En la era de las
nuevas tecnologías, escuchar a la Tierra y emular a nuestros antepasados puede
solucionar problemas de escasez
Unos indígenas aimaras
participan el pasado domingo en un ritual para pedir lluvias en Laja, Bolivia,
donde se está sufriendo una fuerte sequía.
indígenas aimara participan el pasado domingo en un ritual para pedir lluvias en Laja, Bolivia, donde se está sufriendo una fuerte sequía. AGENCIA BOLIVIANA DE INFORMACIÓN EFE |
Volver a los orígenes
es la recomendación de quienes conocen y estudian la sabiduría ancestral y su
legado en muchas vertientes. También en lo relacionado con la obtención,
conservación y protección de un recurso tan escaso como vital: el agua. “Yo no
he inventado nada, solo devuelvo lo que me enseñaron a mí”. Habla así el doctor Kashyapa
Yapa, originario de Sri Lanka y residente en Ecuador desde hace más de 20 años,
un tiempo que ha invertido en recorrer Latinoamérica para aprender de sus
primeros pobladores. Doctor por la Universidad de Berkeley (California) en
Ingeniería Civil, está en Abiyán (Costa de Marfil) para participar en la séptima
edición del Foro de la Red de Suministro de Agua Rural (Rural Water Supply
Network), que tiene lugar cada cinco años. Esta semana se han dado cita más de
500 expertos en agua y saneamiento con la intención de unir fuerzas para lograr
una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: dotar de agua
potable a los 663 millones de personas que carecen de ella de aquí a 2030.
Yapa ha participado en
el foro con una ponencia atípica, muy humana, discretamente alejada de los
cánones científicos exigidos en un encuentro como este. Nurturing water:
ancestral ground water recharging in the Americas es un trabajo con el que
pone de relieve su compromiso para revalorar y recuperar las prácticas
ancestrales de crianza de agua y promoverlas. El auditorio escucha con atención
durante una media hora en la que esboza apenas un breve resumen de su dilatada
experiencia estudiando la ingeniería de las civilizaciones prehispánicas, un
tema que desarrolla más ampliamente en su libro de descarga gratuita Prácticas
ancestrales de crianza de agua.
En un rato de calma,
Yapa se reúne con Planeta Futuro para darnos los consejos que, en su opinión,
las civilizaciones americanas de hace dos mil años nos daría si tuvieran
oportunidad para aprovechar mejor este recurso y optimizar la agricultura.
“Todo se resume en escuchar más a la tierra, ocupamos nuestra cabeza con muchas
cosas y nos olvidamos de las lecciones de nuestros abuelos, lo que ellos
observaban”, asevera. Entonces: ¿qué podemos hacer?.
1. Mirar hacia el
pasado
Nuestros ancestros
priorizarían saber qué pasa con el clima, porque el clima es el que nos trae
agua. Algunas veces se demora en llegar, a veces será demasiada… Ellos eran
maestros en la gestión de riesgos. Querían saber qué está pasando aunque no
estuviera escrito en ningún lado, y por eso sabían que después de la noche
viene el sol, que las estaciones se repiten… Conocían los ciclos así que
intentaban entender el pasado para conocer el futuro. Analizando el clima
podemos anticiparnos a fenómenos meteorológicos y tomar precauciones o sacar
más provecho de lo poco que tengamos. Anticipar, además, significa entender la
historia. No debemos limitarnos a la observación de los fenómenos durante
nuestro tiempo de vida, mi papá, abuelo, bisabuelo… ya venían haciendo ese
mismo trabajo en la misma zona, con el mismo tipo de agricultura… Nos sirve esa
información también. Son cientos y cientos de años de experiencia que tienen
muchísimo valor.
