Escrito > Alba
Silva
Es diciembre y en la
comunidad wichí San Luis, ubicada en un recodo del río Pilcomayo en el extremo
noreste de Salta, está por comenzar una asamblea de Lhaka Honhat (Nuestra
Selva), la organización indígena que hace 30 años pelea por un título único
para 400 mil hectáreas.
Para esta época el
clima es tórrido, un fuego a lo largo y ancho del trópico de Capricornio que
recorre la zona pero los caciques de decenas de comunidades se reúnen sin
problemas para realizar una suerte de "memoria y balance" de un año
más en la búsqueda del anhelado título único en un territorio indiviso de 400
mil hectáreas sin alambrados ni vacas, con el sólo objetivo de conservar un
estilo de vida acorde a su milenaria cultura.
Llegados de diversos
parajes, los '"niyatl" (cacique, en el idioma de los mayoritarios
wichí) revisan la marcha del trabajoso acuerdo alcanzado a varias bandas: con
criollos, con los gobiernos provincial y nacional. Y todo esto tras la denuncia
internacional que cuenta con el patrocinio del CELS. Es así cómo el proceso
está bajo la atenta mirada, por no decir vigilancia, de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El acuerdo básicamente implica que familias de criollos, de notable incidencia económica en la zona -tienen ganado-, se desplacen a otras áreas del amplio territorio, se lleven sus vacas, remuevan sus cercas, corten alambrados y no toquen más los árboles. En otras palabras, que se termine con la tala y con la apertura de picadas, entre otras actividades económicas ajenas a los indígenas porque, como indica la recomendación de la CIDH, "hay que garantizar el estilo de vida nómade de sus ocupantes".
El acuerdo básicamente implica que familias de criollos, de notable incidencia económica en la zona -tienen ganado-, se desplacen a otras áreas del amplio territorio, se lleven sus vacas, remuevan sus cercas, corten alambrados y no toquen más los árboles. En otras palabras, que se termine con la tala y con la apertura de picadas, entre otras actividades económicas ajenas a los indígenas porque, como indica la recomendación de la CIDH, "hay que garantizar el estilo de vida nómade de sus ocupantes".
La demanda de los
indígenas por un territorio único, sin alambrados, arrancó en 1984 ante una
propuesta del gobierno provincial de entonces de entregar parcelas a las
comunidades. Con el correr de los años y tras la conformación de Lhaka Honhat,
una asociación civil de indígenas, estos pidieron la regularización -bajo un
título único- del territorio que ocupaban ancestralmente en el noreste salteño.
En el 2000 intervino
la CIDH y, tras ser recibidos en Washington por ese organismo, luego de varios
años de debates los indígenas abren las discusiones a la Organización de
Familias Criollas (OFC).
Se inició así una suerte
de proceso de "solución amistosa" por las tierras, que demandó
innumerables reuniones en el territorio, en Salta, en Buenos Aires y en la
capital de los Estados Unidos, así como la visita en tres oportunidades del
secretario ejecutivo de la CIDH, Emilio Alvarez Icaza, que arrojó como
resultado que 400 mil hectáreas serían para las comunidades y 243 mil para los
criollos.
Se trata de un
proceso político ejemplar que se desarrolla en una superficie a la que hasta
hace muy poco se conocía como los lotes 55 y 14, o "los fiscales", a
secas.
El plan de trabajo
acordado no carece de obstáculos, pero el caso reconocido en todo el continente
no tiene parangón: aunque existen infinidad de reclamos de comunidades
indígenas por territorios de los que fueron desplazados por industrias
extractivas o monocultivo que arrasan con personas y derechos, ninguno discute
una superficie de 400 mil hectáreas.
La reunión de los
caciques transcurre a siete kilómetros de Santa Victoria Este, fundada por
criollos en 1902 con el nombre de Colonia Buenaventura. La mayoría de los
convocados -qom, chulupí, chorote y tapiete, además de los wichí- llegan en
motos y unos pocos en camionetas. Han sido convocados por el coordinador
general de la asociación indígena: Francisco Pérez.
El antropólogo
inglés y doctor de la Universidad de Oxford, John Palmer, radicado en Tartagal,
destacó en diálogo con Télam "la tenacidad de Lhaka Honhat en la persona
de Francisco Pérez para superar tantas internas, muchas de ellas provocadas por
intereses políticos externos que de muchas maneras intentaron e intentan romper
la unidad del reclamo". El mérito lo extendió a los asesores de los indígenas,
entre los que se cuentan el CELS y Asociana (una Fundación de la Iglesia
Anglicana).
Conocedor profundo
de la vida y la espiritualidad de los wichí, Palmer atribuye a su personalidad
la explicación a que un reclamo que comenzó en 1984, hace más de 30 años,
continúe vigente y en ascenso. "No se alteran ante los obstáculos cuando
buscan la solución a cualquier problema -remarca Palmer- y son dueños de una
paciencia imperturbable".
Un ejemplo de esa capacidad de diálogo e interés por llegar a un acuerdo satisfactorio para las partes la dio durante la asamblea el qom Rogelio Segundo, tesorero de Lhaka Honhat, quien contó que en las discusiones con los criollos para delimitar el territorio "hicimos 71 reuniones", hasta que lograron coincidencias para que los agrimensores midan el territorio y se avance en pos de los títulos de propiedad.
Un ejemplo de esa capacidad de diálogo e interés por llegar a un acuerdo satisfactorio para las partes la dio durante la asamblea el qom Rogelio Segundo, tesorero de Lhaka Honhat, quien contó que en las discusiones con los criollos para delimitar el territorio "hicimos 71 reuniones", hasta que lograron coincidencias para que los agrimensores midan el territorio y se avance en pos de los títulos de propiedad.
A unos cien metros
del salón donde se desarrolla la asamblea, la nieta adolescente de don Fausto
Moreno, de mirada tranquila y estar sereno, muestran el DNI de su abuelo que
acredita que nació en 1903.
Un poco más allá, a
orillas del Pilcomayo, el aire es fresco y se respira paz y silencio, un sonido
seco se escucha a lo lejos, es el trabajo del río que horada el cauce y sigue
sus vueltas por la arena. Aquí y allá, como salpicados se suceden bosques de
algarrobos, lapachos y quebrachos, enormes, antiguos, tanto como sus habitantes
humanos.
Fuente> Agencia
Télam (Equipo de Investigación) – 31 de Diciembre de 2.016
No hay comentarios:
Publicar un comentario