En la conquista de América, las
expediciones y masacres de Hernán Cortés en México y de Francisco
Pizarro en Perú fueron los episodios más conocidos.
Pero, por las mismas fechas,
otros conquistadores se lanzaron en rapiña hacia todas las direcciones de
continente que acababan de descubrir. Los hubo que se aventuraron hasta América
del Norte, en busca de los tesoros de las “Siete Ciudades de Cíbola”.
Pero la expedición de Coronado,
que remontó el Colorado, descubrió el Gran Cañón y atravesó la Pradera , no logró los
resultados apetecidos en 1540. Las minas de plata descubiertas en las montañas
desérticas del norte de México (Zacatecas, 1546) señalaron durante
largo tiempo el frente avanzado de la colonización española, que no se adentró
en los espacios abiertos de América del Norte.
Un sueño turbaba todos los
espíritus: el de El Dorado, el misterioso rey que, según se decía, se ungía el
cuerpo con polco de oro antes de bañarse en una laguna sagrada. La crónica El
Carnero, de Juan Rodríguez Freyle, relataría que:
“Desnudaban al heredero (…) y lo
untaban con una liga pegajosa, y rociaban todo con oro en polvo, de manera que
iba todo cubierto de ese metal. Metíanlo en la balsa, en la cual iba parado, y
a los pies le ponían un gran montón de oro y esmeraldas para que ofreciese a su
dios. Entraban con él en la barca cuatro caciques, los más principales,
aderezados de plumería, coronas, brazaletes, chagualas y orejeras de oro, y
también desnudos… Hacía el indio dorado su ofrecimiento echando todo el oro y
esmeraldas que llevaba a los pies en medio de la laguna, seguíanse luego los
demás caciques que le acompañaban.”
El palacio del rey, ubicado entre
las montañas de oro, era también de oro macizo. Hubo aventureros que lo
buscaron en Venezuela, y luego se adentraron cada vez más en el
continente. Se suponía que estaba ubicado en alguna parte de la selva
amazónica, entre Ecuador, Perú, Colombia, o Brasil.
Los financieros europeos se
vieron involucrados en el prometedor negocio. Los Welser, banqueros de
Nuremberg, encargaron a un agente alemán descubrir los fabulosos tesoros, con
el fin de cobrarse las deudas de la monarquía española.
En 1539, tres expediciones
coincidieron en el lugar que más tarde sería la ciudad de Santa Fe de Bogotá:
la de los Wesler de Nuremberg, la que Pizarro había enviado desde el Perú
con Francisco de Orellana a la cabeza, y una tercera, llegada de
Panamá.
Por supuesto, todo no era más que
una quimera, y una no inocente. Junto con las exploraciones en busca de El
Dorado se esparcían por el continente americano las nuevas enfermedades que
traían los europeos, y los europeos mismos, gérmenes de la destrucción nativa.
Por otra parte, la conquista misma presentaba ya síntomas de agotamiento. Hacia
el norte del continente, las principales fuerzas conquistadoras de Portugal
y España no se adentraban, y hacia el sur, en la Cordillera de los
Andes, luego de haber aniquilado todo a su paso, los españoles se toparon en
Chile y Argentina con la resistencia de los araucanos.
Fuente: Blog Gotitas de Historia.
Sus fuentes han sido:
Venard, M.: Los Comienzos del Mundo Moderno, vol. V, Argos.
Sobrehistoria.com
guau
ResponderEliminar