2. Dar el valor justo
al exceso de agua
Hay dos fenómenos
diferentes: puede que caiga mucha agua o que haya sequía. Pensamos que la
sequía es peor pero el exceso de agua es más peligroso porque ocurre de repente
y todo se destruye si uno no está preparado. La sequía, sin embargo, es
gradual. A ellos les preocupaba más una lluvia demasiado fuerte porque con las
sequías se puede ir aprendiendo poco a poco y buscando una solución. Hoy hemos
perdido ese enfoque. ¿Y por qué la gente vivía en el desierto si es difícil
vivir? Porque con tanto sol, su producción agrícola, si salía, crecía más
rápido y en cantidad, más que en una zona lluviosa donde hay más humedad y los
cultivos se pudren… En las zonas semiáridas han surgido todas las
civilizaciones grandes que hemos conocido. Además no se necesita tanta agua
para sembrar, es una equivocación: la ciencia se está dando cuenta
recientemente que una planta necesita mucha menos agua para alimentarse de
la que creemos.
3. Aprender el
lenguaje de la naturaleza
¿Alguien vio lo que
pasó hace seis meses en el sol? Estaba rodeado por un halo enorme. Era
impresionante y casi nadie puso atención aunque era algo totalmente raro. Esos
fenómenos nos deben decir algo, pero ni nos dimos cuenta. No suele ser tan
obvio pero, a veces, sí podemos ver pequeños anillos y lo que nos indican es
que es un día sin muchas nubes, y eso significa que en la noche seguirá estando
despejado y todo el calor del día se irá y podría venir una helada. Quienes
saben cuándo habrá heladas saben cuándo es mejor plantar para recoger a tiempo.
En los alrededores del lago Titicaca de Bolivia, a cuatro mil metros de altura,
aún se valoran y conservan esos conocimientos. En esa zona normalmente siembran
en septiembre hasta noviembre. Pero desde marzo están observando el clima.
Escogen a un mayor de la comunidad, un líder que en Bolivia se llama yapuchiri,
por ejemplo. Él se hace cargo de pronosticar el clima. Tienen miles de señas y
secretos y observan muchas cosas: la aparición de unas flores, unos pajaritos…
todo.
4. No menospreciar las
plantas silvestres
Hay vegetales que
hemos domesticado, como la papa silvestre, que es pequeña y no tiene mucho
sabor. Le hemos cambiado sus características a lo largo de la Historia para
poder comercializarlas y comerlas. También ocurre con la versión original del
maíz, domesticado en México. El original no se reconoce para nada porque los
granos son bien pequeños. Nuestros antepasados iban seleccionando y modificando
pero conservaron la versión original sin variación genética porque de ella se
puede aprender mucho. Alrededor del lago Titicaca cultivan papas y otros
tubérculos que han sido domesticados durante siglos, pero nunca destruyen la
planta silvestre porque ellos saben que si conocen comportamiento de la planta
original, sabrán cómo se comportará la domesticada… Esto es muy importante.
5. Elegir mejor dónde
plantamos
Hemos dicho que
conociendo el comportamiento de las nubes y otros fenómenos sabremos predecir
si habrá heladas e inundaciones, por ejemplo. Cuando caen heladas, en las
pampas se destruye casi totalmente el cultivo, pero en las laderas no quedan
tan afectadas porque el aire frío va bajando rápido sin dañar mucho el cultivo.
Si ellos pronostican que en un año vendrá bastante helada, no siembran en las
pampas, sino en la ladera. Muchos cultivadores andinos no tienen un solo lote,
tienen 20 o 30 pedacitos por todos lados, los llamamos nichos ecológicos.
Eligen un sitio adecuado para el clima que pueda venir. También es interesante
observar a los pájaros: dónde se posan y ponen sus huevos. Si lo hacen en la
parte más baja de las quebradas, es porque saben que el nido allí va a estar
seguro porque no se van a dar fuertes lluvias ni inundaciones. Si hay algunos
seres humanos quienes tienen la capacidad de pronosticar bien el clima, ¿por
qué dudar de los pájaros?
