No tengo palabras nuevas, pero necesito
volver a contar la historia de Carlos Fuentealba.
Porque tienen derecho a saberla todos
los chicos y las chicas de las escuelas.
Y también sus madres, sus abuelas y sus
tías. Las comadres del barrio, las trabajadoras de las fábricas.
Deben conocerla los padres, los abuelos
y los padrinos. Los obreros y los estudiantes.
Las maestras más antiguas, y también las
jubiladas, deben contársela a las recién salidas del profesorado.
Para que todos sepan.
Para que todos sepan.
Para que todos recuerden.
Para que nadie olvide.
Porque hace ya nueve años que a
Fuenetalba lo mataron.
No tengo palabras nuevas. Pero
obstinadamente, insisto.
Carlos Fuentealba fue un docente que tenía sueños, una compañera de vida y dos hijas a las que amaban.
Carlos Fuentealba fue un docente que tenía sueños, una compañera de vida y dos hijas a las que amaban.
Fue un maestro sensible y comprometido al
que sus alumnos habían elegido el profe del año.
Fue un trabajador, que con mucho
esfuerzo estudió en el profesorado.
Fue un militante convencido que defendió
la democracia sindical, por eso cumplió dignamente la resolución que votó su
asamblea y cortó la ruta al lado de sus compañeros neuquinos.
Fue un docente al que mataron
cobardemente mientras luchaba por defender el salario y la escuela pública.
Lo asesinaron arrojándole una granada
sobre su cabeza lúcida e inteligente.
Detrás de la mano criminal hubo un
gobernador, un gobierno, un estado que formuló la orden.
La justicia no fue completa, porque los
responsables intelectuales están libres: los jueces cerraron impunemente la
causa.
Pero así como no hubo justicia completa,
no habrá impunidad completa mientras nuestra memoria siga encendida y nuestra
lucha continúe.
Porque no habrá juez ni gobierno que impida nuestro recuerdo.
Porque no habrá juez ni gobierno que impida nuestro recuerdo.
Porque aunque cierren la causa, SU CAUSA
no se cierra.
Sigue abierta, intacta.
Entre pancartas reaparece en Santiago
del Estero, en Santa Cruz, en Tierra del Fuego, en Santa Fe, en Salta. De norte
a sur; y de este a oeste.
Reaparece en cada escuela cuando enseñamos con pasión, cuando en los patios
logramos hacer andar los micrófonos pronunciando su nombre, cuando inventamos
nuevas formas para nombrarlo y envolver su ausencia tan dolorosa.
ESCUELA EEP Nº 1069 DE PRESIDENTE ROQUE SAENZ PEÑA (CHACO) "CARLOS FUENTEALBA" |
Este cuatro de abril, en guardapolvos y
con tizas blancas convertiremos cada pared en una pizarra, y a cada plaza en un
aula. Con letra imprenta mayúscula volveremos a escribir: LAS TIZAS NO SE MANCHAN
DE SANGRE.
De pie gritaremos todos, una vez más,
bien claro y fuerte
Carlos Fuentelaba, Presente! Ahora y
siempre.
Betty Jouve
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