Río Verde. El tiempo
de los Yakurunas es un viaje poético a las profundidades de la selva. La
película explora la percepción del tiempo en tres comunidades unidas por las
aguas del río Amazonas, sumergiendo al espectador en un paisaje habitado por
chamanes y sociedades arquetípicas. “Esta narrativa híbrida retrata los cuerpos
de ancianos indígenas para invocar a los fantasmas de la explotación del caucho
a finales del siglo XIX, convocar la memoria de antiguas culturas indígenas aún
vivas, pero en peligro de desaparecer como consecuencia del capitalismo global”,
han dicho los realizadores.
Los hermanos
peruanos Diego y Álvaro Sarmiento estrenarán en la sección Forum del Festival
de Berlín, su largometraje Río Verde, el tiempo de los yakurunas, filmado
en tres comunidades del río Amazonas con ancianos indígenas como personajes
principales –que son testimonio de antiguas culturas aún vivas– y niños que
toman la posta de los mayores, aprendiendo las actividades de subsistencia y
las costumbres.
La estructura de la
narración incluye ícaros, los cantos rituales del ayahuasca –un ritual sanador
que requiere beber un té de una planta de propiedades alucinógenas– e imágenes
de los hombres surcando riachuelos en medio de la abundancia de los bosques amazónicos.
“Esta no es una
película de denuncia, pero mostramos todo lo que se está matando, incluidas las
culturas: es una especie de homenaje a la vida de nativos de la Amazonía, nos
identificamos mucho con este tema”, explica el director Diego Sarmiento.
La Berlinale define
su sección Forum como la más audaz, “vanguardista, de ensayos y trabajos
experimentales, de los panoramas cinematográficos que están por descubrirse” y
la que combina arte y cine.
El cineasta indica
que el filme “tiene partes de documental observacional y otras experimentales
y, aunque hay personajes, no hay una historia entre ellos, cada uno está en su
lugar y en su momento”.
Los realizadores
describen el filme como “un viaje poético a la selva, un paisaje habitado por
chamanes y sociedades arquetípicas”, en el que los personajes dialogan con los
yakurunas, los seres espirituales que viven en el fondo de los ríos de la
Amazonía.
Sarmiento cuenta que
empezaron a filmar en el año 2012 en la comunidad de Chiriqyako (Lamas, región
San Martín) y volvieron varias veces a rodar, pero en 2015 definieron el
lenguaje cinematográfico.
“Hemos querido
transmitir en la película el ritmo de la vida en la selva, sobre todo en la
selva baja, al que uno tiene que adaptarse. Por ello el ritmo de los planos,
para que el espectador lo sienta un como un viaje a la selva”, añade.
“Fuimos a hacer un
taller de video en Lamas, y conocimos a mucha gente, nos quedamos casi un año
viviendo allí, así conocimos a dos de las familias que aparecen en el
largometraje. Son amigos que hemos ido haciendo poco a poco”, señala.
Ello explica la
cercanía de la cámara en momentos cotidianos como el viaje en canoa a las zonas
de pesca, la cosecha de plátano o yuca, la relación con los animales de corral,
el hilado del algodón, el teñido de una falda con hojas de una planta. Los
ancianos conversan en español pero también en quechua lamista, una de las 47
lenguas indígenas de Perú.
En algunas de las
escenas, los niños acompañan a los mayores, uno de ellos va a pescar con el
abuelo y aprende haciendo. ¿Es intencional la presencia de los niños? “Sí. La
cultura evoluciona, cambia, pero también quisimos mostrar lo que continúa entre
generaciones, lo que no está muerto: por eso la presencia de los niños”,
responde el director.
Diego (32 años) se
formó como comunicador audiovisual en Lima y se define como alguien más
práctico, en contraste con su hermano Álvaro (34 años), quien suele encargarse
de la producción y guiones. “Él estudió en Río de Janeiro y es más teórico. Nos
complementamos”, añade.
Los filmes de los
Sarmiento llegan por tercera vez a Berlín, ya que participaron en 2014 con un
corto dirigido al público infantil, Hijos de la tierra y en 2015 con Sueños
de Sonia. El primero fue filmado con los niños que participaron en el taller de
video en Lamas y el segundo es la historia exitosa de Sonia Mamani, una joven
indígena del Altiplano que persigue su meta de tener un buen restaurante.
Perú no había sido
seleccionado para la sección Forum desde 1989, con el filme La boca del
lobo, de Francisco Lombardi. Río Verde también entrará en competencia
en la categoría largometraje iberoamericano documental el Festival de Cine de
Guadalajara, en marzo.
La película fue
seleccionada a la Berlinale porque ganó el concurso de promoción internacional
en la sección Cine del mañana organizado por la Dirección del Audiovisual y
Fonografías del Ministerio de Cultura, durante el Festival de Lima de 2016.
Allí exhibieron cinco filmes a un grupo de programadores de festivales
internacionales.
Desde 2007, con su
primer cortometraje La Oroya, aire metálico, los Sarmiento buscan
historias con protagonistas indígenas porque creen que en Perú hay mucha
indiferencia hacia la vida y los derechos de estos ciudadanos.
Avance de la película a través de Vimeo
Fuente > La República
(Perú) – 24 de Enero de 2.017
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