6. Impulsar más la
captación de agua de lluvia
Estuve hablando con un
compañero del Congo sobre el problema de agua que tiene en ese país la gente
que vive en lomas. Cuando llueve mucho, el agua baja por el valle, así que
ellos tienen que bajar, recogerla y subirla, pero las letrinas están en la loma
así que esa contaminación baja a la misma fuente. ¿Y por qué no viven en la
parte baja? Pues porque hay muchos mosquitos, en la loma no les afecta tanto.
Pero han olvidado pequeños detalles. En los libros sagrados antiguos podemos
leer que había ciudades donde multaban a la gente por no tener en sus casas un
tanque para captar agua de lluvia. Ocurría hace dos mil años, en lo que hoy es
Israel y Palestina. Cada familia era responsable de obtener su agua, no tenían
que ir a llorar al rey para que les diera. Esa responsabilidad individual es lo
que falta en esa comunidad de Congo: tiene mucha lluvia pero sus techos no
están diseñados para recoger el agua.
En las zonas
desérticas de Perú no hay casi agua, solamente un poco de la que llega durante
el deshielo en la cordillera de los Andes. Esa sí viene alimentando un poco los
ríos en los primeros meses del deshielo, pero luego es el agua subterránea la
que mantiene la vida en esa zona. ¿Ha escuchado algo de las líneas de Nazca, en
Perú? Son un misterio. Por debajo de ellas hay cientos de kilómetros de túneles
excavados por el hombre hace dos o tres mil años. Hasta ahora existen unas
20 galerías de filtración. Había indicios de unas 50 o más solo en esta zona.
Estas galerías de filtración son unos túneles que recogen y transportan agua
bajo tierra para que no se vaya evaporando. Cuando hay un rio superficial, a
veces se pierde su agua porque no circula, ya que la tierra la va absorbiendo.
No corre como un río, pero tiene un flujo subterráneo. La tierra la filtra así
que, si pones una galería debajo, la recoge y la lleva hasta un pueblo. Las de
Nazca están bien construidas con lajas que suelen medir unos 70 o 80
centímetros de ancho hasta 80-90 de altura para que la gente pueda pasar para
poder construirlas y mantenerlas, porque esa agua subterránea siempre entra con
arena y otros sedimentos finos y las galerías se pueden taponar. Cada 100
metros más o menos se hacían puntos de acceso a los túneles para dar
mantenimiento.
8. El valor de las
placas tectónicas
Hasta para los
hidrogeólogos, que son expertos en agua subterránea, no es tan fácil ubicar
dónde la hay, si es de buena calidad y si será suficiente para cubrir todas las
necesidades. ¿Cómo nuestros abuelos lograron satisfacer las demandas de la
población? Nazca es una zona muy activa tectónicamente, a estos movimientos que
rompen la superficie de la tierra, los llamamos fallas geológicas. Estos
aflojan la densidad del material, dejan medio suelto el suelo. Para el agua ahí
es mucho más fácil caminar, llega con más facilidad hasta las galerías de las
que hemos hablado. Por eso existe una hipótesis: que las líneas de Nazca
indican dónde hay fallas geológicas. No es tan difícil de comprobar pero
todavía no está aceptada científicamente. Nuestros antepasados no tenían
títulos de hidrogeólogos pero ya sabían manejar los recursos. Debemos observar
dónde hay fallas geológicas porque allí puede haber agua que se pueda captar,
pero trabajando con cuidado porque también se puede derrumbar los techos.
9. Hagamos pachagramas
En Bolivia el Gobierno
reconoció que su instituto de meteorología no tenía capacidad para proveer
pronósticos de calidad para la agricultura. Tienen muy poca información histórica
y los grados que va a subir la temperatura o los milímetros de lluvia que no
van a caer no decían nada a los agricultores. Esta es la diferencia entre los
pronósticos climáticos para el campo con los pronósticos climáticos para las
instituciones. Por eso el Gobierno de Evo Morales empezó a reconocer a los
yapuchuris. Hay un proyecto piloto cerca del Titicaca y les han dado
computadoras para que registren sus pronósticos para las campañas agrícolas y
monitorearlos posteriormente. Lo llaman Pachagrama o calendario de la tierra.
