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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

lunes, 2 de junio de 2014

Pueblos originarios exigen la refundación del Estado argentino

Escribe:  Felipe Etkin

El pasado 25 de mayo, muy alejada del fervor patrio, una de las naciones preexistentes a la conformación del Estado argentino, tomaba la decisión de organizarse para alzar su voz y exigir la refundación de este país como el Estado Plurinacional de Argentina.
Misión Chaqueña, una pequeña comunidad ubicada al norte de la provincia de Salta fue el lugar elegido para realizar el IV Congreso por la Unión de los Pueblos Originarios, al que asistieron más de 50 caciques de la nación Wichí provenientes de distintas poblaciones de la zona. A lo largo de tres días debatieron diferentes problemáticas, siempre para confrontar contra el olvido de los representantes políticos, el genocidio instrumentado contra los pueblos originarios, la violencia de las “instituciones democráticas” y la necedad del sistema educativo que descuartiza su cultura.

El saldo del Congreso fue la reactualización del Documento T.IE.R.R.A. (Tratado Interétnico para la Refundación de la República Argentina) y la propuesta de realizar una caminata de dos meses para el Bicentenario de la declaración de la independencia Argentina en 2016, desde Misión Chaqueña hasta Tucumán. 


El Documento T.IE.R.R.A. se firmó por primera vez el 25 de mayo del año 2010 en el primer Congreso que se realizó en la misma comunidad. En la versión que surgió de los debates del último Congreso el Documento pone énfasis en la unión, en “la necesidad de hermanarnos” para refundar este país, dar nacimiento a una nueva Constitución Nacional con el fin de que todas las naciones indígenas que existían antes de la formación del Estado argentino puedan vivir según su cosmovisión particular.

El Documento se hace eco de las principales problemáticas que se desprendieron de los diálogos de caciques y dirigentes que fueron acercándose a hablar al improvisado escenario. Éstas hacen referencia principalmente a: desalojos, desmonte, contaminación, genocidio indígena,  respeto institucional, reforma del sistema educativo y protección de recursos naturales.

Poco puede agregar un periodista a la precisión e inteligencia con la que habla el pueblo Wichí, un pueblo poco escolarizado, que trastabilla al hablar el español debido a que no es su lengua vernácula, pero que habla desde las entrañas, con una lucidez y sagacidad espléndida.

Mariano Centeno, miembro de la Comisión Nacional de Investigación del Genocidio para el Resarcimiento Histórico de los Pueblos Originarios de Argentina comentó  que la preocupación por organizarse y producir aquel Documento nace de que un día vinieron los empresarios y “nos querían desalojar para desmontar nuestro suelo, nuestro campo”. La relación que el pueblo Wichí tiene con el monte es algo muy particular: “El campo para nosotros es un supermercado, ahí sacamos todo lo que es nuestro”, aseguró Mariano. Pero radicalizó su planteamiento al afirmar: “Nosotros no tenemos beneficios sociales ni un trabajo seguro. Nosotros hemos sobrevivido gracias a este monte”.

“El monte para nosotros es una cosa muy importante, por eso empezamos a despertarnos para luchar y defenderlo. A través de ese atropello que nos hicieron empezamos a reunirnos para organizarnos mejor y llegó la conclusión de que teníamos que empezar a estudiar qué tenemos que hacer. En el 2010 empezamos a reunirnos y nació la idea de hacer un congreso, invitar a todos los que vienen de otras comunidades, hacernos conocer, hacer una sola voz para que seamos escuchados y podamos tener lo que es nuestro”, relató Centeno.

Madre hay una sola
Tal vez una de las problemáticas más dolorosas que azota a los pueblos originarios, a lo largo del país, es la cuestión territorial. Producto del no reconocimiento por falta de escrituras y papeles y del oportunismo voraz de terratenientes con la complicidad de los gobiernos, miles de familias originarias se vieron, y se ven, obligas a desplazarse de su territorio ancestral para darle paso progresivo a las topadoras, el desmonte, la soja y la contaminación por agrotóxicos.



Leonardo Pantoja, también miembro de la Comisión de Genocidio, tradujo un fragmento de un pequeño discurso que ofreció alguien de una comunidad cercana llamada Padre Lozano que no sabía hablar español. “Cuando los terratenientes llegaban a una comunidad engañaban con una bicicleta o un poquito de plata para que las familias se trasladen del lugar. Ahora hay fosas comunes en ese lugar. Los familiares quieren ir a ese cementerio a visitar a sus ancestros, pero no pueden entrar porque ahora es una finca privada llena de soja y de porotos”, relató Pantoja e inmediatamente intervino Alberto Gómez, un hábil artista de la madera que se está iniciando en esta lucha, y exclamó: “Es nuestro trabajo investigar eso, se trata de un genocidio”.

