En los últimos años del siglo XIX, el
gobierno chileno autorizó que grupos de personas que pertenecían a las etnias
que habitaban el extremo sur del país fueran llevados a Europa sin su
consentimiento. Fueron secuestrados y quienes lo hacían tenían un fin
determinado: exhibirlos en zoológicos humanos donde los europeos podían
observar directamente a los “salvajes” del fin del mundo.
Así, personas kawésqar, mapuches,
tehuelches y selk’nam fueron exhibidas en París, Londres, Berlín y Zúrich,
entre otras ciudades, donde el público pagaba para verlos y fotografiarlos.
El documental sumó reconocimientos y se
presentó en festivales de Chile, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador, Taiwán,
Italia, Cuba y México.
Hans Mülchi, académico del Instituto de
la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, manifestó su alegría ante
la posibilidad de que un público “no especializado” conozca el documental y
sostuvo que éste genera una reacción especial: “Primero, porque muestra algo
insólito, es una historia insospechada. En segundo lugar, es una historia que
estuvo oculta durante muchos años. En tercer lugar, está contada de una manera
muy humana y emotiva. El tipo de reacción que ha tenido la gente cuando hemos
estado en las salas donde se ha exhibido es siempre con mucha emoción y con
mucho sentido interior, de haber recibido un mensaje muy profundo. Por lo
tanto, creo que también hay una forma de contar que ha logrado conectarse
ampliamente con el público, lo cual nos hace estar muy expectantes sobre la
reacción del público que va a pagar una entrada en estos días”.
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