Escribe: Carlos Martinez
Sarasola
Más allá de las reflexiones
que podamos hacer sobre la “Revolución de Mayo” es indudable que ese crucial
momento histórico también tuvo muchas implicancias para nuestros pueblos
originarios
Lo que nuestra
historiografía ha dado en llamar la Revolución de Mayo, fue el momento previo a
la Independencia definitiva de la Corona española. El modelo de país no estaba
aún resuelto, a al menos aquel modelo que casi un siglo después se impondría,
con la “generación del ochenta” como ideóloga, sellando entre otras cuestiones
la suerte de las comunidades indígenas de las llanuras que aún permanecían
libres.
Fue un momento de
transición en que todo pudo ser posible. Tal vez por eso acaecieron una serie
de sucesos en donde los indígenas fueron activos protagonistas. Es que la
Revolución no ocurrió exclusivamente en aquellas jornadas de 1810. Antes y
especialmente después de esa fecha la ola de transformaciones continuó: los
últimos enfrentamientos contra el español; la culminación del proceso
independentista en estas tierras y el resto del continente; las luchas
intestinas. La Revolución fue también el proceso de una sociedad colonial que
se desprendió de su antiguo dominador, comenzando a construir su nueva y
definitiva identidad.
También es la época de la
irrupción en la escena social de otros grupos étnicos marginados como los
afrodescendientes y los gauchos, que pugnan en el primer caso, por su
liberación como personas y en el segundo, por el sostenimiento de sus valores y
formas de vida tradicionales, aprovechando cierto espacio abierto después de su
histórico sometimiento. En otras palabras: el movimiento de Mayo tuvo
consecuencias para los pueblos indígenas y algunos de los hechos que en aquella
etapa sucedieron sugieren la posibilidad de un camino diferente al que más
tarde finalmente sucedió.
Los "pampas"
contra "los colorados": un acontecimiento en las vísperas
Cuatro años antes de 1810,
el imperio inglés intentó hacer pie en esta parte del mundo. Mil quinientos
soldados desembarcaron en Quilmes y emprendieron la marcha hacia Buenos Aires
con el objetivo de tomarla. No sabían que estaban siendo vigilados por decenas
de escrutadores ojos. Grupos de tehuelches y "pampas" debidamente
ocultos vigilaron los movimientos de los recién desembarcados y los siguieron a
distancia, hasta que pudieron confirmar sus intenciones. Las casacas de los
invasores brillaban al sol. Fue así que los llamaron "los Colorados".
Los ingleses tomaron
rápidamente a Buenos Aires, pero no lograron consolidar la posición y tan solo
dos meses después la población local desalojó a los atacantes. El Cabildo,
convertido en el nuevo centro del poder desde la huida del virrey, sesionaba
continuamente. Y fue esta institución la que mantuvo durante todo el período de
la ocupación inglesa una singular relación con los indios de la actual
provincia de Buenos Aires, que ofrecieron su apoyo a la gente de la ciudad. Las
Actas de esos años asi lo atestiguan.
Poco después sobrevino un
segundo y más poderoso desembarco inglés, que también fue rechazado, siempre
con el ofrecimiento de los indígenas de aliarse a los defensores de la ciudad.
Las comunidades originarias intentaron participar en la batalla contra los
invasores, aunque los temores, la distancia cultural, la desconfianza y quizás
el desprecio por los hijos de la tierra pudieron más. Es probable que incluso
la idea misma de tener a centenares de guerreros indígenas dando vueltas a
caballo por Buenos Aires, hizo optar a los cabildantes por la no aceptación de
los ofrecimientos.
Lo cierto es que la
posibilidad de contar con ese apoyo existió. No tantos años después, esta
situación hubiera sido impensable, enfrascado el país naciente en una guerra
abierta contra los pueblos de las llanuras e incapaz de pensar en las posibles
vías de integración con ellos. Este instante de las vísperas dejó asi un
mensaje: indios, criollos y afrodescendientes estuvieron juntos frente a un
agresor común. Una ráfaga de la historia los encontraba del mismo lado.
