Escrito por Carlos Martinez Sarasola
En los últimos meses los pueblos
indígenas han pasado a un primer plano como hace mucho tiempo no ocurría en la
Argentina. Desgraciadamente, ello sucedió a raíz de conflictos territoriales en
diversas comunidades, en cuyo marco se produjo la desaparición y muerte de
Santiago Maldonado, como hecho de máxima gravedad.
A estos críticos acontecimientos se
agregaron los reclamos indígenas y los debates parlamentarios relacionados con
la prórroga de la ley 26160 de emergencia territorial, los que hoy continúan, desnudando
una de las más grandes deudas históricas del Estado argentino para con los
pueblos originarios: la no resolución de la propiedad comunitaria de sus
tierras y territorios, un anacronismo inadmisible en pleno siglo XXI.
Estos sucesos -sin negar su presencia
y suma importancia- me llevan a reflexionar que una vez más los indígenas son
visibilizados en general por buena parte de los medios y la sociedad, como
asociados a desgracias, carencias, vulnerabilidad, discriminación,
victimización o violencia . Peor aún, muchas veces estas miradas se deslizan
hacia desvalorizaciones y generalizaciones peligrosas que han llevado en los
últimos meses a la reaparición de voces racistas y anti indígenas.
Sin embargo, a contracorriente de
este panorama que al hacer foco en los problemas crónicos que aún subsisten
solo suma confusión y desconocimiento, los pueblos indígenas nos muestran otra
faceta sugestivamente poco difundida: su gran riqueza fundada en valores que
están vigentes y activos, y que constituyen la base de muchos de sus logros
actuales.
El cuidado de la Madre Tierra; el
respeto por los mayores y los niños; el despliegue de una profunda
espiritualidad ; la conexión con el Universo; el sentido comunitario de la
vida, son algunos de esos valores que han posibilitado a los originarios
sostenerse en el eje de sus identidades y desde ahí desplegar sus culturas y
cosmovisiones.
Ese despliegue incluye una nueva
agenda en la que los originarios proponen un conjunto de temas novedosos
-además de las clásicas reivindicaciones- producto de un empoderamiento
creciente que muchas veces no se ve, pero está.
En toda América se están dando
procesos muy diversos y positivos al interior del mundo indígena, tales como
las renovadas y crecientes autoidentificaciones identitarias; el desarrollo de
la espiritualidad originaria; el reestablecimiento de los ciclos ceremoniales;
la revalorización de la cocina ancestral; la revitalización de las artes
tradicionales; la reivindicación de los derechos intelectuales, por mencionar
solo algunos. Un importante y creciente número de líderes, escritores,
artistas, comunicadores y profesionales indígenas interactúan además en
múltiples espacios de convergencias e interculturalidad, desde foros nacionales
e internacionales hasta ámbitos estatales y privados, ocupando lugares donde
sus voces son necesariamente escuchadas. Si tuviéramos que sintetizar toda esta
auspiciosa dinámica mencionaríamos a modo de ejemplo el Buen Vivir/Vivir Bien,
el Sumak Kawsay/Suma Qamaña de los pueblos quechuas y aymaras; una propuesta
referida a la vida plena que tiene su base en los valores y las cosmovisiones
andinas –aunque con modelos muy semejantes en muchos otros pueblos- y que hoy
tiene rango constitucional en países como Ecuador y Bolivia, novedoso aporte para
todas las personas, sean ellas indígenas o no.
Los pueblos originarios son mucho
más que malas noticias. Y pienso que una de las tareas que desde las ciencias
sociales, medios de comunicación y demás ámbitos relacionados tenemos por
delante, es el de contribuir a visibilizar los logros y mensajes que estos
pueblos nos muestran. Ello posibilitará el presentar una perspectiva mucho más
amplia y real sobre ellos, así como ofrecer una visión esperanzadora, más aún
cuando son los indígenas con su ejemplo de vida, los que nos siguen
trasmitiendo el inapreciable valor de la diversidad.
Carlos Martínez Sarasola es
antropólogo y autor de varios libros. Docente investigador de IDEIA-UNTREF.
Director de El Orejiverde.
Fuente: Diario Clarín - 9 de Noviembre de 2.017
Arte Guaraní: Fotografía de Natalia Guerrero para el Diario El Territorio |
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