Para
Ecologistas en Acción el acuerdo alcanzado hoy en la cumbre del clima de París
es decepcionante e insuficiente al carecer de herramientas necesarias para
luchar con eficacia contra el calentamiento global y al desoír las luchas
ciudadanas que ya están haciendo frente al cambio climático. Se ha perdido una
oportunidad de reforzar e internacionalizar un cambio de modelo basado en las
renovables, que mantenga bajo tierra el 80% de los recursos fósiles, frene la
industria extractivista y se ajuste a los límites planetarios. Se ha optado en
cambio por consagrar la mercantilización del clima y las "falsas
soluciones".
La
justicia climática, la descarbonización, la financiación adecuada, los derechos
humanos, la perspectiva de género, los refugiados climáticos… son muchos los
puntos fundamentales que han quedado fuera del texto final.
Además,
se ha optado por la fórmula con menor fuerza legal (acuerdo) para un texto
peligrosamente vago y abierto, en el que los compromisos de reducción de
emisiones de gases de efecto invernadero no son vinculantes. La revisión de los
compromisos se hará demasiado tarde, cuando estemos cerca de haber emitido ya
una cantidad de gases de efecto invernadero que implicaría superar el límite de
1,5 grados.
La
fundamental meta de la descarbonización de nuestras economías ha acabado en una
vaga referencia a la necesidad de alcanzar el pico de emisiones "lo antes
posible" y de "un equilibrio entre las emisiones antropogénicas y las
fuentes y absorciones por sumideros de los gases de efecto invernadero".
Es decir, se confía el cumplimiento de los compromisos a la compensación de las
emisiones, en vez de a su reducción significativa, por medio de un cambio en la
forma de producir y consumir.
El
texto no contempla las emisiones generadas por el transporte aéreo y marítimo,
abre la puerta a trucos contables en el cálculo de las emisiones y deja sin
amparo luchas como la desinversión en combustibles fósiles y el freno del
fracking y las arenas bituminosas.
El
acuerdo mantiene además los mecanismos de mercantilización del clima inscritos
en anteriores tratados, como los mercados de carbono, que favorecen la
especulación y la política del talonario frente a los esfuerzos reales de
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Tampoco
hay mecanismos garantistas para la financiación. La provisión de fondos para la
adaptación a los países más vulnerables ha quedado relegada a una decisión de
la cumbre, no al acuerdo vinculante, lo que posibilita una vuelta atrás en el
futuro. Además, gran parte de esta financiación podrá ser usada para impulsar
las citadas falsas soluciones, como la geoingeniería o la captura y
almacenamiento de carbono, lo que supone una gran traba al desarrollo de las
energías renovables.
Los
elementos más interesantes figuran sólo en el preámbulo, es decir, en la parte
declarativa que carece de fuerza legal. Es el caso de la apelación a
"muchos mayores esfuerzos de reducción" de las emisiones. Esto
convierte el acuerdo en algo más parecido a una declaración de intenciones que
a un texto a la altura del reto que supone el cambio climático, en clara
contradicción con el origen de las negociaciones climáticas y el propio sentido
de las Naciones Unidas.
Los
líderes mundiales han apostado en París por el mismo modelo devorador de
recursos que nos ha traído a la situación actual y nos dirige al colapso
ambiental. Se muestra una vez más que muchos ciudadanos y ciudadanas tienen
claro cuál es el camino a seguir, mientras que estos marcos de negociación
desoyen esas voces continuamente y carecen del liderazgo necesario ante el
mayor reto del siglo XXI.
No
es momento de bajar los brazos ni de caer en el pesimismo en la lucha contra el
cambio climático. Para Ecologistas en Acción, lo sucedido en París muestra la
necesidad de seguir presionando para que se tomen las medidas necesarias,
frente a un acuerdo que nos condena de momento a un aumento de más de tres
grados de temperatura. También subraya la importancia del empoderamiento del
cambio impulsado por la ciudadanía frente al calentamiento global, con miles de
luchas, como las articuladas contra el TTIP, el fracking o la energía nuclear.
Se
ha cerrado una ventana, pero la puerta de la ciudadanía, la calle y las luchas
cotidianas está más abierta que nunca. Experiencias como la agroecología, la
soberanía alimentaria, la movilidad sostenible y la desinversión en
combustibles fósiles pondrán en evidencia la falta de ambición de los líderes
políticos. Solo un cambio genuino en el modelo de producción y consumo mitigará
de forma eficaz el calentamiento global.
Fuente:
Ecologistas en Acción – 12 de Diciembre de 2.015
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