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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

sábado, 12 de julio de 2014

Arbolito, el héroe de Las Pampas: Nicasio Maciel


En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios, su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad. 
Lo que no intuía el prusiano Rauch es que alguien estaba observando su modus operandi de la muerte. Sucede que una vez que el genocida terminaba su obra de destrucción, arengaba para donde haya arbustos y campo cerrado. Por semanas alguien, lo estaba mirando. Era un muchacho delgado pero robusto, alto y bien melenudo. De lejos, con su larga cabellera parecía un pino, su nombre Nicasio Maciel, más conocido como Arbolito. 
Los días se sucedieron, Arbolito observaba, esperaba, y cuando pudo, tal un tigre esperando su víctima, boleó el caballo del prusiano genocida y degolló al General europeo.


Rauch, el prusiano genocida
Rauch, nacido en Weinheim (en ese momento Prusia, actualmente Alemania), llega a la Argentina en 1819 contratado para extender la frontera de la "civilización" sobre la "barbarie" (o sea un mercenario).

Al llegar al país fue contratado por el gobernador Martín Rodríguez, para realizar campañas contra los indios que estaban al sur de la frontera. Se destaca en su noble labor, al exterminar sin piedad a numerosos indios. Su táctica era simple: asesinaba a todo indio que se le cruzara, sin importar sexo ni edad. La oligarquía quedó encantada con la rapidez y eficacia con que Rauch "limpiaba" las tierras, es por eso que asciende rápidamente en la escala militar hasta llegar a teniente coronel.

En 1926 el presidente Rivadavia -tentado por la eficacia del genocida prusiano- le asigna la tarea de eliminar a los nobles ranqueles de las pampas. Ni lerdo ni perezoso, Rauch parte de inmediato hacia el sur y en poco tiempo extiende la frontera de manera importante, favoreciendo así a mas de 500 terratenientes que recibieron grandes porciones de tierra arrebatadas a los ranqueles de manera gratuita. 


Tan querido era por algunos, que hasta le han dedicado un poema de dudosa calidad literaria. En este poema Juan Cruz Varela lo llama "espanto del desierto". Rauch se andaba con menos vueltas para responder las loas con sus partes militares: "hoy ahorramos balas, degollamos a veintisete ranqueles". Osvaldo Bayer cuenta que en sus partes dice esto de los indios ranqueles: "los ranqueles no tienen salvación, porque no tienen sentido de la propiedad". 

Arbolito y sus boleadoras
Tres años duró su excursión genocida a los indios ranqueles, que terminó como se lo merecía. En 1929, en la batalla de las Vizcacheras, Rauch como en todas las batallas va al frente de su tropa. Lo que no sabía era que esta vez era la última. Agazapado, Nicasio Maciel "Arbolito", lo espera y cuando se encuentra a tiro le bolea el caballo. El Coronel Rauch iba a 200 metros delante de su tropa blandiendo su espada demostrando su valentía, y 200 metros más adelante no imaginaba lo que le estaba esperando en una hondanada: el héroe de Las Pampas, Arbolito, en una hondonada, un joven ranquel que cansado de ver a tantos hermanos morirse. Lo esperó solo con unas boleadoras, con un cuchillo y cuando paso este coronel a toda velocidad con su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y Arbolito procedió a cortarle la cabeza. Así vengó a tantos hermanos.

La ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las “exequias más ricas” de todo ese período argentino.

Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas. La ciudad donde ocurrieron los hechos hoy se llama Coronel Rauch y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna al héroe de las pampas, el querido Arbolito.


Fuente: Taringa!


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