Escrito: Julio Cantero
(Historiador)
Recientemente
trascendió, a partir de un documental producido por la Secretaria Nacional de
Cultura del Paraguay estrenado en el festival de cine independiente de Mar del
Plata 2014 y fue creciendo en popularidad, una tesis que sostiene que
serían los “Guaraníes” quienes habrían inventado el Fútbol o más bien el “balón
pie”, al parecer que los pueblos originarios del Paraná superior practicaban
originalmente el juego que habría inspirado el fútbol moderno como hoy lo
conocemos.
Esta
noticia relatada con tono anecdótico circuló por la prensa internacional con
inusitada rapidez y alcanzó a los medios más importantes, podemos encontrarla
en la prensa europea, norte americana y hasta incluso en el Vaticano donde
el famoso Osservatore Romano,
que pocas veces se dedica a temas relacionados con el fútbol, le dedicó un
meticuloso artículo.
En la realización del
documentalista paraguayo se expone la idea a partir de testimonios de
distintos entrevistados. Quien en nuestra opinión más aporta a la tesis, es el
investigador Bartomeu Meliá, es él quien desliza de manera coloquial las
fuentes históricas que a ciencia cierta sustentan la hipótesis.
Como
decíamos antes, la cobertura fue muy extensa, pero los términos en que se
divulgó una y otra vez la noticia fueron, en nuestra opinión, muy repetitivos.
Hurgamos entre los resultados de la búsqueda para saber más sobre el tema, pero
en uno y otro artículo sólo hallamos casi las mismas palabras, en distintos
formatos y caracteres, que se leen en los principales medios de comunicación
on line, ya sean británicos, estadounidenses, españoles, argentinos y por
supuesto paraguayos. Las fechas de publicación hacen pensar en una onda
expansiva con epicentro en Asunción.
Pero aquí
nos dedicamos a la historia y no al análisis de los medios y mucho menos al
fútbol, y notamos con esta perspectiva histórica que siendo tan interesante la
línea de investigación iniciada por el realizador paraguayo Marcos Ybañez y
producida por Agu Neto para la Secretaria de Cultura de Paraguay, esta puede
perder la fama inicial si no se le acompaña o anexa una investigación histórica
propiamente dicha, por lo que fuimos tras los testimonios enunciados por Meliá
y los exponemos aquí para fomentar el debate histórico o simplemente para todos
aquellos que quieran profundizar en las fuentes que avalan esta hipótesis.
En muchos
de estos casos, en los artículos sobre el tema de la prensa digital, incluso la
ilustración es la misma, un fragmento de la obra de Léonie Mathis, “la plaza de
San Ignacio Miní”.
Según el
investigador y divulgador de arte argentino, Ignacio Gutiérrez Zaldivar, en
esta obra se observa que los guaraníes del pueblo “juegan al ‘fútbol’ con
una pelota hecha con una vejiga de vaca inflada”[1]. Aunque esta obra es de fines de la década de 1930 está basada en las
investigaciones de Guillermo Furlong de quien Mathis era amiga y en dibujos de
Nadal Mora con quien el hijo de Léonide trabajó en San Ignacio Miní (Misiones,
Argentina) a principios de la década de 1930. Éstos dos prestigiosos investigadores
del jesuitismo, Furlong y Nadal Mora, prestaron asesoría a Mathis, Furlong
además es responsable de una re edición del libro de José Manuel Peramás “La
república de Platón y los Guaraníes”, donde se expone el comentario más extenso
que conocemos que relaciona muy tempranamente a los guaraníes con el
"juego de la pelota", testimonio que resulta ahora fuente principal y
que citaremos luego.
Deseamos
aquí retomar la tesis “los guaraníes inventaron el fútbol” y dejar asentado
nuestra adhesión a la propuesta inicial de la Secretaria de Cultura del
Paraguay citando las fuentes que se mencionaron inicialmente y
contextualizándolas para así poder brindar un punto de partida que permita
profundizar la temática.
Las
fuentes que menciona Meliá son: Montoya, Cardiel y Peramás; vayamos en
busca de sus respectivas obras y analicemos sus testimonios.
