Los guaraníes siguen luchando por sus derechos territoriales a pesar de los continuos ataques. Fiona Watson/Survival |
Escrito Fiona Watson/Survival
Los guaraníes siguen luchando por sus derechos territoriales a
pesar de los continuos ataques.
Hace diez años el Gobierno de Brasil firmó un acuerdo histórico con
el pueblo indígena guaraní, por el que se comprometía a identificar todas
sus tierras ancestrales.
El principal objetivo del acuerdo, elaborado por el Ministerio
Público Federal de Brasil (Fiscalía) era acelerar el reconocimiento de los
derechos territoriales de los guaraníes en el estado de Mato Grosso do Sul.
Sin embargo, una década después, la mayoría de las mediciones de
tierra ni siquiera se han llevado a cabo y el fracaso de las autoridades en
reconocer los derechos territoriales de los guaraníes sigue teniendo un impacto
terrible sobre su salud y bienestar.
Sin esperanza inmediata de recuperar sus tierras y reconstruir sus
medios de subsistencia, miles de guaraníes permanecen atrapados en reservas
masificadas donde los procuradores dicen que la tierra es tan escasa que “es
imposible la reproducción de la vida social, económica y cultural”.
Otras comunidades guaraníes viven a los lados de concurridas
carreteras o en pequeñas parcelas de la que fuera su tierra ancestral, rodeados
de inmensas plantaciones de caña de azúcar y soja. No pueden cultivar, pescar
ni cazar, y no tienen siquiera acceso a agua potable.
Una pareja guaraní-kaiowá sentada en la parte trasera de su alojamiento rodante, en la comunidad de Apy Ka’y, cerca de Dourados, mato Grosso do Sul, Brasil.
© Paul Patrick Borhaug/Survival
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El personal sanitario reporta que estas comunidades sufren graves
efectos colaterales por los pesticidas que utiliza el agronegocio. Algunas
comunidades dicen que sus fuentes de agua y sus hogares están siendo
deliberadamente rociados con pesticidas por los terratenientes agroganderos.
Un estudio reciente estimó que el 3% de la población indígena en el
estado podría estar siendo envenenada con pesticidas, algunos de los
cuales están prohibidos en la Unión Europea.
La malnutrición es habitual, especialmente entre bebés y niños
pequeños. Según explica Gilmar Guaraní: “Los niños lloran y no aguantan más. Es
el mismísimo sufrimiento. La mismísima debilidad. Prácticamente están comiendo
tierra. La situación es desesperada, no van a aguantar”.
Mato Grosso do Sul alberga la segunda mayor población indígena de
Brasil, con 70.000 indígenas pertenecientes a siete tribus.
Terratenientes ganaderos y el agronegocio les han robado gran parte
de sus tierras ancestrales, y ahora apenas ocupan un 0,2% del estado.
John Nara Gomes, declaró: “Actualmente la vida de una vaca vale más
que la de un niño indígena (…) Las vacas están bien alimentadas, mientras que
los niños pasan hambre. Antes éramos libres para cazar, pescar y recolectar
frutos. Ahora los pistoleros nos disparan”.
La desesperanza entre los guaraníes por la pérdida de sus tierras y
de su vida autosuficiente se refleja en las tasas extremadamente altas de
suicidio. En el período comprendido entre los años 2000 y 2015 se produjeron
752 suicidios. Desde 1996, las estadísticas revelan niveles de suicidios 21
veces superiores a la media nacional entre los guaraníes. Y posiblemente las
estimaciones no reflejen todos los casos reales, dado que buena parte de los
suicidios no se registran.
Los guaraníes también hacen frente a altos niveles de violencia y
son constantemente atacados por los pistoleros de los terratenientes
agroganderos cuando intentan recuperar partes de su tierra ancestral.
Datos recientes muestran que el 60% de todos los asesinatos de pueblos
indígenas en Brasil ocurrieron en el estado de Mato Grosso do Sul.
Con un Gobierno y un parlamento dominados por el poderoso sector
del agronegocio, los terratenientes en Mato Grosso do Sul no cederan ni un
centímetro. Muchos han recurrido a los tribunales como táctica dilatoria para
desafiar la identificación de los territorios guaraníes. Un territorio guaraní
clave lleva acumuladas 57 respuestas legales.
Pero a pesar de este escenario sombrío, muchos guaraníes siguen
decididos a luchar: “Brasil siempre fue nuestra tierra. La esperanza que
alimento y voy a alimentar es la demarcación, porque sin ella no podemos cuidar
de la naturaleza ni alimentarnos, y por ella vamos a luchar y a morir”, dice
Geniana Barbosa, una joven mujer guaraní.
Survival - 29 de Diciembre de 2017
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