Desde que no
necesito convencer a las flores
de que son estrellas
en la tierra,
desde que aprendí a
dejar marchar los veranos
y dejar venir los
Inviernos
sin morir en el
intento,
desde que tengo y no
retengo más mi corazón,
y dejé libres a los
pájaros que me brotan de la boca,
desde que no me
importa otra cosa
que repartir flores
allá donde mis manos tocan.
Desde que soy fiel a
mi locura
y canto a mi Madre
Tierra
como si fuera a
morir mañana,
(que en realidad es
cierto)
y rozo con la punta
de los dedos
el infinito que late
en un poema.
Desde que soy el
vuelo de las águilas
y el baile de las
abejas,
el sol congelado de
una piedra,
la forma efímera de
una nube
pintando la bóveda
celeste de la existencia.
Desde que no me
preocupa nada más
que hacer de cada
día el último
o el primero del
resto de nacimientos
que están dilatando
el mundo
en su proceso de
parto.
Desde que soy un
fractal de mi propio sueño,
lo más acercado al
silencio cuando suspira,
la Nada en su máxima
potencia
y el Todo en su
vacío,
sin definiciones ni
adjetivos,
sin aspirar a nada
más
que lo que dentro me
late como estrellas
es curioso,
pero desde entonces
las manecillas del
reloj me miran de reojo
porque el Amor me
mira de frente
y el mundo se para
en unos ojos.
Desde que los
incendios asolaron
la raíz más profunda
de mi bosque
la hiedra se hizo
más honda
y ahora trepa hacia
la esencia.
Y desde este volcán
apasionado,
desde este manantial
de ternura
desde este ser que
tiembla de amor y miedo,
desde este verso
humano
que se escribe y se
borra de nuevo,
desde que no le
busco más motivo a este poema
que escribir lo que
me nace de los dedos,
desde ese no saber
el por qué de ninguna estrofa
que me escribe a
cada impulso de mis pasos,
desde ese no
definirme
porque cada día
nazco por vez primera.
¿Sabes?
Desde que encontré
caracolas en las montañas
y vi nacer flores en
los desiertos
han vuelto a nacer
brotes de esperanza
y tréboles de cuatro
hojas,
y la vida de repente
me sabe a cielo
y el alma me huele a
tierra.
Desde que la
búsqueda cesó
y nació el profundo
encuentro,
desde que no me
parezco a nada
porque todo lo
contengo,
resulta que me voy
pareciendo
cada vez más
a mí.
Ada Luz Márquez
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