1
Nuestro Padre Ñamandú Verdadero, el Primero:
Hé aquí que lo elevo y de
lo envío aquello que he escuchado
sobre nuestro lecho de
descanso.
busco fervor religioso en
la casa de las plegarias,
canto, rezo, danzo,
me esfuerzo en alcanzar la
condición perfecta.
Sobre tu inmensa morada
terrenal,
aquéllos a quienes
proveíste del emblema de la masculinidad,
aquéllas a quienes
proveíste del emblema de la feminidad,
se esfuerzan en seguir
permaneciendo (sobre la tierra)
y la tristeza de sus
corazones
te cuento, para que la
sientas, te la envío.
2
En consecuencia, ¿solamente
para esto hablaste
en tu morada terrenal, con
tu palabra la creaste,
para estar todos juntos en
medio de toda clase de males,
por todos los lugares en
que se asienta tu reflejo, el sol?
En consecuencia, los
extranjeros, sólo ellos,
Mezquinan todo
extremadamente.
Por eso, aquéllos a quienes
proveíste del emblema de la masculinidad,
aquéllas a quienes
proveíste del emblema de la feminidad,
aquellos pocos cuerpos
(seres) que se animan
todavía a quedarse sobre la
tierra,
no saben absolutamente en
dónde
han de encender sus fuegos,
por lo menos,
en dónde han de tener sus
alegrías,
en dónde han de elevar sus
fogatas sagradas.
3
Por consiguiente, hé aquí
que estoy preguntándote otra vez
cuándo hablarás de nuevo
sobre tu morada terrenal imperfecta
y viviremos otra vez
felices.
4
Escucha… En virtud de esto,
hé aquí que en torno de
nuestros fogones imperfectos
solamente acerca de estas
cosas te contamos
y te lo enviamos.
5
En virtud de esto, sólo tú
harás que bajen tus palabras
hasta el origen del
entendimiento de los jefes extranjeros,
harás que bajen
secretamente los enviados de los dioses Tupã
a conmover sus corazones.
Has que tengan fortaleza
mis palabras,
Verdadero Padre Ñamandú, el
Primero,
pronuncio estas plegarias
para que tú las escuches.
6
Recién entonces (sabremos)
en dónde,
En el lecho de qué bosque
primigenios
tendremos espacio para
encender nuestros fuegos,
mediante estas palabras que
ahora me escuchas,
¡Verdadero Padre Ñamandú,
el Primero!
7
Por este motivo, porque tú
mismo lo dijiste:
“Después de mucho tiempo
los numerosos extranjeros
van a venir entrando entre vosotros,
y vosotros vais a quedar
detrás de las casas de los extranjeros,
vais a comer sus comidas no
más ya,
vais a tener sus
costumbres.
No vayáis a olvidaros de
mí. Aunque esto sea así,
no tenéis que veros
olvidándoos de mí”.
8
Por esto, a los que se
quieren bien (quieren ser inmortales)
es que les mostraste su
futuro camino hermoso.
Por consiguiente, de unos
pocos que escuchan bien
se ven todavía sus cuerpos
y no quedarán convertidos
en tierra
sino que alcanzarán el
estado de la indestructibilidad.
Porque así lo dijiste es
que me acuerdo (de tus mandamientos),
¡Nuestro Padre Ñanamdú
Verdadero, el Primero!
Fuente: Lorenzo
Ramos-Benito Ramos-Antonio Martínez. El Canto resplandeciente.
Ayvu Rendy Vera. Plegarias
de los mbya-guaraní de Misiones.
Compilación, prólogo y
notas de Carlos Martínez Gamba.
Biblioteca de Cultura
Popular. Ediciones Del Sol. Bs. As. 1984, págs. 36-38.
Benito Ramos, ya fallecido,
fue oriundo de “la zona de Ka ´aguasú (Paraguay), un mbya- guaraní del Guayrá,
“de aquéllos cuyos textos míticos Cadogan recogió en su Ayvy Rapyta”,
según comenta Martínez Gamba. Benito Ramos formó parte de uno de los flujos
migratorios de mbya guaraníes que se asentaron en la provincia de Misiones. De
hecho, la presencia contemporánea de
parcialidades guaraníes en la Región, se inició con un flujo migratorio a fines
del siglo XIX, y un segundo flujo hacia la segunda década del siglo XX, procedentes
de la región oriental del Paraguay, en especial de la centro-oriental y de la
llamada del Guayrá.
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