El buen vivir es un modo de vida que los Guaraníes llaman teko, esto es, «modo de ser y estar, es sistema, es costumbre, hábito».
Este teko es un concepto que rebasa la particularidad de una lengua y se constituye en referencia filosófica global. Ahora bien, este teko a su vez recibe varios calificativos y cualidades, siendo tal vez el primero y más importante el teko porã: el buen modo de ser y vivir. Ese teko porã, más que una idea o una concepción abstracta, es experiencia sentida que penetra el ser y el estar. Estar en un lugar que no es sólo habitación sino experiencia de vida compartida, es de suma importancia para los guaraníes.
Personalmente nunca hubiera sabido el significado de la expresión teko porã si no me hubiera sido dada la ocasión de estar en ese modo de ser. ¿Qué hay en él? Hay pobreza de recursos, moderación en el consumo y paz en la convivencia. Esta experiencia de vida va desde el levantarse de la hamaca, tomar el mate junto al fuego, sentir cómo se disipa la niebla de la primera mañana, ir recorriendo el sendero donde se han colocado las trampas o llegar hasta los campos de cultivo, para cuidarlos, limpiarlos y rezar sobre ellos.
Reciprocidad de bienes y palabras
Lo más resaltante del buen vivir es la reciprocidad en el intercambio de bienes, que los guaraníes expre-san con la palabra jopói: manos abiertas uno para otro. Pero más importante que esa circulación generalizada de bienes, no regida por deudas que deban ser pagadas a sus tiempos ni en cantidades fijas, sino por el deseo de mostrarse generoso, está la del jopói o reciprocidad de palabras. No puede haber teko porã donde la palabra no circula con libertad y sin recelo.
Lugar privilegiado de la palabra es el teko marangatu, el modo de ser santo y religioso, expresado mediante las palabras buenas y verdaderas de los mitos y los relatos ejemplares. Del teko marangatu es parte esencial también el ritual en su doble dimensión de canto y danza, lenguaje envolvente en el que participa toda la comunidad en espiral ascendente hacia Los de Arriba. En las fiestas rituales no faltan la bebida y los alimentos con los cuales se cierra de manera concreta y tangible la reciprocidad.
El teko porã cuenta también con otro elemento que lo sustenta y al mismo tiempo muestra su propiedad; es el teko katu, el modo de ser auténtico y legítimo, norma y ley del buen vivir. Todo ello constituye una verdadera filosofía –y teología- guaraní, formulada sistemáticamente, de la que la mayoría de ellos saben dar razón, no sólo los sabios y chamanes, los ancianos y ancianas, sino incluso niños y adolescentes
Es común que cada uno, a su manera, sea capaz de dar razón de sus propios conocimientos y experiencias. Profetas y poetas en el acto de cantar su inspiración, son también teólogos, que saben explicar el origen de la Palabra y las relaciones de las palabras entre sí. Es ésta una constatación que los etnógrafos registran con admiración.
La teología de la palabra-alma supone la filosofía de la morada terrenal como trasunto imperfecto de una perfección ideal, la fascinación por la tierra nueva y, sobre todo, la preeminencia del amor mutuo, cuyo símbolo es la fiesta ritual con bebida y canto a la manera de un banquete sin fin.
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