Los sabios son reconocidos en vida por su excelencia, por su grandeza pero muy pocas veces alcanzan la fama. Probablemente esto deba a que “La fama es una prostituta que se ofrece al mejor postor, aunque éste sea el peor”, como decía Facundo Cabral.
Bartomeu de Meliá no aspiraba ser famoso, tampoco León Cadogan lo fue. El uno fue lingüista y antropólogo hispano paraguayo, el otro fue antropólogo y etnólogo paraguayo. Ambos dignos de respeto y estima por sus cualidades humanas y científicas.
Ninguno de los dos fue “indigenista”, que es como decir oportunistas. Ambos fueron, eso sí, estudiosos y respetuosos de las diversas culturas del Paraguay.
Tuve el privilegio de conocer a Bartolomeu de Meliá y aprender con sus libros que, así como con los de Cadogan.
Al igual que Cadogan, Meliá fue una persona digna, coherente, ética, como lo eran las personas de antes.
Es por ello que hoy le rindo homenaje.
Miguel Hachen - Arte Neoguaraní
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