Las Naciones Unidas,
a través de la Resolución 63/278 de la Asamblea General, reconoce la Madre
Tierra como “una expresión común utilizada para referirse al planeta Tierra en
diversos países y regiones, lo que demuestra la interdependencia existente
entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos
habitamos”, y a su vez establece el 22 de abril como el Día Internacional de la
Madre Tierra.
Mamapacha.
¡¡Kusilla, kusilla!!
Madre tierra, ¡Sé propicia! ¡Ayudame!
Madre tierra, ¡Sé propicia! ¡Ayudame!
La tierra es la
fuente de sustento de toda la humanidad. En la tierra se realiza y dignifica el
trabajo de los hombres y de las mujeres. De la tierra obtenemos los alimentos
para vivir.
“Dicen los
indios:¿Tiene dueño la tierra? ¿Cómo así? ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de
comprar? Si ella no nos pertenece, pues. Nosotros somos de ella. Sus hijos somos.Así
siempre, siempre. Tierra viva.Como cría a los gusanos, así nos cría.
Tiene huesos y sangre. Leche tiene, y nos da de mamar. Pelo tiene, pasto, paja,
árboles. Ella sabe parir papas. Hace nacer casas. Gente hace nacer. Ella nos
cuida y nosotros la cuidamos. Ella bebe chicha, acepta nuestro convite. Hijos
suyos somos. ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar?”
Memoria del Fuego,
tomo 1, pág.256. Eduardo Galeano
Dicen los guaraníes:
“la tierra es nuestra madre, es nuestra vida y es nuestra libertad”. También
las comunidades collas expresan un sentimiento que se resume en la siguiente
frase: “en nuestra mente, en nuestros labios y en nuestro corazón está nuestra
Pachamama”.
El Premio Nobel de
Literatura Willliam Golding (autor de El Señor de las Moscas) fue quien sugirió
para bautizar la hipótesis de Lovelock el nombre de Gaia, la diosa griega madre
primigenia. Gaia, Gea o Gaya cuyo equivalente en el panteón romano era Terra.
Entre los himnos homéricos (siglos VII-VI a. C.) hay uno dedicado a la Diosa
Madre llamado «Himno a Gea, madre de todo»
Cantaré a la Tierra,
madre de todas las cosas, bien cimentada, antiquísima, que nutre sobre la
tierra, todos los seres que existen.
Este increíble
equilibrio que se da entre la materia inerte y la materia viva y que conforma
la unidad del planeta como sistema, debe ser preservado.
Quizá la mejor alabanza a la Tierra no esté en el mundo antiguo sino en el siglo XX con la oración herética, Himno a la Materia (1919) del jesuita paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin :
Bendita seas tú,
áspera Materia, gleba estéril, dura roca, tú que no cedes más que a la
violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer.
Bendita seas,
peligrosa Materia, mar violenta, indomable pasión, tú que nos devoras si no te
encadenamos.
Benditas seas,
poderosa Materia, evolución irresistible, realidad siempre naciente, tú que
haces estallar en cada momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada
vez más lejos la verdad.
Bendita seas,
universal Materia, duración sin límites, éter sin orillas, triple abismo de las
estrellas, de los átomos y de las generaciones, tú que desbordas y disuelves
nuestras estrechas medidas y nos revelas las dimensiones de Dios.
Bendita seas,
Materia mortal, tú que, disociándote un día en nosotros, nos introducirás, por
fuerza, en el corazón mismo de lo que es. Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin
tus arranques, viviríamos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros
mismo y de Dios.
Tú que castigas y
que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú
que encadenas y que liberas, savia de nuestras almas, mano de Dios, carne de
Cristo, Materia, yo te bendigo.
Yo te bendigo,
Materia, y te saludo, no como te describen, reducida o desfigurada, los
pontífices de la ciencia y los predicadores de la virtud, un amasijo, dicen de
fuerzas brutales o de bajos apetitos, sino como te me apareces hoy, en tu
totalidad y tu verdad.
Te saludo,
inagotable capacidad de ser y de transformación en donde germina y crece la
sustancia elegida. Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión
mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las mónadas y en la que todas
convergen en el camino del Espíritu.
Te saludo, fuente
armoniosa de las almas, cristal límpido de donde ha surgido la nueva Jerusalén.
Te saludo, medio divino, cargado de poder creador, océano agitado por el
Espíritu, arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado.
Tú, Materia, reinas
en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un
lado; carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un
espíritu. ¡Arrebátanos, oh, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la
separación y la muerte; arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar
castamente al Universo.
Fuente
Blog El Santuario
del Alba
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