La fiebre indigenista
En los años inmediatamente
posteriores a la Revolución de 1810, se sucedieron un conjunto de decretos,
leyes, oficios y disposiciones varias dirigidas a tratar de reparar la
situación integral de las comunidades indígenas. Se procuraba borrar la imagen
dejada por la conquista hispánica y atraer al mismo tiempo a esos pueblos a la
causa revolucionaria.
Los antecedentes de la
participación indígena durante las invasiones inglesas; el "servicio
militar" que cumplían algunos indios de la ciudad en los cuerpos de
"pardos y mulatos" y la proximidad efectiva y pacífica de muchos
grupos aborígenes en la periferia de la ciudad alentaron la idea de un interés
común entre ambas partes, más aun teniendo en cuenta la nueva situación creada
de una virtual independencia del poder español.
En la petición del 25 de
Mayo que llevaba más de cien firmas y por la cual se constituyó el Primer
Gobierno Patrio figuran dos caciques. Poco después, el 8 de junio la Junta
convocó a los oficiales indígenas que estaban desde hacía tiempo incorporados a
los cuerpos de pardos y mulatos. Reunidos ante el secretario Mariano Moreno
escucharon la Orden del Día, que disponía su igualdad jurídica, sumándolos a
los regimientos de criollos, sin diferencia alguna y con igual opción a los
ascensos. Esta disposición se hizo extensiva después al resto de las
provincias.
Moreno fue un personaje
clave en estos primeros momentos del proceso revolucionario. Había obtenido su
doctorado en Chuquisaca, con una tesis sobre el servicio personal de los indios
en el que hacía una vigorosa denuncia de los maltratos de que eran objeto las
poblaciones originarias. Seguía los pasos del fiscal de la Audiencia de
Charcas, Victorián de Villava, un defensor de los derechos de los pueblos
indígenas, y se encontraba influenciado también por las ideologías
emancipadoras, como la rebelión de Tupac Amaru, una insurrección que poco antes
había marcado a fuego la historia de la resistencia indígena en América.
Otro personaje trascendente
de esta etapa fue Manuel Belgrano quién tuvo la tarea de legislar para las
comunidades guaraníes que pertenecían al régimen jesuita, estableciendo que sus
habitantes eran libres e iguales "a los que hemos tenido la gloria de
nacer en el suelo de América", al mismo tiempo que los habilitaba para
todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos. En 1811 una
nueva orden de la Primera Junta dispone que cada intendencia designe
representantes indígenas.
Conmemorando el primer
aniversario de la Revolución, Juan José Castelli, quién participaba junto a
Moreno y Belgrano de un pensamiento político de avanzada, tributa un homenaje a
los incas en el centro sagrado de Tiwanaku, Bolivia, proclamando la unión
fraternal con los indios.
Por esos días, Feliciano
Chiclana, presidente del Triunvirato recibió al cacique general tehuelche
Quintelau y a sus numerosos acompañantes. En la oportunidad Chiclana pronunció
un discurso en el que puso de manifiesto la unidad con los indígenas,
elogiándolos y considerándolos "amigos, compatriotas y hermanos",
aludiendo a la necesidad de constituir con ellos una solo familia.
Una medida fundamental de
esa época fue la supresión del tributo, "signo de la Conquista" y
símbolo del sometimiento indígena. Con fecha 1 de septiembre de 1811 la Junta
sancionó el famoso decreto, en el que se definió a los indígenas "estos
nuestros hermanos, que son ciertamente los hijos primogénitos de América"
El decreto de extinción del tributo fue sancionado por la Asamblea General del
año 1813 que además procede a la abolición de la mita, la encomienda, el
yanaconazgo y todo servicio personal, declarando que los indígenas son hombres
libres e iguales a todos los demás ciudadanos. Se ordenó además que el
documento se publicara y se traduzca "al efecto fielmente en los idiomas
guaraní, quechua y aymará para la común inteligencia".
Salinas Grandes y la
expedición del coronel García
Hacia 1770 los virreyes
habían tomado conocimiento de la existencia del rico yacimiento de Salinas
Grandes (actual provincia de La Pampa) y organizaron desde entonces
expediciones anuales, para lo cual debían solicitar de los caciques el permiso
para ingresar a sus territorios.
