Se realizó ayer una
restitución histórica: los restos de cuatro caciques cuya solicitud presentada
al Museo de La Plata por parte de comunidades originarias que se había
realizado en 1989.
Fue una jornada
histórica, que contó con la presencia de comunidades y organizaciones indígenas
especialmente las involucradas en esta restitución: la comunidad Cacique Pincén
de Trenque Lauquen; el Parlamento Mapuche Tehuelche de Tapalqué y el lof günïna
küna mapuche Vicente Catrunao Pincen con asiento en San Miguel, todas de la
provincia de Buenos Aires, autoridades provinciales, de la Universidad de La
Plata y del Museo, el colectivo GUIAS, promotor fundamental de estas
actividades reparatorias, delegaciones y público en general.
Una ceremonia íntima
Todo comenzó
alrededor de las 9 de la mañana, cuando en una ceremonia íntima en el primer
piso del imponente Museo, los referentes de las comunidades y organizaciones
depositarias de los restos los recibieron de manos de las autoridades. Por la
comunidad Pincén de Trenque Lauquen lo hizo su inal lonko Isabel Araujo y por
el Parlamento Mapuche Tehuelche de Tapalqué hizo lo propio su referente, Victor
Hugo González Catriel.
Estuvieron presentes
en ese momento culminante otros representantes de comunidades como el ya
mencionado lof Vicente Catrunao Pincén, entre otros, así como responsables
espirituales que acompañaron la recepción de los restos preparados en cuatro
urnas cubiertas con pequeñas mantas con diseños originarios y ofrendas. Esos
responsables tuvieron a su cargo palabras y la entonación de canciones
ceremoniales para que los hermanos restituidos encuentren el camino.
Mientras todo esto
sucedía allí arriba, en la planta baja y hall de entrada al Museo se organizó
un gran círculo con las distintas delegaciones de comunidades y organizaciones
y el público asistente. Hubo un amplio espacio para la música y las palabras de
los referentes indígenas.
Carca del mediodía,
todos los asistentes pasamos al Salón de Actos que estaba abarrotado de público
adonde se formalizó la entrega de los restos, con los breves discursos de las
autoridades provinciales, del Museo y de la Universidad, Centros de graduados y
estudiantes, y por supuesto los representantes originarios.
Luego llegó tal vez
uno de los momentos más emotivos de la jornada, cuando portados por los
responsables espirituales las cuatro urnas salieron del Museo en medio de la
gente y los paisanos indígenas que realizaban cantos y sahumados mientras se
hacían escuchar los instrumentos ancestrales. Bajaron todos lentamente por las
grandes escalinatas marchando hasta el parque que está frente al Museo donde
todos los presentes en un renovado círculo pudieron realizar sus homenajes y
ofrendas
Finalmente, los
restos fueron llevados a los respectivos vehículos que los transportarían a sus
destinos. Una nueva restitución había terminado, cumplimentándose otro acto de
justicia para con los pueblos originarios.
Antecedentes
La Universidad
Nacional de La Plata aprobó recientemente la restitución por parte de la
Facultad de Ciencias Naturales y Museo de los restos de cuatro caciques a las
comunidades solicitantes para que puedan concretar la inhumación que se les
debe desde hace más de cien años. Este pedido se había presentado en 1989,
siendo el primero en todo el país, por la comunidad Pincén de Trenque Lauquen
junto a Alberto Rex González, el primer antropólogo del país y un pionero en
esta lucha por las restituciones. La solicitud había sido reiterada en 2002,
nuevamente con resultado negativo, y presentado nuevamente en mayo de este año,
esta vez con un final auspicioso.
La Universidad
Nacional de La Plata convalidó, por resolución 875, la restitución que ya había
sido aprobada por el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Naturales y
Museo de los cuatro cráneos al pueblo mapuche.
El lonko Lorenzo
Cejas de la comunidad Pincén de Trenque Lauquen -quien no pudo estar presente
por cuestiones de salud-, había celebrado días atrás la inminente restitución
mientras que el lonko Luis Eduardo Pincén del lof günïna küna mapuche Vicente
Catrunao Pincán de San Miguel, informó en su momento que “ya habían empezado
los cantos para que los espíritus de estos cuatro caciques fueran encontrando el
camino hacia las comunidades donde serían llevados”.
Se dispuso que
Chipitruz e “Indio Brujo” se restituyeran a la comunidad de Trenque Lauquen,
mientras que los de Manuel Grande y Gherenal se entregaran al Parlamente
Mapuche Tehuelche en Tapalqué.
Historia de los
cuatro caciques y de sus restos
Los cuatro caciques
llegaron al Museo como parte de la colección de 300 cráneos donadas al entonces
director Francisco Pascasio Moreno por el jurista y escritor Estanislao
Zeballos, quien los había obtenido tras saquear sus tumbas entre 1870 y 1880.
