Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 27 de octubre de 2024

Esperan que la FIFA reconozca el origen guaraní del fútbol


El escritor y documentalista Marcos Ybáñez entiende que San Ignacio Guazú debería ser declarada cuna mundial del fútbol porque es allí donde se da el primer registro de un juego de pelota con los pies en todo el planeta. Con libros y películas sobre el tema, aquí nos cuenta del interés creciente de medios de la región en la hipótesis documentada de que los guaraníes inventaron el fútbol. También brega por el reconocimiento y la puesta en valor de los futbolistas indígenas en el país y en el continente.
En las tardes paraguayas, cuando el sol comienza a retirarse en los barrios, se multiplica el juego de piki vóley. Allí uno aprecia la destreza, la plasticidad de los jugadores, capaces de las piruetas más increíbles. Algo parecido a ello era el manga ñembosarái, el juego precolombino de los guaraníes en el que la clave del juego pasaba por que la pelota no cayera al piso.
“El fútbol es una de las invenciones fantásticas del mundo nativo que se hizo universal”, asegura el escritor y documentalista Marcos Ybáñez. Según viene exponiendo desde hace unos 10 años, “Inglaterra no fue el país que dio origen al fútbol, fue el que reglamentó, dos siglos después, porque ya se jugaba a la pelota con los pies en América. El mayor tesoro que llevaron de América durante la conquista y colonización no fueron solo el oro y la plata, sino los saberes ancestrales en diversos campos de nuestras civilizaciones milenarias”, apuntó.
Ybáñez, presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), lucha para hacer conocer al mundo la historia del fútbol guaraní, aunque recuerda que “es una obra colectiva, porque conjuga el esfuerzo de todo un equipo para hacer posible las películas, el libro y, finalmente, la difusión de esta gran verdad”.
A su vez, entiende que “es tiempo de que la Conmebol impulse ante la FIFA los trámites para reconocer a San Ignacio Guazú como la cuna del fútbol. Quiero unir a toda una ciudad y un país en esta causa, porque existen registros documentales suficientes para hacerlo”, propone.
Ybáñez espera que esta situación pueda verificarse a mediados de mayo del año entrante cuando Paraguay sea sede del 75.º Congreso de la FIFA con la presencia de unos 2.500 asistentes, entre delegaciones internacionales, invitados especiales y leyendas del fútbol, medios de comunicación y público especializado.
–Hay creciente interés en tus materiales sobre el origen guaraní del fútbol. ¿Podrías contarnos un poco al respecto?
–Por fortuna las obras logran un impacto muy importante a nivel internacional, lo que nos compromete a seguir trabajando para el reconocimiento de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA). En estos días participamos con la poeta avá-guaraní Alba Eiragi Duarte del desafío que nos propuso el periodista Jorge “Chipi” Vera de contar el origen indígena del fútbol a través de registros de los sacerdotes en las misiones jesuíticas guaraníes. La entrevista fue difundida con buena aceptación del público en el primer capítulo del proyecto “Camino hacia la gloria eterna”. Esta producción fue desarrollada en conjunto con 90 Minutes Media y la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
INTEGRANDO CULTURAS
–Tenés un libro y dos documentales hechos sobre el tema y en estos días se hicieron eco de ello medios de varios países del continente.
–Sí, con estas obras logramos la fusión de la literatura, el cine y el deporte. El arte es capaz de integrar las culturas. Ahora, por ejemplo, camino al Mundial, la selección de Venezuela realizó tomas para un documental sobre su paso por Paraguay. La Agencia Denoda, que la acompaña, me invitó a contar la historia del fútbol guaraní, la cultura paraguaya y el uso de la lengua guaraní en las canchas. Valoraron el aporte del libro y la película “Manga ñembosarái” para comprender la pasión del fútbol en nuestro país y América. Compartimos en el hotel de la Conmebol un diálogo fraterno como es la esencia del fútbol arte en sus orígenes, integrando a los pueblos.
