Los pueblos originarios de
la Amazonía son los que más aportan para su conservación.
Durante la conferencia
del clima de las Naciones Unidas en Bonn, un grupo de científicos
brasileños presentaron un nuevo estudio que muestra cómo el país podría
llegar a desmatamento zero (deforestación cero) antes de 2030. Una de
las estrategias principales para lograrlo pasa por proteger un régimen
ancestral, efectivo y con bajos costos. Pero también muy amenazado. Esta
solución es el fortalecimiento de los derechos territoriales de los pueblos
indígenas que viven en los bosques y que estaban ahí antes que llegaran los
europeos al continente.
Revelan los datos que, con
el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas brasileños —dueños
del 30% de la Amazonia brasileña—, el país cuenta con la mejor manera de
proteger sus bosques. ¿Y por qué son estos pueblos, y no los otros dueños de
los bosques, los que nos proporcionan la única solución a gran escala que
tenemos hoy para capturar carbono? Al comparar todos los territorios amazónicos
en manos de diferentes dueños, los investigadores revelan que donde viven
pueblos indígenas del Brasil, los bosques están en pie. Así, ellos son los
mejores guardianes, pero también son los que más sufren por la expansión de la
agroindustria, las hidroeléctricas, la minería y de la tala ilegal.
Este papel protector que
ejercen los pueblos indígenas es poco conocido. Incluso para mí, una ecóloga
que trabajó durante años por toda Latinoamérica para la clasificación y el
mapeo de cientos de ecosistemas, mostrando con mis colegas su estado de
conservación, los factores que los amenazan y la reducción de su extensión a lo
largo del tiempo.
Siempre, en todos estos
estudios, la presencia de las áreas protegidas y su delimitación fue un factor
a considerar. Asumíamos que eran los sitios libres o con menos de
deforestación, capaces de proteger componentes claves de la biodiversidad, en
definitiva, los sitios que considerábamos más seguros hacia el futuro.
Todo esto parecía lógico…
Al menos, hasta que empecé a trabajar con la Fundación EcoCiencia en
Ecuador que forma parte de RAISG, una Red regional en la que siete
organizaciones de los países amazónicos cumplieron ya 10 años generando y
publicando información consistente a través de los nueve países de la cuenca
amazónica.
Gracias a la información
socioambiental que aporta esta Red comprendí que uno de los componentes
fundamentales, claves para cualquier análisis de la Amazonía, es justamente su
gente, los pueblos indígenas, ocupantes ancestrales de estas tierras.
Los pueblos
indígenas ocupan y manejan tierras que equivalen al 33% de la Amazonía y la
mayoría de estos territorios son igual o mejor conservados que las áreas
protegidas.
Días antes que empezara la
COP23 en Bonn, lanzamos con RAISG los resultados del análisis de 15 años de
deforestación en la Amazonía y mostramos que los datos revelados en Bonn sobre
el Brasil se reproducen en toda la región amazónica. Los presentamos a medida que
crece el consenso entre los científicos de que los objetivos climáticos
internacionales sobre la mesa en las próximas conversaciones sobre el clima en
Bonn no podrán cumplirse a menos que incluyan el papel único que juegan los
bosques en absorber carbono.
El estudio de RAISG revela
que los pueblos indígenas ocupan y manejan tierras que equivalen al 33% de la
Amazonía y que la mayoría de estos territorios son igual o mejor conservados
que las áreas protegidas. Con esto me di cuenta de que nosotros, el mundo
occidental preocupado por los bosques, por el ambiente, por el futuro de la
humanidad, sin querer, o por ignorancia, hemos dado la espalda a estos pueblos,
que deben convertirse en actores fundamentales y activos de todas las
decisiones que se tomen sobre cómo conservar en el largo plazo los bosques
amazónicos y los servicios ambientales globales que prestan.
Al fin y al cabo, se trata
de pueblos indígenas que han vivido allí por milenios. Ellos ven su propia
identidad, la de sus ancestros y la de su descendencia totalmente ligada a su
territorio. Ellos afirman: “No hay pueblos indígenas sin bosques y no va a
haber bosques sin pueblos indígenas”.
Esta afirmación es clave y
es muy seria ya que el modelo de desarrollo que se está imponiendo en la
Amazonía para beneficio de los de afuera, excluye o utiliza a los pueblos
indígenas, no los eleva, no mejora su condición, pone en riesgo su identidad y
esto, aparte de no respetar sus derechos, significa poner en riesgo los bosques
amazónicos, un bien común vital para la humanidad.
Sin querer, o por
ignorancia, hemos dado la espalda a estos pueblos, que deben convertirse en
actores fundamentales en la conservación de los bosques.
A nivel nacional, en la
región amazónica, las evidencias siguen la misma tendencia, que señala a los
pueblos indígenas como un actor indispensable en las mesas de implementación de
los compromisos asumidos con el Acuerdo de París.
Ahora que ya pasó la etapa
de preparación de los países para revelar sus estrategias nacionales para
proteger a los bosques, su implementación debe hacerse con consulta, total
participación y beneficios para los pueblos indígenas amazónicos.
Carmen Josse es
científica de la Fundación EcoCiencia en Ecuador y coordinadora del
proyecto Territorios indígenas amazónicos: reconociendo y respondiendo a
los riesgos de la pérdida de bosques, en el que participa RAISG.
Fuente
Diario El País (España) – 8
de Febrero de 2.018
No hay comentarios:
Publicar un comentario