Fuente: VILLAVERDE MAZA, NOEMÍ: «La
Madre Tierra de los pueblos originarios y el cambio climático». Publicado el 2
de junio de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.22 – URL: http://revistamito.com/la-madre-tierra-de-los-pueblos-originarios-y-el-cambio-climatico/
De cómo los pueblos nativos entienden
la naturaleza y su profecía.
“Ya no se habla de someter a la
naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno
u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de
nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al
crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde
a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se
dedica a romper su propio cielo” escribe Eduardo Galeano(1). El concepto de
naturaleza de los pueblos originarios es bien diferente: todo es una esfera de
vida global.
Niña yanomami. Reserva yanomami de Maturacá.Fotografía: Adriana Paiva |
AGIP, una de las más importantes
empresas petroleras, firmó un contrato en Marzo del 2001 con las comunidades
Huaoraní de Ecuador, a las que, a cambio de ceder su territorio para construir
una plataforma petrolera, tender un ramal de oleoducto y extraer crudo, se
compromete a entregar a cada una de las seis comunidades Huaorani,
literalmente:
– 50 kilos de arroz.
– 50 kilos de azúcar.
– Dos cubos de grasa.
– Una bolsa de sal.
– Un silbato de árbitro.
– Dos balones de fútbol.
– Quince platos.
– Quince tazas.
– Un armario con 200 dólares en
medicinas en una única partida.
La petrolera también acordó brindar a
los indígenas un curso para promotores de salud y entregarles una radio, una
batería, un panel solar y 3.500 dólares para construir un aula escolar(2).
Lógicamente, la respuesta de algunos
Huaoranis no se hizo esperar: cortaron las carreteras, tomaron pozos petroleros
y ocuparon el aeropuerto. Y es que las provincias no tienen carreteras
asfaltadas, ni energía eléctrica, y el noventa por ciento de la población vive
en condiciones de pobreza. Las compañías petroleras pisoteaban sus derechos y
los derechos del medio ambiente, el gobierno les abandonaba, los misioneros
cristianos trabajaban para socavar su cultura, grupos ecologistas utilizaban a
los Huaorani como peones en una batalla mundial… y como se ha visto, muchos de
los mismos Huaorani fueron incapaces de resistir los sobornos(3).
Hace no tanto, en el 2013, el
presidente de Ecuador Rafael Correa incluyó en su discurso el Sumak Kawsay
(“Buen vivir” en lengua kichwa) para comprometerse a respetar el medio ambiente
y no tocar las reservas de crudo que hay en los campos petroleros del Yasuní. A
cambio, eso sí, pedía un fondo internacional de 2.700 millones para compensar
la pérdida de ingresos. Las instituciones más ricas del planeta apenas fueron
capaces de prometer unos pocos millones. “El factor fundamental del fracaso es
que el mundo es una gran hipocresía”, dijo Correa. Así pues, el presidente
cambió su discurso, y en este caso, el Sumak Kawsay no iba a dirigido al medio
ambiente, sino a la erradicación de la pobreza de las comunidades menos
favorecidas.
Nada dijo de las más de 400 millones
de toneladas de CO2 (similar a las emisiones de España en un año), del peligro
para la biodiversidad existente (100.000 especies de insectos, 150 de anfibios,
121 de reptiles, 598 de aves y unas 200 de mamíferos, aparte de unas 3.000 de
flora) y la salvaguarda de los derechos de los pueblos indígenas que habitan en
la zona, principalmente los Huaorani(4).
Alegria cusqueña, 2009. Fotografía: Maurizio Costanzo |
¿Sirve de algo un silbato de árbitro y
un balón si no tienes tierras para jugar al fútbol? ¿Sirve de algo el buen
vivir si no tienes a la Pachamama de tu lado y del lado de tu comunidad, algo
que las generaciones que te precedieron insistieron en conservar?
Y aquí entra el concepto de ecología
de los pueblos originarios.
“El entorno no es independiente de
nosotros; nos encontramos dentro de él, al igual que él está dentro de
nosotros; lo creamos y nos crea” explica claramente Davi Kopenawa, un líder
yanomami de Brasil. “Maxitari” es como los Yanomami llaman al aliento del
espíritu de la tierra. Y es que la Tierra, aseguran, respira. En general, para
los pueblos originarios, la naturaleza no es paisaje, no es una propiedad, ni
algo utilitario ni ajeno a ellos. La naturaleza está viva. El ser humano es
parte integrante de la Tierra. Y la Tierra y todo lo que contiene es fuente de
vida.