–¿Cuáles son los primeros registros del manga ñembosarái?
–Este es un juego precolombino de la nación guaraní, registrado en las misiones jesuíticas de América, desde 1639. Igual sobre la historia del origen del fútbol existen varias teorías, ya que el juego de la pelota está ligado a varias culturas. Los aztecas jugaban con la cadera, los europeos en esa época jugaban a la pelota con las manos y los guaraníes con los pies en competencias de habilidad y resistencia con el juego del manga ñembosarái en las misiones jesuíticas guaraníes. Nadie pone en duda que como un deporte con su estructura moderna lo reglamentó Inglaterra. Sin embargo, en el libro y la película recogemos testimonios y pruebas de investigadores muy serios como Bartomeu Melià, el propio Vaticano, así como registros de sacerdotes de la época de las misiones jesuíticas guaraníes, desde 1639, que señalan que el fútbol nació de los pies de los guaraníes de América.
­
–¿En esta hipótesis serían los sacerdotes los difuso­res?
–Sí, fueron los sacerdotes de las misiones jesuíticas guara­níes quienes hicieron cono­cer el juego en Europa, donde lo mostraron en las cortes. A fines del siglo XVIII, en Ita­lia, España, Portugal y Fran­cia nadie conocía todavía ese deporte, y fueron los misione­ros jesuitas los que lo hicie­ron conocer como novedad y curiosidad increíble.
REGLAS
–¿Cómo era más o menos el juego?
–Tenía ciertas reglas como, por ejemplo, que no había arcos, se declaraba perde­dor al equipo que se retiraba por cansancio. El juego se practicaba todos los domin­gos después de la misa y podía durar hasta la puesta del sol. Hablaron del tema Antonio Ruiz de Montoya, José Car­diel y José Manuel Peramás. En cierta forma este juego marca al fútbol paraguayo, porque es defensivo, de resis­tencia, aguerrido, que apela al empate 0 a 0. En la cancha hay una fuerte utilización de la lengua guaraní como estrategia para que el rival no entienda la estrategia de juego. La lengua guaraní nos acompaña en cada batalla cultural y deportiva. Ade­más, esta teoría se vio refor­zada con los logros de la selec­ción paraguaya indígena, que salió campeón de América en Chile y campeón del mundo en Canadá.
–¿De qué árbol se extraía el caucho con el que se hacía la pelota?, ¿cómo la llama­ban?
–A la pelota la llamaban manga y el nombre viene del árbol que daba los nervios a la pelota porque su fruta se llamaba manga’a. En tanto, el mangaisy era la resina de la cual se elaboraba la pelota para la práctica del fútbol. Está documentado que los guaraníes tenían una pelota de goma, hecha del caucho, que se llama mangaisy.
–¿Te acercaron nuevos datos a partir de la publica­ción de tu libro y del docu­mental?, ¿pensás en una segunda parte?
–Tengo dos documentales y el libro sobre la historia indí­gena del fútbol, “Los guara­níes inventaron el fútbol”, hecho con investigadores y antropólogos como Barto­meu Melià y otros. El segundo documental es “Manga ñem­bosarái”, que retrata la vida de la selección paraguaya indígena. Es mi interés hacer una nueva película documen­tal sobre la ciudad del fút­bol, San Ignacio Guazú, por­que como la primera ciudad misionera surgen más datos que la conectan con la crea­ción del fútbol, gracias a los aportes de impor­tantes investigadores locales como el juez y periodista Camilo Cantero y Marga­rita Ortiz.
GESTIONES
–¿Hay alguna gestión para consagrar a San Ignacio como una posible cuna del fútbol?
