El último grupo indígena en
aislamiento voluntario que queda en América fuera de la Amazonía está al borde
de la desaparición si el Estado paraguayo no frena la deforestación e invasión
de sus tierras por parte de ganaderos, denuncian sus familiares ya contactados
y las Naciones Unidas.
El grupo de ayoreo todobiegosode que
queda aislado en Paraguay es como la última aldea gala resistiendo el avance
del Imperio romano. Una cultura a punto de hacer desaparecer a la otra.
Pero en lugar de murallas, los
nativos están rodeados de un inmenso bosque que les da protección y sustento
desde hace miles de años.
Y no son tropas militares a las que
tienen que resistir, sino al avance de las máquinas topadoras que van
destruyendo los árboles del territorio en el que viven desde antes de la
colonización española.
De ello están convencidos en Chaidí,
principal asentamiento de los totobiegosode que han salido de su hábitat
natural: el interior de bosques vírgenes
del Chaco paraguayo.
En ese monte de vegetación baja, de
cactus y jaguares, de pronunciadas sequías e inundaciones, situado en el
departamento de Alto Paraguay, más cerca de Bolivia que de Asunción, aún se
esconden al menos un centenar de nativos totobiegosode que nunca han contactado
con la sociedad envolvente.
Voluntariamente rehúsan vivir con
los "coñone", que significa "los que no entienden el mundo"
en idioma ayoreo, término dedicado a los extraños que no viven cuidando el
bosque.
Sus hermanos contactados denuncian
lo que ellos no están en condiciones de hacer: la desaparición de todo un
ecosistema bajo las topadoras de las empresas ganaderas invasoras.
Al menos tres empresas
terratenientes, Yaguareté Porá, de Brasil, Carlos Casado S.A., de capital
español, y la paraguaya Itapotí poseen los títulos de propiedad de buena parte
de las casi 2,8 millones de hectáreas que, según los antropólogos, alguna vez
integraron el territorio de los distintos grupos ayoreo, que vivían entre el
sur de Bolivia y la región chaqueña de Paraguay.
"Solo queremos proteger a
nuestros hermanos y para eso necesitamos que el Estado compre y proteja nuestro
territorio ancestral", dijo a Efe Porai Picanerai, cacique de los
totobiegosode de Chaidí.
Picanerai vivía en el bosque hasta
que en 1986 otros ayoreo armados enviados por la Misión Nuevas Tribus, un grupo
evangélico estadounidense con larga trayectoria en Paraguay, llegó a su aldea,
recordó.
"Maté a dos personas para
defender a mi familia", relató.
Aquel enfrentamiento tuvo como
resultado la muerte de al menos cuatro indígenas y la salida del bosque de unos
40, según los datos de las ONG Iniciativa Amotocodie y Gente, Ambiente y
Desarrollo (GAT).
Desde entonces, cada vez más
totobiegosode han ido saliendo del bosque, bien en enfrentamientos violentos o
bien cuando ya no tenían más lugar a donde ir.
Como es el caso de Ingoi Etacori de
40 años y Carateba Picanere, de 70, que salieron de la selva en 2004 al quedar
solos al borde de una carretera abierta por dueños de estancias cercanas.
Etacori aún tiene las marcas en la
cabeza del pelo trenzado que acostumbraba a llevar, como manda la cultura de su
pueblo. Su padre y sus tres hermanos aún viven en el bosque, aseguró.
Solo quedan 120 pueblos aislados en
todo el continente americano, la mayoría en la frontera de Brasil, Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Los totobiegosode que viven en Paraguay son
el único caso fuera de la Cuenca Amazónica, según las ONG.
La aceleración de la industria
ganadera en la última década en el Chaco paraguayo ha provocado una de las
tasas de deforestación más altas del mundo, según la ONG ambientalista Guyra
Paraguay.
"La ganadería, la búsqueda de
petróleo y de maderas preciosas siguen siendo responsables de este etnocidio
que sufren los totobiegosode", dijo a Efe Benno Glauser, director de
Iniciativa Amotocodie.
Según Glauser, la mayoría de los
totobiegosode que abandonaron el bosque aún viven el trauma del contacto.
"Les engañaron, los ancianos siguen en shock ante la sociedad envolvente,
sin poder entender nuestro sinsentido", expresó.
La Relatoría de la ONU para los
Derechos Indígenas, así como las organizaciones Amnistía Internacional y
Survival piden al Estado paraguayo que detenga las intervenciones ilegales en
territorio ayoreo y recupere las tierras ancestrales que reclaman.
El sector coloreado con color naranja fuerte es el área de ocupación milenaria ayorea |
Los expertos de estas organizaciones
alertan que cada vez se ven más restos de armas o de animales cazados, señales
de los "silvícolas", producto de la reducción del bosque.
Incluso hubo un avistamiento de un
clan familiar hace solo dos meses en un territorio que no es el suyo habitual, según
las ONG.
Huyen de las máquinas topadoras, de
los tractores y de las zonas que van quedando sin animales silvestres, atrás
van dejando una forma de vida milenaria que nunca perjudicó al medioambiente.
Escrito: Santi Carneri
No hay comentarios:
Publicar un comentario