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miércoles, 21 de febrero de 2018

El genoma de una indígena Caribe da pistas sobre quiénes eran los americanos antes de Colón


Un equipo internacional analizó las piezas dentales encontradas en una cueva en la isla de Eleuthera (Bahamas) para secuenciar el primer genoma humano completo del Caribe. Los dientes de una mujer de la etnia Taínos, que datan de hace más de 1.000 años, fueron la pista.

Hombres del pueblo arhuaco, de la familia arahuaca, al igual que los taínos Wikimedia Commons
La colonización asociada al desembarco de Colón en territorios del Caribe derivó en un gran conflicto de civilizaciones. El grupo indígena mayoritario estaba representado por los Taínos, que habitaban las islas que hoy abarcan Bahamas, Antillas Mayores (Cuba, Jamaica, República Dominicana, Haití y Puerto Rico) y el norte de las Antillas Menores.
A pesar de que fueron pueblos totalmente extinguidos, arqueólogos, linguistas y genetistas guardan la esperanza de identificar la génesis de estas poblaciones. 
Científicos consiguieron secuenciar el genoma completo de los indígenas Caribe gracias a varios dientes hallados en la isla de Eleuthera (Bahamas), realizado con métodos de radiocarbono 14, que pertenecían a una mujer de la etnia de los Taínos que vivió entre los siglos VIII y X, quinientos años antes de la llegada del descubridor. El hallazgo fue publicado en la revista Proceedings of the National  Academy of  Sciences (PNAS).
“Sin duda es un nuevo hito científico en el ámbito del ADN antiguo, posible gracias a las nuevas herramientas tecnológicas en el ámbito de la genómica a gran escala y a los nuevos avances computacionales”, declara el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, Antonio Salas Ellacuriaga, que hizo parte del equipo que estudió las piezas dentales.
Las poblaciones nativas fueron desapareciendo en un corto espacio de tiempo, asimiladas cultural y biológicamente. Sin embargo, su ADN aún pervive en la actualidad en Puerto Rico. “Entre el 10 y el 15% del ADN de sus habitantes actuales es nativo americano y el resto un mosaico de origen europeo y africano”, explica Salas  Ellacuriaga y añade: “extraer ADN de restos óseos tan mal conservados es tremendamente complejo. Sin las nuevas tecnologías de  secuenciación masiva habría sido imposible obtener resultados de este tipo de restos arqueológicos”.
Una historia escrita en su ADN
En el genoma obtenido se observan señales que indican una reducción poblacional extrema muy ancestral, coincidiendo con la llegada de los primeros pobladores del continente americano a través del estrecho de Bering. “El estudio no evidencia la existencia de una fuerte endogamia o signos de aislamiento en el genoma de la mujer taína, por lo que los datos apuntan a que el tamaño efectivo de esta comunidad era razonablemente grande, superior a los 1.600 individuos reproductores”, explica el genetista.
Este tamaño es incluso superior al de algunas poblaciones que habitan hoy en día el continente americano como los Karitiana y los Surui, en Brasil. Este hecho es muy llamativo, si tenemos en cuenta que la isla de Eleuthera tiene una extensión de tan solo 518 kilómetros cuadrados y resulta difícil imaginar como una comunidad tan grande podía convivir en un espacio tan reducido. 
La respuesta podría estar “en la gran movilidad de estas comunidades y la existencia de redes más allá de sus localidades de nacimiento y residencia”, apunta Salas  Ellacuriaga. Estas redes podrían favorecer el intercambio de conocimiento, pero también de genes y además serían compatibles con los hallazgos arqueológicos existentes.
Por último, el genoma de la mujer identificada es semejante al de las poblaciones del sur de América, poblaciones que hablan las lenguas conocidas como arahuacas (o Arawakan), y que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta. Como destaca el propio genetista, “resulta interesante recordar que de estas lenguas hemos heredado vocablos como boniato, cacique, caníbal,  maíz o  tiburón, entre otros”.

“Siempre resulta excitante dar un paso más en el conocimiento de la historia de las poblaciones humanas. En este caso es como si el ADN hubiera querido recordarnos que aún tenemos muchas deudas pendientes con todos estos pueblos”, concluye Salas Ellacuriaga.
Fuente
Agencia SINC
Desde El Espectador -  20 de Febrero de 2.018

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