–La Junta Municipal aprobó la Ordenanza 39/2017 por la cual se declara a la ciudad cuna del balompié mundial y en la memoria colectiva de sus pobladores aún perdura, pese al tiempo, los recuerdos del juego de la pelota con los pies de sus antepasados. El mérito de los ignacianos es que han conservado y mantenido en el imaginario colectivo que allí, en las reducciones, los gua­raníes jugaban al juego de la pelota con los pies, conocido en el presente como fútbol, los domingos a la mañana. Tam­bién hay que destacar el valor del registro
histórico. Si los jesuitas no lo registraban, hubiese sido mucho más difícil comprobar que este tipo de juego lo prac­ticaban los guaraníes antes de la conquista. Sería desea­ble que la Conmebol impulse ante la FIFA los trámites para hacer efectivo este reconoci­miento durante el Congreso que se hará en nuestro país en 2025.
–También seguiste de cerca la conformación de la selección indígena. ¿Cómo sigue ese proceso?
–Pese a que los futbolistas indígenas salieron cam­peones del mundo y de la Copa América, falta que el mundo del fútbol, los
clubes y las selecciones abran las puertas al mundo indí­gena. Es una deuda histórica con los inspiradores y crea­dores de este deporte. Hay que poner fin al apartheid que sufren los futbolistas indí­genas en un mundo que los sigue discriminando. El fenó­meno del futbolista indígena Luis Díaz, actual estrella de la selección de Colombia y del Liverpool de Inglate­rra, nos muestra el camino a seguir. El día en que vea­mos a los futbolistas indíge­nas siendo parte de los clubes profesionales y las seleccio­nes nacionales de los países de nuestra América pode­mos decir que algo comenzó a cambiar en la historia del fútbol frente a la discrimina­ción que sufren en el mundo del deporte en las canchas y fuera de ellas. La selección paraguaya indígena cam­peona del mundo, más allá de los reconocimientos coyun­turales del Congreso y sen­dos discursos, sufrió un corte en el proceso iniciado, lo que pone en riesgo el futuro del fútbol nativo.
MANGA, UNA PELOTA INFLABLE
Según las documentacio­nes jesuitas, para fabricar la pelota, el manga, lo pri­mero que hacían los gua­raníes de las misiones era hacer una pequeña esfera de tierra colorada. Allí iban encimando capas de la resina del mangaisy, que es pegajosa y parecida al caucho.
En un punto insertaban en la preparación una bom­billa hecha de tacuarita y soplaban para hacer expan­dir la goma. De esa forma, la pelota se inflaba y se con­seguía que tenga un rebote muy particular que facili­taba las destrezas de los jugadores.
Así lo contó el jesuita cata­lán José Manuel Peramás en su libro “De vita et moribus tredecim virorum paraguaycorum” (Sobre la vida y el carácter de trece hombres paraguayos, en latín), publicado en 1793.
“Solían también jugar con un balón que, aun siendo de goma llena, era tan ligero y rápido que, una vez que lo gol­peaban, seguía rebo­tando algún tiempo, sin pararse, impulsado por su propio peso. No lanza­ban la pelota con la mano, como nosotros, sino con la parte superior del pie desnudo, pasándola y recibiéndola con gran agi­lidad y precisión”, descri­bió el sacerdote.
“TENDRÁ BUENA RECEPCIÓN”
Para el periodista deportivo Jorge “Chipi” Vera, es “muy inte­resante” la idea de un reconocimiento de los órganos inter­nacionales del fútbol a San Ignacio Guazú como cuna del fútbol. Recordó que “hay registros históricos muy ricos que comprueban esa teoría y ese relato. Sería espectacu­lar que ese mensaje pueda amplificarse y que el mundo conozca esa historia”.
Para Vera, “es muy probable que tenga una buena recepción de parte de las autori­dades del fútbol”. El autor de la vira­lizada cápsula para el programa “90 minutos” la idea tendrá una nueva visibilización cuando los repre­sentantes nacionales vuelvan a exponer temas de sus países el 30 de noviembre próximo en oportunidad de jugarse la final de la Copa Libertadores.
“Luiz Felipe Scolari nos enco­mendó la tarea de mostrar a Sudamérica y al mundo a tra­vés de ese minidocumental las bondades de nuestro fútbol y en eso estamos”, subrayó.
Por Jorge Zárate
Diario La Nación
Asunción - Paraguay
27 de Octubre de 2024