Ruiz de
Montoya
En
su célebre obra “Tesoro de la Lengua Guaraní”, define las dos
palabras que se mencionan en el documental:
“Mangaì .
Árbol que da las pelotas que llaman de neruio. Mangaá: fruta deste árbol.
Mangaici, recina de que hacen las pelotas.”[2]
Queda
claro que Montoya entiende que no hace falta mayor explicación con respecto a
“las pelotas” pues no explica para que eran usadas ni como, esto nos da a
entender que su uso era extendido y naturalizado, tan común que describirlo
hubiera resultado impertinente.
Y para el
término Ñembosarai da una más contundente definición expresada por el famoso
jesuita en una sola palabra:
Luego de
terminar sus estudios en Córdoba, Montoya fue destinado al Guairá donde llegó
en 1612, para 1620 era designado auxiliar del Superior de las misiones para
esta misma región y poco después pasó a ser el Superior a cargo de todas las
reducciones. En total vivió 25 años en estas misiones de guaraníes durante los
cuales fundó 13 pueblos, a saber: San Javier (Tayatí), Encarnación (Nautingui),
San José (Tucutí), San Miguel
(Ibianguí), San Pablo (Iñieay), San Antonio (Biticoy), Concepción y San Pedro
(Gualacos), Siete Ángeles (Tayaoba), Santo Tomás y la reducción de Jesús María.
Pero quizás la hazaña por la que adquirió mayor fama fue el traslados de los
habitantes de estos pueblos del Guairá, para protegerlos de las invasiones
reiteradas de los bandeirantes, quienes capturaban a los nativos para venderlos
como esclavos. En esa ocasión, en 1628, organiza la migración de más de 12.000
guaraníes que aceptaron trasladarse, aguas abajo del río Paraná hasta lo que
hoy es territorio de Misiones (Argentina), donde funda las reducciones de San
Ignacio Miní y Nuestra Señora de Loreto.
Este
religioso aprendió y manejó el idioma y las costumbres de este pueblo con un
grado de maestría que no pasó desapercibido entres sus co-hermanos. Hacia
1636/37 se estima tenía terminada su obra “El Tesoro de la lengua guaraní”, una
suerte de diccionario y gramática del guaraní con grageas de costumbrismo,
geografía, botánica y lo que llamaríamos etnografía de este pueblo. En 1639 la
obra es editada en Madrid con todas las licencias pertinentes.
Montoya
se encontraba en Madrid, pues la compañía le encomendó tramitar en la corte del
rey Felipe IV una autorización para que los guaraníes ejercieran su legítima
defensa y mantuvieran a raya a las invasiones luso-portuguesas, obtenidas estas
licencias para el uso de armas de fuego de parte de los guaraníes se retira de
Madrid en 1642. Una vez en América se le pide en 1646 que asuma como procurador
en la famosa causa que Cárdenas mantuviera contra los jesuitas, desde entonces
y cumpliendo estos trámites litigantes su salud comienza a deteriorarse hasta
que fallece en 1652. Se dice que guaraníes de Loreto caminaron hasta Lima para
traer sus restos y enterrarlos en el altar principal de la iglesia de este
pueblo.
Cardiel
Otro
autor mencionado es José Cardiel, famoso misionero jesuita que recorrió gran
parte de América del sur y estuvo en contacto directo con varios pueblos originarios,
su obra es de gran valor heurístico, este religioso escribió en 1780 desde el
exilio en Faenza.
En este
escueto pero contundente enunciado, Cardiel al igual que Montoya nos lega el
testimonio de una práctica del “juego de la pelota” como un accionar cotidiano
y natural, que no precisa mayor descripción, el autor no ve la necesidad de
ahondar en un tema, quizás por juzgarlo trivial, pero también puede verse en
esta oración que los conceptos vertidos no merecen para el autor mayor
profundización, no considera necesario explicar a qué se refiere cuando dice
“se van a comer” y de igual manera “jugar a la pelota” es para Cardiel una
actividad natural y conocida en la que no profundiza.
