Un reciente estudio científico publicado en Nature sostiene que por
los extremos en las precipitaciones esa cuenca fluvial ya no refrescará la
atmósfera y comenzará a emitir más gases contaminantes de los que consume.
El Amazonas dejará de enfriar la atmósfera y se convertirá en una
fuente de dióxido de carbono (CO2) si continúa el cambio climático y los
extremos en las precipitaciones, según un estudio publicado en la revista
británica Nature. Un equipo internacional de científicos, liderado por Luciana
Gatti, del Instituto de Pesquisas Energéticas y Nucleares de San Pablo, Brasil,
analizó la cantidad de carbono emitido a la atmósfera en la cuenca del Amazonas
en 2010, un año extremadamente seco, y en 2011, en el que el volumen de
precipitaciones superó lo habitual.
Los resultados de la investigación demostraron que en el año de sequía, el que
hasta ahora era considerado el “pulmón del planeta” liberó cantidades
“sustanciales” de dióxido de carbono a la atmósfera, mientras que en el año
húmedo liberó y absorbió la misma cantidad. En 2011, el balance de CO2 en la
cuenca del Amazonas se mantuvo neutral, pero en ninguno de los dos casos
consiguió reducir la cantidad de ese gas contaminante en la atmósfera ni
fomentó su enfriamiento.
“El Amazonas está cambiando según observamos más años muy secos y
más muy húmedos. Si esta tendencia continúa, la región se convertirá en una
fuente de dióxido de carbono para la atmósfera que acelerará el calentamiento
global”, señaló John Miller, del Instituto Cooperativo de Investigación en
Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado (EE UU), participante en el
estudio.
Las condiciones de sequía de 2010 provocaron, por un lado, que la selva
amazónica no creciera y que, al reducirse la fotosíntesis, la vegetación
absorbiera menos dióxido de carbono, y, por otro, que aumentaran los incendios
y la emisión de dióxido de carbono.
Por el contrario, en 2011, las precipitaciones sí fomentaron el crecimiento de
la vegetación, que absorbió más dióxido de carbono del que emitió.
El cambio climático, las variaciones extremas en las
precipitaciones y el aumento de la temperatura provocaron un aumento del
dióxido de carbono emitido en el Amazonas y podrían convertir esa zona verde
del planeta, que antes contribuía al enfriamiento, en un emisor de ese gas
acelerador del calentamiento global.
Desarrollada alrededor del río Amazonas y de su vasta cuenca fluvial, la
extensión de la selva llega a los 6 millones de km². El Amazonas es el lugar
con la mayor biodiversidad del planeta. En una sola hectárea de bosque se
registraron en promedio 400 especies diferentes de árboles y plantas. Con un
quinto de todas las especies de pájaros de la tierra, 2000 especies de
mamíferos y 2000 de peces, además de 2,5 millones de especies de invertebrados,
el bosque pluvial tropical suramericano es considerado como el lugar biodiverso
más precioso del mundo.
La voz de alerta de un premio nobel
El premio Nobel de Química mexicano Mario Molina advirtió
recientemente que los principales gobiernos mundiales “no se están tomando en
serio” el calentamiento global, problema que, de no atajarse, podría conllevar
incluso la desaparición del Amazonas.
“Ya hay cambios muy preocupantes” como los episodios extremos de inundaciones,
sequías y los grandes huracanes, aseguró Molina, que confía en que la sociedad
reaccionará a tiempo.
El físico atmosférico mexicano recordó que uno de los compromisos alcanzados en
la Cumbre del Clima de Copenhague de 2009 fue evitar que la temperatura media
del planeta aumentara por encima de 2 grados celsius en 2050, lo que en su
opinión no se está cumpliendo, “porque ya ha subido un grado”. El acuerdo lo
firmaron Estados Unidos y China, y “quizá no lo estén desarrollando por miedo a
la pérdida de competitividad económica”, pero el aumento es un hecho y el clima
“ya está cambiando”, indicó.
Molina, galardonado con el Nobel en 1995, aseguró que la opinión de la
comunidad científica al respecto es “unánime”, por mucho que se quiera dar una
imagen de “división” entre los expertos, que únicamente discrepan sobre si la
temperatura se elevará de 3 a 5 grados o de 6 a 7 antes de que finalice este
siglo.
Según pronostica el Nobel, a corto plazo, el calentamiento provocará “sequías e inundaciones más acentuadas, aumento de los incendios forestales y de las olas de calor”.
Fuente: Diario Ecología
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