El
que siempre existió, vivía rodeado por densas y oscuras neblinas, allí donde se
juntaban el cielo y el mas, hasta que un día, pensando en su terrible soledad,
lloró y lloró por un tiempo incontable… y así sus lágrimas formaron a Arrok, el
mar primitivo.
El
eterno Kóoch¹ al advertirlo dejo de llorar y suspiró… y su suspiro fue el
principio del viento. Entonces Kóoch quiso contemplar la creación: se alejó en
el espacio, alzó su mano y de ella brotó una enorme chispa luminosa que rasgó
las tinieblas. Había nacido el Sol. Con él la sagrada creación tuvo la primera
luz y el primer fuego, y con él nacieron las nubes…
Y
los tres elementos del espacio armonizaron entonces sus fuerzas para admirar y
proteger a la tierra de la vida perecedera que Kóoch había hecho surgir de las
aguas primeras.
Andando
el tiempo Elal² creó a los Chónek³ de la raza tehuelche en las tierras del
Chaltén. Y fue su organizador, protector y guía.
Y
entre otras muchas cosas, como Elal viera que sus criaturas tenían frío y
oscuridad, cuando el Sol no estaba en el cielo, les enseñó a hacer fuego, el
mismo que les permitiera vencer a la nieve y al frío en las laderas del
Chaltén, el que brota cuando golpean ciertas piedras.
Dicen
que a partir de entonces los tehuelches ya no temieron a la oscuridad ni las
heladas porque eran dueños del secreto del fuego, y el fuego era sagrado para
ellos porque se lo había dado su padre creador.
Glosario:
¹Cielo,
espíritu grande, bueno y creador.
²Héroe-dios,
nacido de la Nube cautiva y el cruel gigante Nóshtex
³Significa
hombre, en tehuelche significa ‘nosotros los hombres’.
Fuente:
Camino Salvaje. Filosofía de viajar como forma de vida.
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