Por Wendy Marton –
Columna de Opinión en el Diario Última Hora (Asunción – Paraguay)
Casi siempre están
en un grupo de cinco. A veces se suman otros. Esperan que empiece a anochecer
para juntarse y sentarse en el marco de la ventana de un viejo estacionamiento.
Miran a quienes pasan a su lado con la misma indiferencia con que la sociedad
los trata.
Los menores fuman y
se drogan mientras ven cómo la vida capitalina los ignora. Caminan descalzos y
andrajosos y solo hablan entre ellos.
Tienen una edad
promedio de 15 años. Están aquí hace varios meses, apostados frente a la sede
de un Congreso que se blinda ante la corrupción y esquiva la mirada ante la
realidad de miles de paraguayos.
Tan cegados como el
Instituto Paraguayo del Indígena (Indi) o la Secretaría de la Niñez (SNNA), que
a pesar de tener presupuesto para asistencia están sumidos en la burocracia y
las excusas propias de quienes al llegar a un puesto están más preocupados por
mantenerse allí que por buscar soluciones estructurales.
La mayoría de los
indígenas provienen de la ciudad de Doctor Juan Eulogio Estigarribia, más
conocida como Campo Nueve, Departamento de Caaguazú. Los nativos pertenecen a
la parcialidad Mbya Guaraní.
Pero no son los
únicos olvidados. En todo el país sufren las precariedades de un Estado ausente.
En Puerto Casado, alumnos indígenas de la etnia Maskoy atraviesan penurias con
el propósito de seguir sus estudios de nivel medio.
Los nativos acuden a
colegios agropecuarios para obtener una profesión que les sea útil de forma
personal y comunitaria. Pero las decenas de peripecias que deben sortear por el
camino no importan a las instituciones públicas.
No tienen caminos de
todo tiempo, deben cruzar en botes para llegar a su destino.
A esto se suman los
datos del Ministerio de Salud, los cuales revelan que los casos de tuberculosis
afectan en mayor medida a las comunidades indígenas que habitan la zona
chaqueña, debido a la falta vías de todo tiempo.
Las entidades
estatales alegan que la cultura indígena les imposibilita darles mejor
asistencia. Excusas para un Estado que no trata de formar profesionales que
asistan a los pueblos originarios.
El presupuesto del
Indi para este año asciende a G. 81.832 millones (USD 14,8 millones), de los
cuales más de USD 13,4 millones son para programas de acción, es decir, para
atención integral a las comunidades indígenas.
Si bien el Indi
promociona en su página web acciones de apoyo a las comunidades indígenas,
estas aún son insuficientes para mejorar la calidad de vida de los pueblos
originarios.
Ello, debido a que
esta institución no puede ni debe trabajar en forma descoordinada con otras
instituciones. Dotar de caminos de todo tiempo necesita de una planificación
conjunta con el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, mientras que
para ofrecer mejores condiciones de educación la labor debe intensificarse con
el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y con el Servicio Nacional de
Promoción Profesional (SNPP), enfocada a cada etnia.
Además, el
Ministerio de Salud necesita contar con un plan que permita llegar a todas las
comunidades y tratar enfermedades básicas.
Los mecanismos
aplicados hasta el momento para asistir a los pueblos originarios son
insuficientes, por lo cual urge hacer una revisión y tomar las medidas
necesarias para que vivan acorde a lo que se merecen.
Fuente: Última Hora
(Asunción-Paraguay) – 25 de Marzo de 2.018
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