¿De qué
experiencia de su vida toma Cardiel la imagen que luego relata? Puede ser de
muchos los sitios. Estando en Asunción en 1751 se trasladó poco después a San
Ignacio Guazú (Paraguay), sitio en el cual el documental sitúa, aunque sin
mayor explicación, el origen del futbol, poco después Cardiel, partió hacia
Itapúa (Encarnación Py.) luego de esto estuvo en san Borja, San Miguel, San
Nicolás, (Brasil) en todas esta reducciones permaneció lapsos breves y sin ser
el cura encargado de ellas.
Pero
luego de la guerra guaranítica desencadenada por el tratado de permuta al que
Cardiel se opuso vehementemente y de la guerra con el Brasil que le siguió,
Cardiel ya mayor pasó sus últimos años en América como párroco del pueblo de
Concepción, hoy Concepción de la Sierra (Misiones, Arg.), pueblo del que
fue párroco por cinco años desde 1763, es de presumir que cuando en Italia
escribiera su obra apelara a recuerdos de escenas vistas y vividas en este
pueblo, donde vivió sus años más tranquilos, allí estaba cuando llegaron los
soldados de Bucarelli a apresarlo a fin de expulsarlo de América junto a los
demás jesuitas.
Peramás
Por
último se menciona a Peramás, Meliá lee una cita de este escritor en el
documental, incluso se reproduce la portada de un libro de edición reciente de
este autor. La cita que usamos aquí pertenece a una reedición de 1946,
prologada por Guillermo Furlong, de donde tomamos varios datos de su biografía.
La obra es: “La República de Platón y los Guaraníes”, en ella Peramás, también
desde el exilio, nos comenta:
“solían
jugar también a la pelota, la cual, aunque de goma maciza, era tan liviana y
ligera que, una vez recibido el impulso seguía dando botes por un buen espacio,
sin pararse, y repitiendo los saltos al rebotar por su propio peso. Los
guaraníes no lanzan la pelota con la mano, como nosotros, sino con la parte
superior del pie descalzo, enviándola y devolviéndola con gran ligereza y
precisión”[5]
Es esta
la explicación más extensa y clara del “juego de la Pelota”, no queda lugar a
dudas de los elementos que lo componen y en qué se caracteriza su práctica, una
“pelota […] de goma maciza [que da] botes […] repitiendo saltos al rebotar”. ¿Y
cómo juegan los guaraníes con ella?, “no lanzan la pelota con la mano […] sino
con la parte superior del pie”. Peramás está dirigiéndose aquí a un lector
europeo, contándoles sobre el modo de vida en las reducciones de los guaraníes,
que siente fueron difamadas en el viejo continente; es consciente que sus
lectores desconocen los detalles y particularidades de la cotidianidad en estos
pueblos y por ellos describe de modo didáctico esta práctica y otras que le son
propias a los guaraníes. A diferencia de Montoya, Peramás da testimonios de
hechos que tuvo oportunidad de observar en un periodo más reciente, ya con los
pueblos asentados, no recién reducidos o migrados.
San Ignacio Guasu en la actualidad, lugar donde los guaraníes jugaban al fútbol |
Este
autor, proveniente de Cataluña, siendo estudiante de filosofía de la
universidad de Cervera con solo 22 años pidió ser destinado a las misiones que
tenía la orden entre los guaraníes. Llega a Buenos Aires en 1755 y de inmediato
se dirige a Córdoba, allí le asignan una tarea que le permitirá empaparse de la
realidad de la Compañía en la provincia del Paraguay, debe redactar las Anuas
para ser enviadas a Roma, culmina ésta tarea con un éxito singular al punto que
recibe el reconocimiento del historiador jesuita italiano encargado de recopilarlas.
Luego de haber culminado sus estudios y ser ordenado sacerdote en Córdoba, es
destinado a San Ignacio Miní, hoy Misiones (Arg.), la misma reducción que
fundara Montoya después del traslado de los pueblos del Guairá. Menos de dos
años permaneció Peramás en este pueblo, fue requerido por sus superiores para
hacerse cargo de de la cátedra de retórica de la Universidad de Córdoba.