Alberto Gómez se interesó por la defensa de los derechos de los pueblos originarios en el año 2009, participando de las charlas de la Comisión Territorial de Misión Chaqueña. “He visto que el Manifiesto Wichí tenía puntos importantes, como amor, compromiso, fuerza, unión, democracia, justicia, verdad. Por eso decidí participar de esta lucha que es muy democrática y transparente”, expresó y resaltó que se interesa porque “no se trata de pedir bolsones o algo chiquito”, sino que le parece importante porque es una lucha para “recuperar el territorio histórico y justicia”.

“Nosotros estamos escuchando la voz de la madre tierra, que se preocupa y vemos que está enferma. Ella está muy explotada, muy contaminada, reacciona y pasan cosas terribles con los pueblos y naciones. A esto los Estados lo llaman desastres naturales que para nosotros no son eso sino que son las consecuencias de las acciones de los gobiernos que ellos mismo provocan. No soy nada para tratar de proteger esta madre tierra. No puedo yo sólo ni con mi grupo. Por eso necesitamos que muchos adhieran a la lucha para que todos vivamos bien, no mejor pero que vivamos bien y más tranquilos, como era antes, en armonía con la madre tierra y la naturaleza”, manifestó Alberto y se disculpó, tal vez sin fundamentos, por no poder dominar bien el idioma español. “Esta lucha no es solo nuestra, es de nuestros abuelos, es de gente que tiene mucho conocimiento de que hay que defender la tierra, y también de gente blanca que valora esta lucha. Tenemos que cuidarnos entre todos y unirnos para tratar de proteger la madre tierra”, concluyó.

Tras la reciente muerte de su padre, Gumersindo Rey asumió como cacique y explicó que no les quieren reconocer que son dueños de la tierra en la que vivieron por milenios, una tierra que les fue despojada y que realmente necesitan debido al aumento demográfico y el crecimiento de los chicos de la comunidad. “No hay duda de que son nuestras tierras, por eso le exigimos a los gobiernos que nos reconozcan ese territorio. Decimos basta de discriminación, basta de desmontes. Si hay alambrados no vamos a permitirlo, porque nosotros queremos estar en nuestra tierra como siempre lo fue, hemos sido dueños con la libertad de entrar y salir para cazar, para buscar nuestros alimentos y hoy hay comunidades que no pueden alimentarse porque hay otros dueños. Nosotros no queremos que haya gente que se dicen dueños y no nos permiten ir a nuestras tierras”, indicó.
Gumersindo insistió en que los problemas “son gravísimos” y opinó: “La tierra debe ser para nosotros, nacimos en nuestra tierra y por eso nos organizamos para que otras comunidades nos juntemos y podamos enterarnos de las cosas que pasan. Queremos concretar nuestro sueño, nuestros anhelo, que es simplemente tener tranquilidad”.
En los mismos términos se expresó el ya citado Leonardo Pantoja: “Estamos pidiendo que se nos respete la tierra, porque sin la tierra no podemos hacer nada, no podemos sobrevivir. Necesitamos que haya tranquilidad, que no haya desmonte ni contaminación, que haya tranquilidad e igualdad en toda la argentina, ahora no hay igualdad en este país, solamente eso necesitamos, igualdad”.



En relación a esta problemática, el punto número 6 del Documento es preciso: “Exigimos que se efectivice la devolución oficial y jurídica de nuestros territorios ancestrales, es decir territorios que actualmente son considerados fiscales o privados y que pertenecieron a nuestros ancestros en los cuales hoy habitamos y de los cuales nos atropellan, marginan, violentan y expulsan con total impunidad, tanto ciudadanos argentinos como extranjeros, tanto empresas argentinas como transnacionales, con la indiferencia e incluso con el visto bueno del los tres poderes del estado nacional, estados provinciales y municipales”. En el mismo escrito también se solicita una intimación a las naciones que “usurparon, colonizaron y destruyeron” la tierra de los pueblos originarios para que demuestren su arrepentimiento y renuncien “al saqueo irrespetuoso y destructivo de la madre tierra”.

Cabe destacar que el Documento propone también la creación de una “Corte Suprema de Justicia Internacional Originaria y Ambiental” que recepte las denuncias cuya causa sea un “atropello” a los Derechos Humanos y los derechos de la madre tierra.
Otro de los puntos realmente interesantes del Documento es el que exige que se tenga presente dentro de la reforma del Código Civil que la propiedad comunitaria indígena debe incluir “conceptos de tierras y territorios” en los términos del convenio 169 de la OIT, la declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y otros instrumentos internacionales de derechos humanos teniendo también presente que “cualquier medida legislativa que afecte directamente a los pueblos originarios debe ser consultada con los pueblos interesados mediante procedimientos apropiados”.

