La justicia falló a favor de los lakota y en contra de los
constructores del DAPL, señalando que no se observó el impacto de los posibles
derrames de petróleo. Igualmente la lucha continúa.
Cuando el sol del verano asomó en las praderas norteamericanas, su
calor anunció un mensaje de esperanza a los sioux lakota de la reservación de
Standing Rock. Y a todos los pueblos indígenas del mundo: en un dictamen de 91
páginas, el juez James Boasberg consideró que el Cuerpo de Ingenieros del
Ejército, a cargo de la construcción del oleoducto Dakota Access Pipeline
(DAPL), no observó adecuadamente el impacto de los posibles derrames de
petróleo que pudieren producirse en este tramo del trazado.
Fue el mismo juez Boasberg quien, poco antes que el ex presidente
Obama detuviera la obra, falló en contra de los reclamos indígenas sobre la
destrucción de sus lugares sagrados y dio continuidad a de la construcción del
DAPL. En ese momento, al frenar la obra, se priorizó la consideración de la soberanía
sobre las tierras, la forma inconsulta del trazado (modificado en su momento
para alejarlo de la ciudad de Bismarck, capital de Dakota del Norte) y,
fundamentalmente, la necesidad de elaborar un informe del impacto contaminante
de un derrame de combustible sobre las aguas de las que se surte la población
de la zona para consumo humano, agrícola y animal.
En este informe debía contemplarse el proyectado pasaje del
oleoducto por debajo del lago Oahe y el río Misuri, poco más arriba del inicio
del territorio de Standing Rock. Allí, cualquier escape de crudo pondría en
peligro el suministro de agua no solo para la reservación sino para un área
mucho más amplia, dado que las corrientes y filtraciones no solo afectan las
costas de estas dos fuentes de agua, sino que son arrastradas corriente abajo
al tiempo que se escurren por las capas freáticas de los alrededores.
El informe ambiental nunca llegó a contemplarse, ya que, ignorando el veredicto (aún en vías de realización en ese momento), el recién elegido presidente Donald Trump autorizó la continuación del oleoducto reiterando el estilo autoritario e inconsulto que caracterizó su performance en los “reality shows” que lo hicieron consagraron como estrella de la TV. Fue así que, con su maquinaria pesada al frente, Energy Partners Transfer, constructora del oleoducto, concretó sus planes y a partir del 1 de junio se habilitó el tramo en litigio para el flujo de petróleo, aún después de detectarse varios derrames en algunos sectores de trazado.
Los guerreros de la no violencia
Desde el principio, y salvo algunos episodios de resistencia al
avance de las fuerzas policiales y del ejército, los lakota se mantuvieron
lejos de las actitudes belicosas. Tal como fuimos dejando constancia en estas
páginas a medida que se desarrollaban los acontecimientos, su estrategia se
basó en la realización de una convocatoria por redes sociales para manifestarse
pacíficamente en un campamento que llegó a albergar catorce mil personas.
Además de ganarse la solidaridad de pueblos aborígenes de todo el mundo,
ambientalistas, víctimas de la xenofobia y todo tipo de discriminación, además
de granjeros y rancheros cuyas tierras también son afectadas por la
construcción de oleoductos.
El movimiento pasó a llamarse de los “protectores del agua”, con el
slogan Mni Wiconi, el Agua es Vida, en lengua lakota. En otras palabras,
lograron una imagen pública altamente positiva, mucho más cuando, frente al
avance del ejército sobre las tierras ocupadas durante el invierno por el
campamento de Oceti Sakowin, la actitud de los lakota fue la confianza en los
recursos judiciales y el traslado de la lucha ancestral a las gradas de la
Corte.
Con perspicacia, la Energy Transfer Partners se focalizó en
destruir la principal fortaleza del movimiento, su imagen pública. Para ello
contrató a Tiger Swan, una agencia de contraespionaje terrorista adiestrada
para luchar en Irak y Afganistán, que no tardó en “descubrir” que, en realidad,
los protectores del agua eran jihadistas. Semejante acusación fue una clara
apelación a la paranoia mundial frente a los atentados fundamentalistas que
sacuden al mundo entero. Y su objetivo dañar la empatía de instituciones y
personas con los “protectores del agua”.
“Los Estados Unidos no han traicionado solo a los indios –replicó
oportunamente Harold Frazier, presidente de la Tribu Sioux del Cheyenne River –
Nos ha traicionado a todos porque cuando este gobierno trata de terroristas a
pacíficos manifestantes ejerciendo sus libertades garantizadas por la Primera
Enmienda, está traicionando a la Constitución Nacional. Es traicionar las más
fundamentales ideas sobre las que esta nación fue creada. Y es una traición
amplificada por una administración que adora a dictadores extranjeros y los
valores monetarios, maza ska, mucho más que a nuestra Gran Madre Tierra, Unci
Maka”.
La primera victoria y el hecho consumado
“La Corte acepta que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército a cargo
de la construcción no consideró adecuadamente el impacto de un derrame de
petróleo sobre los derechos de pesca y caza, la justicia ambiental o el alto
nivel de controversia producido por este oleoducto” puntualizó el juez Boasberg
al fundamentar el reconocimiento de que los permisos de obra emanados del
gobierno federal violaban la ley en varios puntos críticos.
Por su parte, Jan Hasselman, abogado de Earth Justice, agrupación
que asiste legalmente a Standing Rock, opina que “Esta decisión marca un giro
fundamental. Hasta ahora los derechos de la tribu sioux de Standing Rock fueron
ignorados por los constructores del DAPL y la administración Trump, lo que les
valió una reacción mundial”. Y añade: “Las Cortes federales han avanzado donde
nuestro sistema político falló en proteger los derechos de las comunidades
nativas”.
El punto oscuro, sin embargo, es que, a pesar de su veredicto, el juez
Boasberg omitió expedirse sobre el hecho consumado de la habilitación del tramo
conflictivo, por el cual siguen fluyendo unos 570.000 barriles de crudo por
día. Tampoco está previsto el tratamiento del tema en una fecha inmediata.
En declaraciones a la prensa, David Archambault III, líder de
Standing Rock, evitó manifestarse con demasiado optimismo sobre la batalla
legal pero sin embargo reconoció que “esa es una victoria para la tribu y
alentamos a las Cortes en el cumplimiento de la ley y el derecho. El presidente
Trump rápidamente desautorizó las consideraciones ambientales en beneficio de
intereses políticos y personales. Aplaudimos a las Cortes por proteger nuestras
leyes y regulaciones sin someterse a las presiones políticas y solicitaremos
inmediatamente el cierre de las operaciones (del oleoducto)”.
Y, fiel a su estilo calmo y firme, en otras declaraciones
reflexionó acerca de que “cuando enfrentamos este problema, lo hicimos
entendiendo la historia, conociendo los hechos y las leyes. Ahora debemos
seguir adelante. Porque, y justamente porque (aunque la situación) es
legalmente correcta, es moral y éticamente incorrecta. Lo que nació en Standing
Rock es un movimiento, y los beneficios de un movimiento sólo se ven con el
correr del tiempo”.
Por María Ester Nostro
Fuentes:
India Country Media Network
www.indigenous-media.com
India Country Media Network
www.indigenous-media.com
Fecha: 24 de Junio de 2.017
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