sábado, 7 de diciembre de 2019

Los Hijos de Colón de Marcos Ybañez, una obra de lectura imprescindible


La neocolonización en América es con la espada, la pluma y la cruz

El reloj cultural de la humanidad parece detenerse en 1492, en épocas de la conquista y colonización de América. Más de cinco siglos después les seguimos llamando “indios” y ellos “hombres blancos”. El Año Internacional de las Lenguas Indígenas, que se celebra este 2019, sirvió para dar mayor visibilidad a la civilización nativa, pero no encontró un eco favorable en las políticas públicas de los Gobiernos y Estados, para promover el respeto y promoción de las lenguas, sus territorios,el reconocimiento de los derechos culturales, lo cual condena a varias lenguas y culturas a sufrir un peligro de desaparición, señaló el escritor Marcos Ybáñez, autor del libro “Los Hijos de Colón”, presentado con buen impacto de público su nueva obra literaria, que llegó a la Argentina en la Primera Convención de la Lengua Guaraní, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores SADE Corrientes y el Ateneo de la Lengua Guaraní, Regional Corrientes. 

“Historicidio” 

Han pasado 527 años de la conquista y colonización de América y las culturas originarias siguen siendo víctimas de genocidio y un nuevo proceso civilizatorio “neocolonizador”, agresivo y violento, combinando para el mestizaje el uso de la espada (de la fuerza y la violencia para desplazar a los últimos nativos de sus territorios), la pluma (crónicas colonialistas en medios, libros, la enseñanza de la historia oficial, que encubre la realidad de los pueblos originarios y niega el genocidio) y la cruz (la conquista espiritual, con la invasión religiosa de sectas fundamentalistas, tratando de suprimir sus creencias ancestrales), dijo Ybáñez. 

El objetivo es adueñarse de las riquezas naturales de los pueblos nativos. Hay un “historicidio”, porque pese a los cinco siglos pasados sigue sin reconocerse en los libros de historia oficial el etnocidio contra los pueblos originarios, no se da un pedido de perdón y reparación de la gran deuda que tiene Europa, específicamente España, Portugal, la Iglesia Católica. 

Dentro del modelo de desarrollo actual, donde el capital está por encima de la vida humana, no hay cabida para el buen vivir de los pueblos originarios. La expansión del capital desplaza a las comunidades indígenas de sus territorios ancestrales. Es una guerra por el control de sus riquezas naturales, que busca hacer desaparecer la civilización nativa, las culturas originarias y lenguas. 

Los últimos guardianes de la selva, los pueblos originarios, están siendo exterminados, con sus territorios, culturas, lenguas, sin que los Gobiernos y Estados hagan algo para parar el genocidio. Los gobiernos guardan un silencio sospechoso y complicidad en el exterminio de lenguas y culturas, para destinar los territorios a la cría de vacas, las plantaciones de soja transgénica y la minería. Al desaparecer los protectores de los bosques, van despareciendo las diferentes especies, que pone en peligro la vida en el planeta. 

“Los incendios en la Amazonía, el Chaco Sudamericano, y otras zonas, no fueron fenómenos meramente naturales, sino provocados, al flexibilizar sus controles los Estados con el objetivo de eliminar bosques, especies y la vida nativa, en connivencia con empresas extractivistas, para sustituirlos por selvas de cemento, vacas y plantaciones de soja transgénica”.

Marcos Ybáñez, autor del "Los Hijos de Colón"

Descolonizar la historia 

En el libro Los Hijos de Colón, Ybáñez, relata de forma desencarnada, en lengua guaraní y castellano, un viaje por la otra América, llamada desde el origen de los tiempos AbyaYala, tierra de sangre vital, fecunda, madura término utilizado por el pueblo kuna de Panamá y Colombia para nombrar a nuestro continente. Se redescubre y relata desde la mirada crítica de los caciques, chamanes, lideres nativos, la otra historia no contada de América.

En el prólogo, el escritor Aníbal Silvero, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores - Filial Misiones (SADEM), afirma sobre la obra: “en toda bibliografía de un país, hay libros recomendados, y libros necesarios. Esta obra, indudablemente, tiene las dos características. Recomendado, porque su lectura puede ilustrarnos un poco más sobre el etnocidio que sufrió la gran raza guaraní de manos de la cruel invasión occidental, destruyendo su cultura y ultimando a una inmensa cantidad de sus hombres y de sus mujeres. Y necesario, porque debería estar en la biblioteca de todo latinoamericano que tenga el mínimo vestigio de interés por su pasado”. 

Discriminación y racismo.

