La Agencia Internacional
para la Investigación del Cáncer de las Naciones Unidas probó los efectos
nocivos que las instituciones de EEUU y Europa no tuvieron en cuenta
En cuatro décadas, la
versión oficial nunca había cambiado: el glifosato no era cancerígeno. Esto es
lo que concluyen las mayores agencias reguladoras responsables de evaluar
la peligrosidad de un producto antes y después de su comercialización: la
Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en
inglés) en Europa, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la
Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA).
Pero en marzo de 2015
otra organización, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer
(IARC) de las Naciones Unidas (ONU), llegó a la conclusión opuesta. Para esta
institución de referencia, el herbicida –el producto estrella de Monsanto y el
plaguicida más utilizado en el mundo– es genotóxico, cancerígeno para los
animales y "probable carcinógeno para el hombre".
¿Cómo explicar tamaña
divergencia? La mayoría de los observadores citan una razón importante: para
hacer sus hallazgos, las agencias dependen en gran medida de los datos
confidenciales proporcionados por… Monsanto, mientras que el IARC no tenía
acceso a estos datos. En otras palabras, la decisión que favorece al glifosato
se basa esencialmente en los resultados de la empresa que la fabrica. Una experiencia
"científicamente errónea"
Un reconocido toxicólogo denunció esta situación: Christopher Portier,
ex director de varias instituciones federales de investigación de Estados
Unidos y socio en el IARC. Gracias a la insistencia de eurodiputados y a varias
ONG, es el único científico independiente que ha podido averiguar los famosos
datos ultra-secretos.
Así, se descubrieron
problemas que habían pasado desapercibidos. El 28 de mayo de 2017, Portier le
escribió al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: para él,
sin duda, la investigación de las agencias europeas, realizada esencialmente
sobre la base de elementos transmitidos por Monsanto, es "científicamente
errónea". De hecho, pasaron por alto ocho casos de aumento de la
incidencia de ciertos tumores asociados con glifosato. Las agencias han
refutado en bloque y estalló la polémica.
¿A quién creerle? Para
intentar responder a esta pregunta clave, Le Monde indagó en los "papeles de Monsanto",
decenas de miles de páginas de documentos internos que la firma tuvo que hacer
públicas en el marco de una acción colectiva llevada a cabo en los Estados
Unidos por 3.500 denunciantes.
El estudio de estos
documentos trajo algunas respuestas preocupantes ya que arroja alguna luz sobre
cómo las agencias reguladoras utilizan los estudios secretos –y a veces
sospechosos– de la industria. Esto conduce principalmente a cuestionamientos
sobre la integridad e independencia de los informes oficiales sobre el
glifosato.
El glifosato acaba de ser
clasificado como “probable carcinógeno” por la agencia de las Naciones Unidas
En Bruselas, algunos
funcionarios toman la cuestión en serio. De hecho, en mayo de 2017, el
eurodiputado checo Pavel Poc (Socialistas y Demócratas) organizó una reunión
pública sobre el tema, bajo los auspicios del Parlamento Europeo. Ese día,
Peter Clausing, toxicólogo alemán asociado a la ONG Pesticide Action Network
(PAN), lanzó una bomba: un estudio presentado por los industriales, que mostró
un aumento en la incidencia de los linfomas malignos en los ratones más
expuestos al glifosato ha sido indebidamente ignorado por la EFSA, la Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria. Teniendo en cuenta que este estudio no era
confiable, la agencia no tomó en cuenta sus resultados, pero es probable que
alertara sobre los peligros de este producto.
En su informe de expertos
de noviembre de 2015, la EFSA se justificó: "Durante la segunda
teleconferencia de expertos, el estudio se consideró inaceptable debido a
infecciones virales que podrían influir en la supervivencia de los animales,
así como en la incidencia de tumores, en particular linfomas".
Según la agencia, ciertos
virus llamados "oncogenes" pueden causar tumores en animales de
laboratorio. Los ratones utilizados para este estudio llamado "Kumar, 2001"
contrajeron un virus de este tipo (no relacionado con el glifosato),
difuminando los resultados.
"El gran problema es
que no hay ningún documento que mencione el hecho de que una infección de este
tipo realmente afectó a los animales", refutó el toxicólogo Peter
Clausing. "Lo que se encuentra en los informes preliminares de la
evaluación del glifosato es que este tipo de infección es posible, pero no que
se haya producido. Lo que primero se describe como una posibilidad, se
convierte –después de la "teleconferencia"– en un hecho", se
indigna el especialista.
¿Qué pasó en esta
"teleconferencia" que inhabilitó el estudio? El 29 de septiembre de
2015, se desarrolló la importante cita telefónica que reúne a expertos de
varias agencias. Los participantes incluyeron un representante de la Agencia de
Protección Ambiental de los Estados Unidos, EPA, Jess Rowland. Es él quien
supervisa la reevaluación del glifosato en los Estados Unidos. Y aseguró que
durante el estudio hubo una infección viral que invalidaría el "Kumar,
2001". Consultado por Le Monde, EFSA confirmó la intervención pero aseguró
que "la información presentada por la EPA durante esta teleconferencia fue
verificada independientemente" por sus propios expertos.
La ONG con sede en Bruselas
Corporate Europe Observatory presentó una solicitud de acceso a los documentos
internos de la EFSA para clarificar los dichos de Jess Rowland. La respuesta
fue contundente: no hay ningún rastro en los archivos de la agencia que
verifique las afirmaciones de Rowland.
Es más, la Agencia Europea
de Sustancias y Preparados Químicos, ECHA, en su propio informe sobre glifosato
asegura que el estudio "Kumar, 2001" no informa "sospecha de
infección viral" de ratones y que "la verdadera base de la decisión
de la EPA no se conoce".
Los documentos de Monsanto
demuestran que la empresa está informada de lo discutido en esa
teleconferencia. "Hablé de glifosato con la EPA", escribió uno de sus
ejecutivos en un mensaje de texto a las 2:38 pm del día después.
Y eso no es todo, apunta el
diario francés. En la sede de Monsanto, Jess Rowland no es un desconocido: su
nombre aparece regularmente en los "papeles de Monsanto",
especialmente en abril de 2015, mucho antes de la famosa reunión telefónica.
Aunque el glifosato acaba
de ser clasificado como "probable carcinógeno" por la agencia de las
Naciones Unidas (IARC), y su reevaluación está en marcha en la EPA, otra
organización federal estadounidense, la Agencia de Sustancias Tóxicas (ATSDR),
ha anunciado a su vez que ha iniciado su propia investigación.
Fuente: Infobae - 5 de Octubre de 2.017
No hay comentarios:
Publicar un comentario