Registran si el pronóstico de una helada, por ejemplo, dio resultado o no. Van
juntando toda esa información semanalmente, imagínate: dentro de cuatro o cinco
años habrá un banco de información genial y ahí podremos ir desechando las
predicciones que no funcionen, y adaptar las que funcionan para encontrar
patrones y tendencias.
10. Llevar la
agricultura al agua, no al revés
Hay ejemplos en
Trujillo, Perú, donde la gente cultiva con agua dulce en el desierto, agua que
viene de arriba. Se va filtrando y acumulando en la parte más baja, cerca del
mar. Allí se dieron cuenta de que existía agua subterránea con menor salinidad
que la del mar, comenzaron a retirar arena y la encontraron. No tenían bombas
para llevar esa agua hacia fuera, así que cavaron hasta llegar al nivel de agua
dulce y sembraron en campos hundidos. Desarrollaron una tecnología
impresionante que aún está funcionando. Lo que sobra de la parte alta, sacar
provecho pero cambiando la mentalidad. No hay que llevar agua a la planta sino
traer la planta a donde está el agua dulce. Evitas desperdiciar agua.
11. Amamantar la
Tierra
En los lugares donde
hay pendientes muy fuertes, cuando llueve las quebradas (conjunción de dos
laderas que forma un conducto cóncavo) llevan mucha agua pero al cabo de poco
tiempo se agota. Para aprovecharla mejor se bloquea la quebrada y se fuerza
otro camino para llevar el agua hasta un sitio plano reduciendo la pendiente
del camino y, por tanto, la velocidad. El agua se infiltra por la tierra, hacia
abajo, conviertes agua superficial en agua subterránea. Mil metros más abajo
reaparece como manantiales. ¿Cómo sabían que iba a salir por allí un manantial?
Hay muchos ensayos detrás, son trabajos que no son cien por cien seguros y que
no se resuelven en un día, esa agua se demora unos dos o tres meses hasta que
vuelve a aparecer. Una ONG de Perú, CONDESAN, está llevando adelante una
investigación con en Huamantanga, mandando colorantes con el agua que va por el
canal, por eso nos dimos cuenta de que demora tanto tiempo. Calculan que
alrededor del 40% del agua se recupera. La técnica se llama mamanteo porque
amamantas a la Tierra con agua.
La Tierra es el
reservorio más grande del mundo para agua y no nos cobra nada ni hace ningún
desastre si se sabe manejar. ¿Por qué no sacar provecho? Si tienes el agua
fuera y la quieres guardar varios meses, una parte se va a evaporar y cuesta
harto guardar. Si la guardas bajo tierra llega tranquila. Una manera de guardar
agua son las terrazas. Tú riegas y, después de alimentar la primera capa de
cultivos, se filtra y alimenta a la siguiente, y no desperdicias nada ni hay
erosión. En Machu Picchu, después de 500 años, no vemos ninguna erosión,
hicieron un buen drenaje almacenando con técnica.
13. Pedir permiso
Las comunidades
indígenas realizan cualquier intervención con la naturaleza con gran ritualidad
y ceremonia. Es importante respetar la cosmovisión porque no estamos solos, la
naturaleza no se modifica porque uno quiera, sino que estamos trabajando todos
juntos: el agua, los animales el hombre… Hay que pedir permiso. Una vez yo le
pregunté: “¿Por qué hacemos tantos rituales para hacer un muro?” “Debajo de esa
piedra que tú recoges de la tierra para hacer un muro descansa la diosa del
viento”, me respondieron. El viento que camina se choca con la piedra y
descansa un rato bajo ella. Si la recoges, le estás despertando. Igual ocurre
con los familiares. Antes no había cementerios, los muertos se enterraban en el
campo, así que tienes que pedir permiso a tus abuelos que están ahí
descansando. Esta es la forma de entender su forma de trabajar.
Escrito > Lola
Hierro.
Fuente > Diario El País
– 1` de Diciembre de 2.016
Muy buena informacion. Gracias.
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