Cada alma se mueve según la luz que ha recordado y las heridas que aún no ha sanado.
Nadie puede dar lo que no conoce, ni amar de una manera que todavía no ha aprendido.
Por eso, cuando alguien hiere, manipula o abandona, no siempre lo hace por maldad, sino desde la inconsciencia, desde la parte de sí que aún vive dormida.
Actúa desde su miedo, su vacío o su historia, porque su conciencia aún no ha despertado al amor, la empatía o la responsabilidad.
Comprender esto no significa justificar el daño, significa liberarte de cargarlo.
Significa entender que el dolor que te causaron no fue un reflejo de tu valor,
sino del nivel de conciencia desde el cual el otro actuó.Y cuando tú eliges mirar con conciencia, ya no repites el ciclo.
Transformas el dolor en sabiduría,
la herida en enseñanza,y la historia en luz.
Porque al final, todo lo que pasa —incluso lo que duele—
te guía de vuelta a ti,
a tu verdad,
a tu conciencia.
Luz y amor

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