Las variadas fases de la luna,
llamada Kre, representaban para los Onas creencias arraigadas desde antaño.
Sostenían que los seres ocultos, enemigos de los hombres, chupaban su sangre y
los mataban; mediante estas vidas usurpadas generaban el crecimiento gradual
del astro...
Ante la llegada del plenilunio se
organizaban festejos alrededor de los grandes fogones, bailaban y gritaban
durante toda la noche, alegres por haber salvado a sus hijos de la voracidad
del astro.
Los eclipses lunares representaban
su ira contra los hombres. Cada shamán (Kon) había soñado que la luna entraría
en tal estado, por lo que se reunieron con la gente de sus respectivos
territorios, pintados de acuerdo a las características de la situación.
Lucían un adorno de plumas muy finas
(Poor) en su cabeza, su capa y una marca roja en cada mejilla. El Kon observaba
al astro largo tiempo, entonando cánticos monótonos y bajos. Así alcanzaba un
estado de transición a través del que representaba su visita a la luna. Este
era el objeto de la ceremonia: si era aceptado viviría largo tiempo, pero si
era rechazado, el Kon presentía que desaparecería enseguida porque la luna
había poseído el cuerpo y lo había colmado en su lado oscuro.
Bibliografía: Leyendas Indígenas de la Argentina -Lautáro
Parodi.
Blog: Historias de Mi Tierra – Nuestras Raíces.
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