Insondable
como el abismo,
infinita
como el pensamiento;
una flor del cielo,
del vacío
en que nos dejamos herir
una y otra vez.
Océano, naufragio
y faro extendido
sobre la noche
y el silencio,
a la hora del beso
o la lágrima, del amor
o el desvelo, tan ligada
a la vida misma
que su nombre
nace desde el fondo
de la tierra.
Cristhian Espinoza
Foto: Brian Kirhagis
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