Se
encontraba trabajando de rector del Colegio de Córdoba cuando éste fue invadido
por los soldados de Bucareli y apresados los jesuitas para ser remitidos con
escoltas a Buenos Aires, escribió un diario en el que relata este destierro,
pero ésta no fue la única desgracia que le todo vivir pues nuevamente se
encontraba dando clases de retórica en Faenza cuando recibió la noticia que su
orden fue suprimida.
Lo que
conocemos hoy como “La republica de Platón y los guaraníes” es parte de una
obra más amplia[6] escrita y editada en el exilio
en 1791, en Faenza (Italia). El mismo Peramás explica que en este trabajo
refiere a “lo que se practicaba entre los guaraníes”[7], en contraste con lo que
teorizaba el famoso filosofo griego.
Reflexiones que nos suscita este
superficial análisis del las fuentes que cita el documental
Estos
testimonios nos dan una idea parcial pero clara de la práctica que los jesuitas
describen como “jugar a la pelota”, una actividad perteneciente al rico, aunque
poco documentado, repertorio lúdico guaraní. Los testimonios son
coincidentes a pesar de su distancia cronológica y geográfica, Montoya
desarrolla su obra desde el Guairá y luego de la epica migracion funda San
Ignacio miní y Loreto, en Misiones (Arg). Cardiel fue párroco de Concepción de
la Sierra, Peramás colabora en San Ignacio Miní y fue rector del colegio de
Córdoba, el denominador común de todos ellos es su conocimiento personal de
muchos de pueblos reduccionales por sus reiterados viajes y servicios como
misioneros, el espacio probable de donde cada uno de ellos pudo ser testigo de
la práctica que luego describen como juego de la pelota, es abarcativo y
dilatado por casi todo el territorio de las misiones, desde el Guairá hasta
Yapeyú y desde San Ignacio Guazú a San Lorenzo.
En ningún
caso en sus relatos se circunscribe la práctica de este juego a un sitio
particular o a una de las reducciones determinada, de hecho si estamos ante la
presencia de un juego anterior al contacto con la cultura europea, como se
presume, es válido entender que su práctica se extendió por todo el espacio de
ocupación guaraní en la Cuenca del Plata.
No es
descabellado inferir que los autores de las fuentes que hoy son la clave de
esta incógnita hayan basado sus testimonios en lo observado de las actividades
recreativas de los guaraníes mientras servían como religiosos en los pueblos,
los mismos hoy forman parte de nuestra provincia que debe su nombre justamente
a la antigua existencia de estas reducciones, pueblos o Misiones...
En el
documental existe una breve mención a las Anuas como fuentes testimoniantes de
esta costumbre guaraní de jugar a la pelota, lamentamos decir que no hemos
logrado hallar referencia alguna a esta práctica en las Anuas
publicadas.
Para
finalizar aportamos interrogantes y ensayamos respuestas ¿Los guaraníes
inventaron el fútbol? si lo entendemos, como lo entiende el documental
paraguayo, como “balón pié” o juego a la pelota usando los pies, entonces la
respuesta es positiva en nuestra opinión. ¿Colaboraron los jesuitas con
la expansión mundial de la práctica del juego de la pelota? Es probable… si
bien los guaraníes se dispersaron por los territorios que hoy ocupan Paraguay,
Brasil y Argentina luego de la expulsión (1768), luego de ésta también los
jesuitas se dispersaron, aunque en su mayor parte por Italia. Si se pudiera
establecer el destino que le cupo a cada jesuita que recibió la orden de
expulsión estando en un pueblo Guaraní, o siendo conocedor del juego, y
contrastar con los primeros relatos históricos del juego, quizás encontremos en
algunos de los numerosos colegios jesuitas de Europa un viejo misionero
enseñando a los pupilos un juego nuevo, para ellos, pero ya practicado hace
siglos por los guaraníes en las Misiones.
Bibliografía consultada:
[2] Ruiz de Montoya, Antonio. Tesoro
de la Lengua Guaraní. Madrid: Sánchez, 1639. p. 206. (Edición facsimilar.
Leipzig: Teubner, 1876).
[4] Cardiel, José. Compendio de la
historia del Paraguay (1780). Bs. As: Fundación para la Educación, la Ciencia y
la Cultura, 1984. p. 98.
De lo nuestro
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