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Como era muy miope, no tuvo más remedio que inventar lentes que fundaron la óptica moderna y un telescopio que descubrió una estrella nueva.
Y como era muy mirón, mirando un copo de nieve en la palma de su mano vio que el alma del hielo era una estrella de seis picos, seis, como seis son los lados de las celdillas de las abejas en los panales, y con los ojos de su razón vio que la forma hexagonal sabe usar el espacio de la mejor manera.
Y en el balcón de su casa vio que no era circular el viaje de sus plantitas en busca de la luz, y dedujo que quizá tampoco era circular el viaje de los planetas alrededor del sol, y su telescopio se puso a medir las elipses que describen.
Viendo, vivió.
Cuando dejó de ver murió, en este día de 1630.
La lápida de Johannes Kepler dice:
Medí los cielos. Ahora, las sombras mido.
Eduardo Galeano en Los hijos de los días, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.
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