La lucha por el reconocimiento
En la puerta del pequeño museo de Misión Chaqueña, Gumersindo Rey tenía entre sus manos una gran foto de su padre, Arturo Rey, anterior y muy querido cacique de la comunidad. En una breve ceremonia, antes de que esa foto, junto con otras, fueran depositadas en el museo que conmemora a luchadores y acontecimientos fundamentales de la causa, Gumersindo hizo referencia a la nueva figura del cacique, que dista de ser lo que era antes. “Mi viejo, en paz descanse, era cacique, y ahora yo estoy asumiendo ese cargo y no es algo fácil. El cacique es una palabra histórica que antes era muy respetada, pero hoy en día casi lo perdemos, pero no podemos aflojar, yo asumo de ser cacique porque yo quiero seguir este camino de nuestra cultura, porque somos Wichí y siempre lo somos”, enunció  y dejó entrever otra de las barreras que impiden la igualdad y el respeto por los derechos de hombre y mujeres originario: la discriminación cultural, racial e institucional.
En este sentido, Gumersindo prosiguió diciendo: “Muchas veces en las ciudades dicen que nosotros no servimos porque somos Wichí, somos odiados. Pero sin embargo no es así, nosotros somos humanos como todo pueblo, somos aborígenes y estamos firmes, presentes”.

El nuevo cacique se mostró preocupado por el hecho de que en las ciudades existen riquezas y posibilidades que provocan que la gente perjudique su salud. “La gente de la ciudad tiene una noticia que muchas veces nos lastima al escucharla, porque los jóvenes de las ciudades tienen plata, pero se matan, hay mucha delincuencia, droga. Nosotros no debemos permitir esas cosas en estos lugares. Nosotros queremos vivir sanos, mente sana. Queremos entrar a la sociedad y queremos ser argentinos como todos vivimos en este país, todos somos argentinos” sostuvo.  Más tarde, Gumersindo exclamó con énfasis: “Estamos presentes para reclamar nuestros derechos. Somos originarios, siempre reclamamos lo que es nuestro, estamos todos los caciques juntos y no nos vamos a cansar de hacer los reclamos porque cada vez somos más marginados de todos los gobiernos e instituciones que deben representarnos”.
De igual manera se expresó Mariano Centeno al afirmar que, según la visión del pueblo Wichí, “todos somos argentinos”. “Creo que la argentina es una sola y todos somos hermanos. Para nosotros todos somos hermanos, no hay color, todo por igual. Todos nosotros sufrimos lo mismo. La gente de las ciudades sufren por drogadicción, por asaltos y nosotros acá en el chaco también sufrimos eso, sufrimos el desmonte, la siembra de soja, las fumigaciones que nos matan. Todos somos iguales, los argentinos tenemos el mismo problema y por eso los llamamos a todos a que empecemos a despertarnos, creo que la unión hace la fuerza”, pronunció Mariano.
La discriminación y el olvido que sufren los pueblos originarios son el principal motivo por el cuál su reclamo no se universaliza ni establece como un asunto relevante a nivel político y mediático. Respecto a esto, la declaración de Mariano es elocuente: “Es una cosa muy importante saber que alguien nos quiere, que alguien nos escucha, que alguien nos entiende”.

Pedro Zanja, presidente del grupo de artesanos de Misión Chaqueña “Nakwo” manifestó su alegría de ver “gente juntándose de corazón” para encontrar “los caminos que debemos buscar”. El discurso que Zanja ofreció una de las frías noches salteñas comenzó como un disparo al pecho: “Nosotros estamos enfermos, pero no de salud, estamos enfermos de lo que necesitamos”.
“Nosotros hemos vivido mucho tiempo olvidados de nuestros representantes. Tenemos culturas y tenemos nuestros trabajos, pero en la educación hemos sido olvidados. Nosotros tenemos nuestras propias lenguas e idiomas y no están presentes en las instituciones educativas. Muchas veces nosotros queremos hablar en nuestra lengua en muchas instituciones pero no nos lo permiten”, declaró.
El artesano rescató la importancia de “llevar a nuestros hijos hacia adelante” y que no pierdan la lengua nativa de la nación Wichí. “Este dialecto es nuestro y nadie nos lo va a poder quitar” sentenció. Zanja prosiguió hablando del olvido de los representantes políticos con respecto al trabajo del artesano wichí, el cuál asegura que está siendo reconocido internacionalmente.