De acuerdo a la consulta por redes sociales que se hizo a diferentes sectores de la sociedad como: intelectuales, profesionales, docentes, estudiantes, gente de la calle en diversos países de América que se incluye en el libro sobre la mirada hacia los pueblos originarios, sus lenguas y culturas, de parte de la sociedad “blanca”, como ellos denominan a los no indígenas. Muestra la discriminación y el racismo que sufren los pueblos originarios. 

Resumen

En resumen "Los hijos de Colón" de Marcos Ybañez es una novela histórica que reescribe la verdadera historia de los originarios nativos Abya Yala, verdadero nombre nativo de América. 

Describe la invasión, la depredación, la violencia, el asesinato, el genocidio que el hombre blanco causó a las diversas naciones o pueblos nativos con la llegada de Colón. 

Los "civilizadores europeos" con la espada y la cruz no solo masacraron a los guardianes de los bosques, de las selvas, de las aguas, de estas tierras milenarias, sino, no contento con eso, la civilización europea buscó matar la espiritualidad, las costumbres, el idioma de los nativos, porque sabían que si mataban su idioma que estaba íntimamente ligada a su ser , estaban matando su Alma.

Cinco siglos igual.




jueves, 28 de febrero de 2019

Soy Guaraní


Mi escuela está en medio de los árboles, allí en el monte donde nací, ella me enseña lo que soy: Soy Guaraní.

En los libros de los blancos dicen que los Guarani somos pasado, sin pensar que somos presente, dicen que vivíamos alguna vez en estas tierras, como si ya estuviésemos muertos y estamos con vida.

Vivo dentro tuyo y no lo sabes, hablas mi lengua y no me ves, soy tu hermano y no me aceptas, soy tu padre, tu madre y tu abuelo y me discriminas. A ti te di mi sangre, la vida, tu cultura, la lengua, la tierra, te di todo y tú me has dejado sin nada.

Marcos Ibañez (Escritor Paraguayo)

Fotografía tomada por José Javier Rodas en Agosto de 2012

viernes, 13 de octubre de 2017

El Hombre Blanco Un viaje por la otra América, el Abya Yala



Más de 500 años pasaron y me sigues llamando indio y yo hombre blanco, dice en su lengua el anciano cacique Guarani, mientras toma su mate cerca del fuego en la Aldea. En un viaje por la otra América, nos internamos en las profundidades del Abya Yala, para descubrir su universo territorial y cultural con un grupo nativo guaraní. Como cronistas, nos lanzamos a la arriesgada aventura de un viaje en canoas. Nuestra expedición se propone dar una vuelta completa al mundo cultural y la geografía del Abya Yala. 
Las heridas siguen abiertas, pese al paso inexorable de los siglos, es como si el reloj biológico y cultural de la humanidad se haya detenido en 1492, en tiempos de la conquista y colonización. Por primavera vez los caciques, ancianos y las nuevas generaciones de nativos nos relatan con crudeza la verdadera historia del Abya Yala.

Marcos Ibañez


Foto Melanio Pepangi, Ache Guaraní

viernes, 24 de febrero de 2017

La India Juliana, la guerrera guarani que lucho por los Derechos de la Mujer


Para las mujeres indígenas que nos dieron la vida, la cultura, la lengua y en ella el reconocimiento a todas las mujeres del Paraguay. En homenaje a nuestras hermanas, madres y abuelas guerreras guaraní olvidadas, les comparto la historia de una de las primeras mujeres que dio la vida por defender los derechos de las mujeres. 

El fuego que nuestros ancestros nos encomendaron para que lo mantengamos siempre encendido, nos convoca ahora, pues son nuestras palabras las leñas que la avivan. Sentadas alrededor de esta fogata, compartamos esta mi historia, esta nuestra historia...

Siempre recordaré aquella noche de 1542 en que ya no soporté a mi “amo-marido” español Nuño Cabrera, que abusaba de mí y de mis hermanas, durante el día en la chacra y durante las noches en los excesos más sucios y repugnantes sobre nuestro cuerpo, sobre nuestra dignidad. Ya no lo soporté y tomé su espada. Lo maté, sí, lo maté y volví a ser feliz. Imagina cuan libre me sentí aquella noche, después de tanto abuso me liberé; corrí y grité desde lo más hondo de mis palabras, desde ese grito enraizado en mi idioma, a mis hermanas que vivían y sufrían la misma opresión que hiciesen lo mismo que yo.

