituzaingó. Vieron documentales, estudiaron libros, se contactaron con investigadores y no les quedó duda de que la propuesta de Monsanto se inscribía en la historia de “espejitos de colores”, grandes empresas (o países) que prometen maravillas, no cumplen y saquean territorios y vidas.

Comenzaron a informar a la población, mediante entrega de folletos y charlas abiertas. Las asambleas comenzaron a ser más concurridas y surgió la propuesta de votar por sí o por no a Monsanto. Ya lo había hecho Esquel (Chubut, 2003) y Loncopué (Neuquén, 2012), contra la megaminería. Desde los tres niveles de gobierno (municipal, provincial y nacional) se opusieron a la votación.
En Septiembre de 2013 la Asamblea organizó un festival en la entrada del predio de la compañía (30 hectáreas sobre la ruta 88). “Primavera sin Monsanto”, fue el título de la convocatoria. Hubo música y discursos. Entre los más recordados estuvo el científico Andrés Carrasco (que en 2009 confirmó los efectos del glifosato, sufrió persecución académica y mediática; y falleció en 2014). “La comunidad científica argentina ejecuta un plan de legitimación cómplice de los transgénicos. Callan la boca sobre las consecuencias médicas y ambientales”, denunció.

Las protestas de los asambleístas contra la megaplanta en Malvinas Argentinas lograron su objetivo.
Tres universidades nacionales (de Córdoba, Católica y Río Cuarto) se expidieron y rechazaron la instalación de la planta. Por el trabajo de la Asamblea Río Cuarto Sin Agrotóxicos y la universidad de la misma ciudad, el Intendente de Río Cuarto firmó un decreto de prohibición de Monsanto (que planificaba una estación experimental en la ciudad).

La militancia se hizo lugar entre vecinos que, en muchos casos, nunca habían participado de organizaciones ni asambleas. La instalación de Monsanto también provocó lo que se denomina “contaminación social”, malestar cotidiano en la comunidad, amigos peleados, familias distanciadas, ruptura del tejido social. También hubo seis órdenes de represión contra los vecinos. Alternaban los palos de la policía de Córdoba y las cadenas y piedras de grupos de choque de la empresa y de la Intendencia.
En enero de 2014, la Sala II de la Cámara del Trabajo detuvo la construcción de la planta solicitada por la Asamblea. El fallo declaró la inconstitucionalidad de los permisos emitidos por la Municipalidad y la provincia. En febrero de 2014, la Secretaría de Ambiente provincial rechazó el estudio de impacto ambiental de Monsanto por grandes carencias técnicas. En septiembre de 2015, la multinacional Syngenta desistió de su planta en Villa María para evitar “un foco de conflicto”. Las asambleas celebraron.

Malvinas Argentinas comenzó a ser objeto de estudio e interés de investigadores de distintas partes del mundo, que llegaban y preguntaban cómo era la pequeña localidad de América Latina que frenaba a Monsanto. Dos consignas de la Asamblea, que aún son bandera: “Disculpen las molestias, estamos frenando un genocidio” y “Fuera Monsanto de Córdoba y de América Latina”.
El bloqueo al predio se mantuvo durante tres años. En septiembre pasado se realizó el nuevo festival de “primavera sin Monsanto”, y ya se saboreaba la victoria. Se hizo público que Bayer (otro gigante de agroquímicos) adquirió a Monsanto. Y una semana antes comenzaron a trascender versiones sobre la venta del predio. Pero ninguna voz oficial lo confirmaba.

Hasta que la intendenta, Silvina González, habló con el programa Bajo el Mismo Sol (Radio Nacional Córdoba), y confirmó que la empresa AMG Obras Civiles había adquirido el predio de 30 hectáreas. Fue la confirmación oficial que faltaba.

Vanina Barboza Vaca, de la Asamblea de Malvinas, nunca pensó que Monsanto iba a desarmar las estructuras de su fábrica, pero ya es una realidad y no queda casi nada en pie. “Siento que es increíble y me permito alegrarme porque es producto de mucha lucha”.

La empresa ya comenzó el desmantelamiento de las pocas columnas que quedaban en el predio. Y el 4 de diciembre habrá celebración en Malvinas Argentinas. Lograron lo que parecía imposible: derrotar a la mayor empresa del agronegocio del mundo.

Página 12 – 21 de Noviembre de 2.016