Francisco
pronunció en Chiapas un duro alegato contra “el dolor, el maltrato y la
inequidad”
Lo
que el Gobierno mexicano más temía se ha producido: el Papa Francisco, cuyo
liderazgo mundial trasciende al religioso, se plantó este lunes en la selva de
Chiapas y pronunció un duro alegato contra “el dolor, el maltrato y la
inequidad” sufrida por los pueblos indígenas, que en México suman 11 millones
de personas de un total de 50 en toda América Latina. Jorge Mario Bergoglio
pidió perdón a los indígenas y animó a que los gobernantes también lo hagan por
“excluirlos, menospreciarlos y expulsarlos de sus tierras”.
El
viaje del papa Francisco por los problemas nuevos y viejos de México sube cada
día de decibelios. Ya su presencia en el Estado de Chiapas, donde un tercio de
sus cuatro millones de habitantes sufre pobreza extrema y altos índices de
analfabetismo, sitúa al Gobierno frente una de las grandes asignaturas
pendientes del país: la prácticamente inexistente integración de los indígenas
en la vida cultural, social y política del país. Además, Bergoglio lo hizo sin
medias tintas, incluyendo también al Vaticano y a la jerarquía mexicana de la
Iglesia católica entre quienes se han equivocado en su relación con Chiapas y
sus moradores. La visita a la tumba del obispo indigenista Samuel Ruiz
(1924-2011), cercano a la teología de la liberación y a quien el Gobierno y el
Vaticano hicieron la vida imposible, se convirtió en la constatación más
gráfica de un cambio de ruta. El otro gesto fue autorizar de nuevo la
ordenación de diáconos permanentes indígenas y la utilización en la liturgia de
sus idiomas, algo que ya hacía el obispo Ruiz y por lo que recibió fuertes
críticas de la Iglesia oficial.
Pero
el momento clave de la presencia del Papa en Chiapas se produjo en San
Cristóbal de las Casas, durante la misa celebrada en español y en las lenguas
indígenas. Después de reconocer como legítimo el anhelo de los pueblos
indígenas de vivir en libertad –“en una tierra prometida donde la opresión, el
maltrato y la degradación no sean la moneda corriente”--, el Papa pronunció un alegato
que, por su relevancia. merece la pena reproducir en su integridad. “Muchas
veces, de modo sistemático y estructural, los pueblos indígenas han sido
incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores
sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el
dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han
realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a
todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡perdón! El mundo de
hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”.
Bergoglio
ligó la protección de los inmigrantes con el cuidado a la naturaleza, tema
central de su encíclica Laudato sì. Dijo que “el mundo de hoy” tiene mucho que
aprender de la relación “armónica” de los indígenas con la naturaleza y animó
de nuevo a los gobernantes a tomar ejemplo de una cultura que aún educa a sus
jóvenes “con la sabiduría de sus ancianos”. Tras las palabras de Bergoglio, el
obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi leyó un emotivo mensaje
suscrito por las comunidades indígenas: “Aunque muchas personas nos desprecian,
tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta. Llévanos en tu corazón
con nuestra cultura, con las injusticias que sufrimos, con el dolor de nuestros
enfermos. Gracias por haber aprobado el uso en la liturgia de nuestros idiomas.
Queremos hablarle a Dios en nuestra lengua”.
Las palabras no bastan
Las palabras no bastan
Yatzil
dice que se ha emocionado con las palabras del Papa, pero teme que todo se
quedé ahí, en las palabras y en la emoción. “Aquí en San Cristóbal”, explica en
voz baja entre la multitud que asiste a la misa, “estamos acostumbrados a las
promesas que no se cumple. Y el Papa puede hablar, pero ¿quién le va a hacer
caso cuando regrese en el avión a Roma”. Es un sentimiento parecido al que
algunos fieles expresaban el domingo en Ecatepec. La invisibilidad volverá a
apoderarse de los más débiles. En este sentido se pronunció un centenar de
representantes de pueblos indígenas y campesinos de 15 países de América
Latina: “Las palabras no bastan”.
Fuente:
Diario El País – 16 de Febrero de 2.016
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