En la región comprendida por el actual noroeste argentino, norte de Chile y sur de Bolivia tuvo lugar a fines del siglo XII una serie de trasnformaciones relacionadas con la desaparición de diversas culturas locales –como la de Aguada-, el aumento de la densidad poblacional y la caída de la organización estatal de Tiwanaku.
A raíz de estos cambios, muy complejos ciertamente, aunque aquí se hallen muy simplificados, aparece con fuerza la tendencia de la concentración demográfica, la complejización de las sociedades nacientes y una suerte de militarización de algunos espacios. Así, proliferan las instalaciones de carácter defensivo, estratégico o directamente militar conocidas como Pucará o Pucara (fortaleza en quechua).
Pucará de Tilcara |
En este contexto, el siglo XIII fue testigo de la aparición –como dijimos- de sociedades más extensas y complejas que las anteriores, cuyo centro de poder se encontraba en el Pucará. Estas fortalezas estaban rodeadas de murallas, y se ubicaban en cerros estratégicos, en lugares desde los cuales se podía vigilar grandes espacios.
“El carácter de la guerra de la época –ejércitos reducidos con armas de poca precisión y corto alcance- daba gran valor a los sitios con ventajas para el establecimiento de asentamientos tipo Pucará, cuya función principal residía, sobre todo, en brindar protección a sus habitantes (…)” indica Raúl Mandrini.
El término “Pucará” significaba asimismo otras cosas: era el lugar de residencia de las autoridades, quienes además de la defensa se ocupaban de cuestiones relacionadas con la agricultura, la economía, etc., y eran responsables de los ritos y cultos que debía cumplirse, sobre todo a la Pachamama (la Madre Tierra ) para asegurar el éxito en todas las empresas.
Más allá del Pucará estaban las “chacras”, ámbito rural donde se desarrollaban las actividades económicas básicas: agricultura y cría de llamas y alpacas. Allí también vivían los hombres y mujeres cuyo trabajo servía al sostenimiento y reproducción material de la sociedad.
Para Martínez Sarasola, los “Pukará” (sic) son la muestra de que los diaguitas (nombre genérico dado a las sociedades de esta región) fueron grandes guerreros, cualidad que se vieron obligados a desplegar primero frente al avance de los incas, más tarde frente a los conquistadores españoles.
Fuentes
Blog El estudiante de historia.
Los hijos de la tierra, de Carlos Martínez Sarasola.
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