“Eloheh” llaman los Cherokee a la
Tierra, pero también significa historia, madre, cultura, orgullo y religión(5).
“Pachamama” es quizás el concepto más
conocido. La palabra “pacha” viene de “paya”, que significa dos; y “chama”, que
significa fuerza. Dos fuerzas cósmico-telúricas: lo visible (Pachamama) y lo
invisible (Pachakama).
Explica el filósofo Aymara Fernando
Huanacuni Mamani: “Desde el pueblo aymara-quechua la llamamos Pachamama (Madre
Tierra), el pueblo mapuche dice Ñuke Mapu (Madre Tierra), para los Ngobe Bugle
de Panamá es Meyedobo (MadreTierra), para los Urus que siempre han vivido sobre
las aguas dirán Qutamam (Madreagua), que es la que les generó vida y los
hermanos de la Amazonía dirán Madre Selva en sus respectivas lenguas. Pero
ningún pueblo que guarda la sabiduría ancestral dice simplemente tierra, o
planeta, o medio ambiente, hay una relación de familiaridad, de cariño, de
saber que vive; más aún que es nuestra madre”(6).
“Odùa-Ilè-Àiyé” o Madre Tierra, le
llaman los Yoruba en oeste africano. “Amalur” es la Madre Tierra en la lengua
euskara de los vascos de Europa. En el Rig-veda, el texto más antiguo de la
India, también se presenta el concepto de la Tierra como diosa madre.
La película “Birdwatchers”(7) es un
retrato conmovedor de la pérdida guaraní de sus tierras. Cuando un colono que
dice ser el propietario de las tierras se enfrenta al líder de la comunidad, el
hombre guaraní se inclina, coge un puñado de tierra roja y empieza a comérsela.
Con esta sencilla acción reivindica la interconexión entre su tierra y su
pueblo.
“Nosotros los indígenas somos como
plantas”, dijo la ya fallecida activista Marta Guaraní. “¿Cómo podemos vivir
sin nuestra tierra, sin nuestro suelo?”.
“He ali‘i ka ‘āina, he kauwa ke
kanaka”, “la tierra es el jefe, la humanidad su sirviente”, dice un proverbio
hawaiano. De acuerdo con el cántico antiguo de la creación, el kumulipo, los
hawaianos descienden directamente de la tierra.
En la lengua de los Okanagan o Syilx
en Canadá, esto se vuelve literal: la Madre Tierra y el cuerpo son referidos
con la misma raíz silábica.
También los Mapuches en el sur de
Chile son un claro ejemplo: “mapuche” significa “gente de la Tierra”.
En la lengua de los Kanak o Canacos en
Melanesia, el cuerpo toma las categorías del reino vegetal. “Kara” designa al
mismo tiempo la piel del ser humano y la corteza del árbol. La carne y los
músculos, “pié”, refiere a la pulpa o al carozo de las frutas. La osamenta del
cuerpo se designa igual que el tronco de un árbol, y también como los desechos
de coral que aparecen en la playa. Los aparatos internos del cuerpo llevan el
nombre de un fruto de apariencia parecida: los pulmones se parecen al kuni, los
intestinos a las lianas(8).
Mujer Tradicional Fotografía: Lindsey G. |
De parecida forma, la lengua euskara
de los vascos tiene cinco divinidades que corresponden a los cinco elementos
naturales: la tierra, el agua, el aire, la madera, el fuego. Estos principios
de la cosmogonía proporcionan cinco raíces léxicas que genera el vocabulario
anatómico(9).
En estos ejemplos se vislumbra otro
tipo de ecosofía donde el cuerpo anatómico no es un soporte o un límite que
otorga una individualidad, sino que se confunde con el mundo. El mismo cuerpo
no se puede fragmentar en partes como hace nuestra medicina, y tampoco se puede
separar del mundo e incluso del cosmos. Todo es una esfera de vida global. Un
claro ejemplo es un término jotï o hotï de la Amazonía venezolana, “jkyo
jkwainï”, que se podría traducir como “respetar, cuidar y amar todo lo que nos
rodea por la conciencia de interdependencia”(10). No se entiende al individuo
como una totalidad o unidad que tiene valor en sí mismo, porque impera la
consciencia de la interdependencia. La persona es biosfera.
Nuestra sociedad en cambio tiene una
noción de la historia como un proceso civilizatorio en el que nos alzamos
gradualmente por encima de la naturaleza. En realidad, esto es un mito más, ya
que la naturaleza no está fuera de nosotros y nosotras, sino que es un continuo
que surge a través de las acciones de todos los agentes vivientes.
