Los ricos recursos de esta tierra atraen la amenaza exterior.
Los indígenas de Sierra Nevada son cuatro tribus únicas,
emparentadas entre sí, que viven en las laderas de la Sierra Nevada de Santa
Marta, en el norte de Colombia.
Pero la riqueza natural de su tierra atrae proyectos de
“desarrollo” extremadamente dañinos.
La Sierra Nevada de Santa Marta es una montaña única con forma de
pirámide que se encuentra en el extremo norte de los Andes, en el norte de
Colombia. En sus laderas viven cuatro pueblos indígenas diferentes, pero
emparentados entre sí: los arhuacos (o ikas), los wiwas, los kogis y los
kankuamos. Juntos, suman más de 30.000 personas.
La cima de la montaña se encuentra a unos 5.000 metros de altitud.
En su base, a las orillas del Caribe, una densa selva tropical reviste las
bajas llanuras. A medida que la montaña va tomando altura, la selva se va
transformando en una sabana abierta y en bosques nubosos.
Para los indígenas, la Sierra Nevada es el corazón del mundo. Está
rodeada por una “línea negra” invisible que abarca los lugares sagrados de sus
ancestros y demarca su territorio.
Los hermanos mayores
Los indígenas de la Sierra se autodenominan los “hermanos mayores”
y creen poseer una sabiduría y un entendimiento místicos que superan los de los
demás. Se refieren a otros pueblos como los “hermanos menores”.
Un encuentro en
medio del exhuberante paisaje de Sierra Nevada.
© Danilo Villafañe
Los hermanos mayores creen que es su responsabilidad mantener el equilibrio
del universo. Cuando hay huracanes, sequías o hambrunas alrededor del mundo, se
dice que son la causa de un fallo humano a la hora de mantener la armonía del
planeta.
El equilibrio se consigue realizando ofrendas a los lugares
sagrados para devolver a la tierra lo que se ha obtenido de ella.
Mamos
Dos hombres arhuacos
en la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia.
© Survival
International
Los líderes espirituales se denominan mamos. Un mamo tiene la
responsabilidad de mantener el orden natural del mundo por medio de canciones,
meditación y ofrendas rituales.
La preparación de un mamo comienza cuando es pequeño y dura unos
dieciocho años. Llevan al joven a lo alto de las montañas y allí le enseñan a
meditar sobre el mundo natural y espiritual.
En la cultura occidental, el mamo sería una especie de cura,
profesor y doctor, todo en uno.
Coca frente a cocaína
La coca desempeña un papel central en la vida cotidiana, y se
utiliza en ofrendas y ceremonias.
Cada hombre lleva consigo una bolsa con hojas de coca, que mastican
para conseguir un efecto ligeramente estimulante. Cuando dos hombres se
encuentran, se intercambian un puñado de hojas como señal de respeto mutuo.
Una calabaza ahuecada a la que llaman poporo contiene
conchas machacadas. Con un palo transfieren el polvillo de las conchas
trituradas a las hojas de coca que tienen en la boca: la alta alcalinidad de
las conchas reacciona al entrar en contacto con la coca y estimula así los
principios activos. El polvo sobrante se coloca en el cuello del poporo, y con
el tiempo se acaba convirtiendo en un grueso collar.
El poporo es un
símbolo de madurez y marca de civilización entre los indígenas.
© Danilo Villafañe
Pero la coca también la cultivan los colonos no indígenas como
materia prima de la cocaína. Colombia es desde hace tiempo la capital mundial
de esta droga, y su producción ha tenido consecuencias devastadoras para la
población indígena.
Las bajas laderas de la Sierra han sido ocupadas por colonos que
cultivan coca para el tráfico de drogas, con el que se financia en gran parte
el conflicto armado entre los grupos de guerrilla y los paramilitares, en la
larga guerra civil que azota al país.
A pesar de la naturaleza pacífica de los indígenas, a menudo se ven
atrapados en el fuego cruzado entre el ejército y los grupos armados ilegales.
Muchos han muerto asesinados como consecuencia, y otros se han visto forzados a
huir por esta especie de guerra civil que asola sus tierras.
Váyanse de nuestras tierras
Se prohíbe la
entrada a no-indígenas”. Cartel en una comunidad arhuaco.
© Kelly Loudenberg
Los indígenas de la Sierra son descendientes de los tayronas, una
gran civilización cuyo magistral trabajo con el oro y su arquitectura atraen a
la región a turistas y ladrones de tumbas por igual.
Cada pueblo indígena se ha adaptado a la invasión de sus tierras a
su modo: los kogis rechazaron la invasión exterior huyendo a zonas más altas de
la Sierra. Se han mantenido especialmente hostiles a las visitas de turistas
con cámara en mano.
Los arhuacos, a cuyos varones se distingue por sus sombreros con
forma cónica, han organizado un fuerte movimiento político para defender sus
derechos, mientras que los kankuamos viven al pie de las montañas, en su
mayoría integrados por completo en la sociedad mayoritaria.
El agua
El agua es enormemente reverenciada por los indígenas, y existe una
enorme oposición a los proyectos hidroeléctricos en la región, tanto los ya
existentes como los que están en fase de planificación. Las presas interfieren
en el ciclo natural del agua de la Sierra y amenazan los cultivos y el ganado
de los indígenas.
La propiedad privada de la tierra y los proyectos de “desarrollo”
hacen cada vez más difícil para los indígenas moverse por su territorio
ancestral y realizar ofrendas para mantener el equilibrio del planeta.
Informe
Survival Internacional
https://survival.es/indigenas/sierra-nevada
No hay comentarios:
Publicar un comentario