El 1 de enero del año 45 a. C. se celebró por primera vez el día de Año Nuevo. Esta celebración nació al establecer Julio César el calendario Juliano, siguiendo el consejo del astrónomo y filósofo alejandrino Sosígenes, quien para corregir el imperfecto calendario romano, le dijo que añadiese 67 días al año 46 a. C. Según los cálculos de este astrónomo, la revolución solar fue fijada en 365 días y seis horas, resultado de alta aproximación, con un pequeñísimo margen de error, dados los rudimentarios instrumentos de la época, ya que el error absoluto fue sólo de 11 minutos y 9 segundos al año. Es decir, menos de un segundo por día.
Durante la Edad Media se perderá esta celebración, pero, en el año 1582 -y tras implantar el actual calendario Gregoriano-, el 1 de enero será nuevamente restaurado como el día de Año Nuevo.
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