Respecto al asunto de la lengua, no se trata solamente de la preocupante cuestión sobre qué idioma se debe enseñar en las escuelas (cuando la mayoría de los alumnos son de una nación que tiene otra lengua diferente a la española), sino que también implica otros procesos de comunicación de gran importancia en el sistema democrático como es el caso de la justicia y la salud. De hecho, en este aspecto el Documento es preciso: “Exigimos la oficialización de nuestras lenguas originarias y la presencia obligatoria de traductores originarios en el sistema sanitario y judicial (…) para que se termine la marginación que sufren nuestros hermanos que no entienden el idioma castellano tanto en el sistema de salud nacional como en instancias judiciales en las que tienen que defender sus derechos”.
Gumersindo Rey, por su parte, también hizo referencia a este tema: “Queremos entrar a la sociedad, reclamamos que haya libertad para que los chicos puedan estudiar y seguir sus estudios  No queremos perder nuestra costumbre, queremos seguir teniendo nuestro idioma”.
La cuestión lingüística no es anecdótica ni es un reclamo insípido. Detrás de la aparentemente inocente enseñanza de la lengua castellana se oculta todo un proceso de aniquilamiento cultural, un genocidio simbólico que marca el camino a la extinción de no sólo un idioma sino también de conceptos, modos de pensar, de actuar y, en suma, cosmovisiones. A todo orden de dominación material o física siempre corresponde, en mayor o menor medida, una dominación simbólica, siendo el caso más extremo el de la dominación lingüística.
En este sentido apunta la propuesta de reformar el sistema educativo para conservar y respetar la existencia de lenguas y cosmovisiones diferentes al castellano-occidental que permita enseñar en las “de manera efectiva y obligatoria”, la cosmovisión de cada pueblo y “cuya primera lengua obligatoria de enseñanza sea la que pertenezca a la nación originaria en cuestión, pudiendo izar junto a la bandera nacional argentina, la bandera que cada nación originaria elija”.
En el mismo apartado del Documento se propone terminar con “la mentira histórica y la mala enseñanza” y se reclama “la preservación y difusión del conocimiento ancestral medicinal y natural para que se institucionalice como aporte al conocimiento de las naciones del mundo”.
Al respecto también se exige la inclusión en el sistema sanitario de “los médicos tradicionales (chamanes) matronas de nuestras comunidades y facilitadores interculturales” con el fin de que se vean reflejadas las “necesidades idiomáticas y culturales” dentro del sistema sanitario nacional.
Es justamente a partir de esta necesidad de reconocimiento institucional, que la nación wichí exige la creación de un ministerio de los Pueblos Originarios que sea dirigido “por quienes de manera libre y democrática” elijan las naciones originarias como sus representantes debido a que las instituciones actuales “son manejadas con lógicas partidarias” ajenas a los “intereses comunitarios” y lejanas a sus “realidades y necesidades territoriales”.

Memoria, Verdad y Justicia
Otro de los puntos importantes presentes en el Documento es el que exige la exhaustiva investigación del genocidio llevado adelante por el estado nacional argentino desde su formación, “tanto en períodos dictatoriales como democráticos”, contra las naciones originarias. En este sentido, el Documento propone una ampliación del concepto Derechos Humanos y de “memoria, verdad y justicia” para incluir el terrorismo de Estado que afirman haber sufrido tanto en dictaduras como así también en democracia y solicita a toda la sociedad argentina y a todas las naciones del mundo “que colaboren con lo realizado hasta ahora por la Comisión Nacional de Investigación del Genocidio para el Resarcimiento Histórico de los Pueblos Originarios de Argentina” fundada en la comunidad  de Misión Chaqueña. El Documento pretende ampliar esta institución a todas las naciones de América para asegurar que “participen y decidan su accionar efectivo” los representantes que las naciones originarias elijan junto a veedores externos de otras naciones de América Latina.
“Desde nuestras comunidades originarias y campesinas apoyamos y felicitamos el trabajo realizado para juzgar a los genocidas de la última dictadura militar y para resarcir a las víctimas que sufrieron esos delitos contra la humanidad y por lo tanto esperamos también que toda la sociedad argentina reclame justicia y un trato igualitario para con nuestros abuelos, hijos y nietos que han sufrido el genocidio e iguales delitos tanto en períodos dictatoriales como democráticos durante toda la historia del Estado nacional Argentino”, detalla el Documento.
Cabe destacar que uno de los últimos apartados deja en claro que el Documento será introducido por mesa de entrada del congreso nacional, en ambas cámaras, en los congresos provinciales y en los concejos de representantes municipales y comunales de todo el territorio argentino y americano “para que sea debatido y pueda tomar estado parlamentario”.

 Nota correspondiente a la edición N° 319 del semanario La Jornada, del 1 de junio de 2014.

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