Los cráneos de los
lonkos pasaron así a formar parte de “las colecciones del Museo: cacique
Gheneral, catálogo del Museo número 317; “Indio brujo”, número 333; Gervasio
Chipitruz número 337 y Manuel Guerra (o Grande), número 309”. Sin palabras…
“Fueron todos lonkos
independiente que por momentos respondieron al mando de Calfucurá y de Pincen.
También tuvieron por periodos tratados de paz con el Estado, dependiendo el
momento histórico”, explicó Fernando Pepe el presidente de GUIAS y agregó: “A
todos los atraviesa la década de 1870, con las batallas más importantes
impulsadas por Roca que avanzan sobre su territorio y todos terminan presos en
Martín García, menos Gheneral que fue asesinado por el ejército roquista".
Según relató Pepe,
corría el 11 de junio de 1879 cuando en el marco de la campaña emprendida por
el general Julio Argentino Roca, una división comandada por el sargento mayor
Florencio Monteagudo, que desde hacía días buscaba a Gherenal (Zorro Batallador),
rodeó a éste y al lonko Agner (Zorro Sentado) entre los ríos Coricó y Colorado,
en el actual territorio de la provincia de La Pampa.
“El parte militar de
Monteagudo cuenta que: “Agner y Gherenal han muerto con una lanza en una mano y
un puñal en la otra, defendiendo con el fuego de una pasión salvaje el desierto
que creían dominar eternamente´”, recordó Pepe.
El antropólogo
remarcó que “este asesinato fue registrado como un combate, lo cual resulta muy
particular ya que los únicos muertos son los lonkos perseguidos con saña
durante días y cuyas tolderías principales en las sierras de Choique Mahuida de
la Pampa ya habían sido destruidas”.
Las distintas
fuentes señalan a Manuel Grande, Gervasio Chipitruz y Gherenal como “pampas”,
lo que sumado a la ubicación de sus territorios ancestrales y la vinculación
familiar-comunitaria con los otros lonkos de la región hacen suponer su
ascendencia mestiza gününa küna o tehuelche septentrional con mapuche y
ranquel. “Indio Brujo” por su parte, era cuñado del gran cacique “Baigorrita”.
Lo que vendrá o el día
después
Esta restitución es
sin dudas un jalón más que importante en el proceso iniciado en 1994 con la ya
emblemática entrega de los restos del lonko Modesto Inakayal a su comunidad de
origen. El camino recorrido es lento, pero significativo. Quedan miles de
restos en el Museo de La Plata (muy especialmente) que es menester seguir
restituyendo para que los espíritus de los hermanos que ya no están y de los
que siguen aquí recuperen su paz y para que los territorios ancestrales
reestablezcan el equilibrio perdido.
Pero estamos recién
en el principio. Porque no solo habrá que continuar con las restituciones sino
con lo que aún no se ha producido: la devolución de los ajuares, es decir todos
aquellos objetos que acompañaban al cuerpo en las tumbas profanadas. También
habrá que seguir luchando por la no exhibición de los cuerpos en los Museos que
aún los tienen allí y por ponerle límites a la actividad arqueológica que aún
sigue excavando y manipulando sin control tumbas y cuerpos de pueblos
originarios.
Pero hay más, y ya
ingresamos aquí de lleno a la responsabilidad de los pueblos indígenas: nos
referimos al día después de las restituciones, al que hacer con los cuerpos,
como devolverlos a sus territorios ancestrales en ceremonias de inhumación que
cumplan con las prácticas tradicionales. Al menos en las pampas aparece como
necesidad el tener en cuenta esto debido a que se han perdido los recuerdos de
cómo lo hacían los Antiguos.
Hace pocos días en
una nota publicada en este diario, el lonko Luis Eduardo Pincén decía que “las
restituciones de restos de los hermanos a sus comunidades de origen nos obligan
a conocer, respetar y poner en práctica los rituales funerarios de los
Antiguos” Y agregaba que “el cuidado que debemos tener al realizar estas
ceremonias es porque están en juego el equilibrio y la armonía. Muchos años han
pasado sin que podamos realizar adecuadamente nuestros ritos mortuorios, por lo
cual el lado negativo ha crecido desmesuradamente. Tenemos la esperanza de que
a partir de la recuperación de los antiguos ritos y su correcta implementación
lograremos una armonía en el Cosmos, que hoy no existe”.
Sin dudas que este
nuevo desafío que los hermanos indígenas tienen por delante es más que
trascendente. Se trata de recuperar ceremonias y rituales, los ajuares
mortuorios, las danzas y los cantos para que los procesos de restitución se
completen en su totalidad y no queden asi a mitad de camino.
Estamos en el
principio, queda mucho por hacer, pero está claro que los pueblos originarios
se han puesto a caminar decididamente por la senda que marcan los Antiguos, en
la búsqueda del equilibrio y la reconexión espiritual con el Waj mapu, el Todo
que le da sentido a sus vidas.
Fuentes:
Colectivo GUIAS
Telam
http://infoblancosobrenegro.com/
Indymedia
ElOrejiverde
Fotografía: ElOrejiverde/Contexto/Fernando Miguel Pepe
Fecha: 11 de Octubre
de 2.016
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