En la fascinación por los ojos se revela su naturaleza de enlazador de mundos: entre lo interior y lo exterior, entre la mente y el cuerpo y quizás, mas allá, un misterio sobre aquello divino en lo humano.
Los ojos son la luz que sirve como puente y memoria del alma (y las estrellas) en el cuerpo.
Los ojos nos invitan a explorar el misterio de la existencia, con la promesa de que, si nos dejamos seducir y cruzamos el espejo, conoceremos otra parte de nosotros mismos cuyo fruto es el sol...
Teresita Seminara
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