El gobierno revolucionario
de 1810 no desconoció la importancia de las Salinas y con el fin de incentivar
su explotación, encomendó al coronel Pedro García la preparación de una
expedición de reconocimiento. También tenía como objetivo el buscar aliados
entre los indígenas que permitieran al nuevo gobierno tranquilizar la frontera
y fomentar su poblamiento. García no imaginaba por entonces que con esa misión
iniciaría un camino personal sembrado por numerosos encuentros con las
comunidades indígenas, que lo llevaría a convertirse para muchos caciques en
uno de los pocos interlocutores válidos entre los "cristianos". Era
español de nacimiento, pero se había formado en América luchando contra los
ingleses en las invasiones de 1806 y 1807 para luego continuar actuando en las
filas de la Revolución.
La expedición de García
abrió el camino a las posteriores medidas del gobierno vinculadas con la
exportación de carnes saladas, y también introdujo en el territorio indígena
una profunda cuña de penetración, sustentada en ese entonces por algunos de sus
protagonistas en el diálogo, pero utilizada más tarde por otros para la guerra
contra los pueblos de las pampas.
La construcción de una
sociedad “con” los pueblos indígenas
La tendencia de aquellos
momentos históricos fue más que interesante, más allá de que toda esta
"fiebre indigenista" constituyó no pocas veces una "declaración
de principios". Muchos de los ideólogos de la Revolución señalaron un
camino, una posibilidad cierta de construir una sociedad en la cual las
diferencias fueran respetadas.
Si bien es cierto que estas
políticas estaban dirigidas fundamentalmente hacia aquellas comunidades ya
incorporadas y/o sometidas, o hacia las que como las del Alto Perú, todavía
prestaban servicios a los españoles, los patriotas nunca descartaron
intensificar el vínculo amistoso con los “rebeldes” tehuelches, mapuches,
ranküllche y guaikurúes. Estos no encajaban del todo en los planes del proceso
revolucionario, y hacían que las fronteras de Chaco, Pampa y Patagonia
siguieran inestables y peligrosas con la inquietante presencia de los
"territorios libres indígenas" en Tierra Adentro.
Varias experiencias de la
época nos hablan de esos intentos de acercamiento. Fue lo que sucedió con San
Martin en Cuyo mientras preparaba el Ejército de los Andes. Su política y
hechos concretos dejaron bien en claro sus aspiraciones de construir un país
que incluyera a los indígenas, de los que se sintió un hermano cuando los llamó
con su ya célebre “nuestros paisanos los indios". Muchos de aquellos
patriotas impulsaron en 1816 los principales contenidos de las proclamas de la
Independencia y a instancias de algunos las Actas fueron traducidas a las
lenguas quichua, aymará y guaraní, para ser posteriormente distribuidas en las
comunidades indígenas.
En esta línea de acción podríamos
sumar los nombres de Dorrego, Artigas, Güemes o al mismo Rosas de la mayor
parte de su actuación política, por mencionar sólo algunos de los
revolucionarios que insistimos, pensaron una Argentina con los pueblos
originarios.
Este singular tiempo y
espacio del "Mayo indígena" fue el que confluyó con otro tiempo y
espacio: el de la frontera, que por entonces desvelaba a unos y otros: los dos
ámbitos fueron de transición, abiertos a distintas posibilidades; con varios
caminos posibles por delante. Y esas arenas de las confluencias fueron
desandadas no solo por aquellos patriotas sino también por los propios pueblos
originarios, que sin renunciar a sus identidades y sus tradiciones, casi
siempre apostaron a participar de la nueva sociedad en gestación. Una sociedad
que imaginaron juntos, cuando la Argentina aún no era un país.
Por: ElOrejiverde
Fuentes:
-Martínez Sarasola, Carlos. 2013 [1992]
Nuestros Paisanos los Indios. Vida, historia y destino de las comunidades
indígenas en la Argentina. Del Nuevo Extremo, Bs As
-2006. El Mayo Indígena.
En: ¡Libertad, Muera el Tirano !. El camino a la independencia en América.; pp
51-69. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Bs As
Publicado el 23 de Mayo de
2.016
No hay comentarios:
Publicar un comentario