Soy docente.
Especialista en multiplicar brillos y luces.
De todos colores, de todas formas e intensidades posibles.
De día y de noche.
en invierno y verano.,
Otoño y primavera.
Soy docente porque tengo una especialidad:
puedo ver en cada uno de mis alumnos y alumnas su brillo especial.
Donde todos veían oscuridad, yo vi las estrellas.
Y debo confesar que no siempre fue fácil.
No es simple resistir a las políticas que pretenden sembrar el cielo de falsas lucecitas.
Ni a las teorías de libros dispuestas a bajar de un hondazo cualquier brillo posible.
No.
Pero yo seguí mirando el cielo y encontrando en cada una de mis constelaciones un motivo para sonreir.
A veces, me tiré sobre el pasto a observar con calma. En esas ocasiones, la docencia se transformó en un momento sereno, dulce, donde otros como yo eran capaces de compartir la posibilidad de la luz lejana
En otras, el cielo se mostró negro, cerrado, y por más esfuerzo que hice no lograba encontrar estrella alguna hasta que… ahí, lejos, la veo… Sí, ahí está de nuevo.
Muchas otras, el cielo se volvió plomizo, cubierto de nubes. Qué difícil encontrar el brillo en noches de tormenta.
Pero aquí estamos
brillamos y brillan con nosotros
Astrónomos convencidos de que la luz no es sólo un efecto tardío de algo que existió hace tiempo, sino el resultado permanente de algo que hemos encendido.
Cada una de las infancias que tocamos arde en su luz en nuestras mañanas y nuestras tardes
Y la luz, queridos colegas, se contagia.
Nadie que brille puede no compartir su luz con otro.
Llega aunque no lo notes.
Otros se encienden con tu luz y vos sos capaz de encenderte con otros cuando te apagas.
De eso se trata la docencia
De ver la luz donde otros solo ven oscuridad.
Después de todo, somos un mar de fueguitos como diría Galeano, y de estrellas posibles…
No hay comentarios:
Publicar un comentario