El delicado equilibrio entre el ser
humano y la naturaleza se ha mantenido durante milenios debido única y
exclusivamente a un respeto por sus límites. La prudencia, la responsabilidad y
la reciprocidad son, por tanto, requisitos necesarios. Como dice ell activista
Mike Koostachin “nos encontramos aquí por la previsión de nuestros padres, y
tenemos la obligación de tener consideración por los que aún no han nacido”.
Oren Lyons contaba que entre los Onandaga, Iroqueses, “al caminar sobre la
Madre Tierra, posamos siempre los pies con cuidado porque sabemos que las caras
de las generaciones futuras nos miran desde abajo. Nunca las olvidamos”(11). Los
penan de Malasia tienen incluso una palabra que significa “nunca tomar más de
lo necesario” y se dice “molong”(12).
Los pueblos originarios tienen, por lo
general, una huella ecológica muy pequeña, pues han practicado formas de vida
sustentables desde hace miles de años. Por eso, han desarrollado un
conocimiento muy profundo de su entorno, un entorno que cada vez les parece más
extraño. De hecho, son más vulnerables que nadie frente a los cambios del
planeta.
Los Inuit del noroeste de Canadá
informan sobre hielo marino menguante, inviernos más cortos y veranos más
calurosos, cambios en la capa subterránea de hielo (permahielo) y aumento del
nivel del mar, avistamientos en el norte de pájaros que sólo se encuentran en
el sur, menos nieve durante los meses más fríos del año y menos mosquitos en
verano. También se quejan de que no pueden confiar en las habilidades
tradicionales para leer el clima, algo imprescindible para conocer las mejores
fechas de cacería y de siembra y cosecha.
"Cuando crezca" Fotografía: Matthew Sharp |
El antropólogo Francesc Bailón destacó
una palabra con la que nombran al cambio climático: “uggianaqtuq”, una palabra
en lengua inuktitut del norte de Baffin que significa comportarse de forma
inesperada, o de una manera desconocida. Hoy, el clima es un viejo amigo que se
ha vuelto raro.
El Monte Kilimanjaro de Tanzania,
África, ya ha perdido el 82% de su cubierta de nieve en los pasados ochenta
años, mientras que el monte Kenia perdió el 92% en un siglo. La expansión de
mosquitos expande enfermedades, y las sequías hacen peligrar el ganado.
Los Yanomamis de la Amazonia brasileña
informan de que las lluvias llegan tarde, el sol se comporta de una forma
extraña. Además, advierten que los países ricos han quemado y destruido muchos
kilómetros de selva amazónica, y la tierra se está secando(13).
“No habrá un fin del mundo” asegura el
activista sioux Floyd “Red Crow” Westermann, y advierte: “No se trata del fin
del mundo, sino de nuestro fin. Y la tierra se regenerará, porque tiene
todo el tiempo del mundo.”
Fuente: VILLAVERDE MAZA, NOEMÍ: «La
Madre Tierra de los pueblos originarios y el cambio climático». Publicado el 2
de junio de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.22 – URL: http://revistamito.com/la-madre-tierra-de-los-pueblos-originarios-y-el-cambio-climatico/
Para saber más
(1) GALEANO, Eduardo. Úselo y tírelo.
El mundo visto desde una Ecología Latinoamericana.
(2) http://www.ipsnoticias.net/2002/03/boletin-ambiente-ecuador-indigenas-burlados-por-compania-petrolera/
(3) Para saber más: KANE, Joe. “Savages”.
(4) http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/16/actualidad/1376649554_989809.html
(5) EEDE, Joana. Somos uno, un
homenaje a los pueblos indígenas.
(6) http://www.culturande.org/Upload/20126413473Pachamama.pdf
http://www.survival.es/articulos/3248-suicidios-guaranies-impacto-en-la-psique-del-divorcio-entre-humanidad-naturaleza
(7) https://www.youtube.com/watch?v=Nk0KQt75ZWU
http://www.nlm.nih.gov/exhibition/avoyagetohealth/pdf/LandandHealth.pdf
(8) LE BRETON, David. Antropología del
cuerpo y modernidad.
(9) PEILLEN, Dominique. Symbolique de
la dénomination des parties du corps humain en langue basque.
(10) https://www.academia.edu/8261357/
(11) EEDE, Joana. Somos Uno, un
homenaje a los pueblos indígenas.
(12) http://www.context.org/iclib/ic29/davis/
(13) http://www.survival.es/noticias/7910
http://assets.survivalinternational.org/documents/134/Survival_Informe_Cambio_Climatico.pdf
(14) https://www.youtube.com/watch?v=7xe346hROnE
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