Hay realidades que son difíciles de reconocer, o al menos es difícil de hacerlo sin un nudo en la garganta.
Hay rostros que nos cuesta mirar a los ojos, desde nuestra comodidad.
Son los rostros de los postergados, de los abandonados.
Los rostros de la pobreza, de los marginados, de los no elegidos.
Los rostros de los "rescatados " para la época de campaña, para una publicidad o para justificar leyes abortivas y después son descartados el resto de los días.
Los rostros de los que para muchos son "una carga", de los que "no tienen futuro ".
Pero también son los rostros de los preferidos, a los que nadie puede quitarles el deseo de vivir.
Los rostros de la alegría de ser queridos. De la esperanza en la limitación.
Los rostros de los que se aferran a la vida con más fuerza que los que justifican que sus vidas no valen la pena.
Los rostros de la sorpresa por el milagro de la vida cada día.
Son rostros que muchos prefieren no mirar, pero que de imprevisto y milagrosamente han sido amados en la vida a pesar de todo y de todos.
Hay rostros a los que tenemos que estar más atentos, a los que les urge cariño. Los rostros de un corazón que sigue deseando en medio de las dificultades.
Son los rostros de los que a pesar de nuestro abandono tienen la certeza de que la vida vale la pena.
Lorena Parra
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