Alvar Núñez Cabeza de Vaca, un español que había venido a Asunción a enseñarnos la palabra odio, una que no conocíamos, ordenó mi detención y también mi muerte, porque estos españoles solo sabían ordenar, sus palabras eran golpes, como truenos que asustan a nuestros hijos e iluminan nuestros montes. Él pensaba que de esa manera detendría la ola de rabia que se impuso por años y años a lo largo y ancho de este territorio que dieron a llamar Paraguay, que para nosotros, los portadores de las bellas palabras, es el camino hacia la tierra sin mal.

Cuando todo era diferente, éramos libres...
Conocí esta tierra cuando era libre al igual que mi pueblo. Todavía recuerdo el aire perfumado de monte y de hierbas, de tierra húmeda, el agua cristalina de los ríos y las hermosas sonrisas de nuestros niños y ancianos sentados bajo la sabiduría de las palabras.

Nuestros niños jugaban y aprendían a respetar a la naturaleza, porque ella es parte de nuestra cultura: de ella venimos y a ella volvemos. Con el Arandu Ka’aty, sabiduría que nos da la naturaleza para comprender el mundo, aprendimos a relacionar los cambios de nuestro cuerpo con los cambios del clima y a partir de ello conjugamos la agricultura con nuestra forma primigenia de relacionarnos con la naturaleza. No existía mal que la naturaleza no supiera curar, ni necesidad que no satisficiera.

En nuestra cultura no existía relación de poder, no era necesario ponerle cercos y alambres a la tierra, ni ponerle rejas y muros al ser humano, no era necesario que el hombre y la mujer sean explotados para generar riquezas, ni que la mujer tenga propietarios para generar vida, nosotras las mujeres sembrábamos la tierra y los hombres la cosechaban, todos los seres humanos éramos hermanos y hermanas; toda mi comunidad era mi familia, todo el planeta era mi familia.

No existía la marginación ni el desprecio hacia ninguno de los dos sexos, pues la diversidad enriquecía profundamente nuestra cosmovisión. Nosotras, con nuestra misteriosa capacidad de reproducción, más que temidas o satanizadas, éramos admiradas y respetadas. Proveíamos al mundo de habitantes, y como creadoras de vida, al igual que la tierra, nos merecimos protagonismo en las creencias místicas como protectoras de la fecundidad y en nuestra comunidad como transmisoras de la lengua y la cultura.

En nuestros rituales los sabios invocaban a Ñamandu Ru Ete Tenondegua y mediante él Yvága se relacionaba con Yvy y la hacía germinar. Todos nuestros dioses, en los cuales creemos y depositamos nuestras vidas son buenos, pues francamente, no creemos que sea necesario que un dios nos envíe castigos o nos condene al fuego eterno.

No puedo negar que en nuestra cotidianeidad teníamos problemas, pero creíamos muy fuertemente en el diálogo que éramos capaces de establecer entre nosotros, sin necesidad de armas ni violencia. Prueba de ello es que nuestro jefe civil era elegido por los fundamentos que exponía para merecer la responsabilidad y el honor de conducirnos durante la guerra, en caso de que haya necesidad, o como mediador ante un problema; pues prescindimos de jerarquías militares y de todo aquello que se imponga como superior, por ello una vez terminada la guerra o el problema, nuestro Mburuvicha volvía a dedicarse a la caza, a la pesca y a ayudarnos en la agricultura.


No consigo creer lo que pasó; poco a poco mi pueblo se convirtió en un grito perdido, en un lamento.

Todo eso lo vivíamos en perfecta armonía, hasta que desgraciadamente llegaron los colonizadores, quienes guiados por la mano de su dios y de todos sus santos, con sus espejos, caballos y armas sometieron a mi pueblo. A nosotras, las mujeres, nos impusieron un sistema vil de explotación: durante el día los trabajos del campo para producir para ellos y la corona, y durante las noches soportábamos en el cuerpo y en la dignidad los más salvajes atropellos, pues la lujuria "civilizadora" no paró hasta ver humillada a toda una nación. De ser madres, de ser hermanas y de ser esposas pasamos a convertirnos en un triste reflejo de la perversidad de los invasores, en máquinas de parir críos fruto de violaciones, que también serían esclavos del mismo amo que los marginaría y despreciaría.

Fuimos obligadas a ver como mataban a nuestros hermanos, a dejar nuestros Táva y vivir en la ciudad, a creer en su dios, capaz de enfadarse y humillarnos, pues era cruel y castigador a imagen y semejanza de quienes a fuerza de sangre y espada lo instalaron en nuestra tierra.
Ellos, abusaron de nuestro cuerpo, devastaron nuestro pueblo, mataron nuestros dioses, ignoraron la sabiduría de nuestros ancianos y ancianas, nos despojaron de todo y nos dejaron a cambio desolación, enfermedades y miseria.

Tanto odio, saqueo, rapiña, violación y despotismo de una raza sobre otra nos empujó a luchar por mantener nuestra identidad, forjada desde el respeto a la vida y a nosotros mismos, como un sistema de valores que el poder de la brutalidad santa quiso extinguir, pero no pudo.

Aquel río embravecido lleno de sabiduría no desapareció, aun corre silencioso entre los recovecos de esta tierra y resurge cada vez que hombres y mujeres levantan el puño y la voz ante una injusticia, se unen y construyen la familia-comunidad-planeta sobre el cimiento de una cultura que se resiste a desaparecer, que se niega a desaparecer.

India Juliana.

Fuente
Breve Historia del Paraguay por el Profesor Miguel Verón

Compartido por Marcos Ybanez


sábado, 18 de febrero de 2017

Paraguay> Alba Eiragi Duarte Primera Indígena investida como miembro de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP)


La poetisa y docente Alba Eiragi Duarte, de la comunidad ava guarani, fue hoy investida como miembro de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), convirtiéndose en la primera mujer indígena que forma parte de esa asociación.

Alba Eiragi Duarte, de 58 años, entró como miembro de pleno derecho de la SEP tras publicar recientemente su primer libro, un poemario en guaraní titulado “Ñe'ê yvoty. Ñe'ê poty” (“Flor de la palabra. Palabra en flor”, en idioma guaraní).


La poetisa fue oficialmente nombrada miembro de la SEP en un acto en Asunción oficiado por su presidente, el escritor Bernardo Neri Farina, quien calificó de “histórica” la inclusión de una mujer indígena en la institución.

“Es un acto histórico, pero debemos marcarnos en el horizonte que esto debe de dejar de ser una excepción. Ellos (los pueblos indígenas) son los primeros paraguayos y este acto debe de ser el comienzo de una verdadera integración”, dijo Neri Farina durante el evento en la Casa de la Literatura Augusto Roa Bastos.
Del mismo modo se expresó el cineasta Marcos Ybáñez, vocal de la SEP, quien dijo a Efe que el nombramiento “es un paso importante en el reconocimiento de que Paraguay es una sociedad multicultural”.

“Es hora de abrir las puertas a la realidad cultural de 20 pueblos indígenas que permanecen invisibles, en un ‘apartheid’ cultural. Hay todo un mundo cultural alrededor nuestro que debemos escuchar en cada una de sus lenguas y experiencias culturales”, dijo Ybáñez.

Sobre su poemario “Ñe’ê yvoty. Ñe’ê poty”, Ybáñez señaló que se trata de “una poesía muy profunda que nace de una espiritualidad de un pueblo que se resiste a morir tras una colonización de 500 años”.


“Son palabras que nacen del alma de una mujer poeta indígena que se alza contra esa exclusión histórica”, dijo Ybáñez.

Ya en la presentación, Ybáñez destacó la labor de activista cultural de Alba Eiragi Duarte, que ha producido varios documentales y que actualmente participa en “Nación Guaraní”, un documental que denuncia el descalabro social y cultural sufrido por esa gran comunidad.

Ybáñez también se refirió a la labor de la poeta como traductora y elaboradora de guías de materiales educativos indígenas en lengua ava guarani y español.
Alba Eiragi Duarte, quien ha trabajado también con niños y niñas indígenas en situación de calle, asumió en 2008 la dirección del departamento de Gestión y Comunicación de la Dirección General de Ecuación Escolar Indígena.

Es también responsable y coordinadora del proyecto “Cosmovisiones indígenas e innovaciones educativas” con los pueblos mbya guarani y ava guarani de Canindeyú (norte) y Caaguazú (centro), y fue organizadora del Primer Congreso de Comunicadores Indígenas.


La población indígena paraguaya asciende a 116.000 personas, aproximadamente el 1,7% del total. El 76% de ellos se encuentra en situación de pobreza extrema, según datos del estatal Instituto Paraguayo del Indígena (INDI).

Fuente>ABC Color (Asunción) – 17 de Febrero de 2.017

sábado, 2 de julio de 2016

Nación Guaraní - Documental

Un viaje de película por la América Guaraní...

Web: nacionguarani.com 





Dirección y Guión: Marcos Ybañez

Producción General: Alba Eiragi Duarte –lideresa Guarani Colonia Fortuna.

Cámara: Melanio Pepangi : artista del audiovisual Guaraní Comunidad Chupapou.

Equipo técnico de Investigación: Margarita Miró, Pablo Bogado.

Es una producción del Consejo Continental de la Nación Guaraní.

Capítulo Argentina: Profesor Javier Rodas

Web: nacionguarani.com      

sábado, 19 de marzo de 2016

Los Blancos y el Mundo Guaraní hoy. Por Marcos Ybánez


Colón no ha muerto y viene por los últimos nativos del siglo XXI. Como en 1492 en el 2.016, vienen por el mayor tesoro de los pueblos: sus recursos naturales. 

El cacique Guaraní danza triste en el sojaty, en medio del paisaje desértico y desolador de la selva muerta. El canto triste parece el lamento doloroso de una raza herida, víctima de la avaricia de la cultura blanca. 

Llora la Madre Tierra el dolor de sus hijos, del Yvy Marae', la Tierra sin Mal, convertida en Tierra del Mal. 

Los antiguos dueños de las tierras de América, hoy mendigan por las calles de la gran ciudad. 

Los blancos privatizan la tierra, el agua, la comida, explota los bosques, las riquezas naturales.

Al indio lo echan del campo, al indio lo discriminan en la ciudad, donde más puede ir el indio si ya no hay monte ni humanidad. 

Marcos Ybáñez en la Película “Mundo Guaraní”.


Fotografía: Melanio Pepangi
Glosario: Sojaty = Sojal



sábado, 27 de febrero de 2016

El hombre blanco

Los “blancos” a la barbarie llaman civilización, al atraso desarrollo, al crimen ecológico progreso. 
Así fue hace 500 años y así es hoy en el siglo XXI,
Siguen matando a los que llaman “indios” para robarles su tierra, 
Les despojan de sus montes y les imponen fronteras,
Se adueñan de sus recursos naturales, 
Privatizan el agua para venderlo en botellitas,
Las semillas nativas y la industria de alimentos para comercializar transgénicos,
La tierra para destinar al negocio inmobiliario,
En nombre del capital hacen guerras, matan los árboles y nos dejan sin pulmones, 
Cazan los animales, se apoderan de los ríos, arroyos y secan humedales,
Para la civilización blanca el “indio” ya no tiene cabida en el mundo “moderno”,
Porque simboliza lo “primitivo”, 
Culturas pasadas de “moda” que deben desaparecer,
El modelo de civilización blanca nunca podrá compararse a la civilización indígena,
Ellos son los primeros habitantes de este Continente,
Poseen conocimientos y sabidurías milenarias,
El “atraso del indio” no pone en peligro la vida en el planeta, 
No ponen precio a la tierra y al agua,
Son guardianes de los árboles y de la naturaleza,
No acumulan riqueza material, solo espiritual,
La vida de todos los seres para ellos es sagrada por igual,
Son los protectores de la madre tierra y la vida en América.
Texto adelanto del nuevo libro de Marcos Ybáñez
Foto: Melanio Pepangi