Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

Mostrando entradas con la etiqueta Documentales y Cine Mbya Guaraní. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Documentales y Cine Mbya Guaraní. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de agosto de 2024

Experiencia pionera en Cine Indígena Mbya en la Provincia de Misiones - Argentina


Narrativa autónoma y horizontal que preserva saberes ancestrales.

El Colectivo de Cine Mbya Guaraní Ara Pyau surgió en Misiones por la inquietud de jóvenes originarios de contar su historia y sus realidades con imagen propia y ya estrenó dos cortos.


En lo cotidiano de las comunidades mbya en Misiones, la presencia de jóvenes indígenas con una cámara en la mano registrando su entorno, naturaleza, cuerpo, voces rompe con la rutina y abre un espacio para el diálogo intergeneracional al interior de estos territorios tekoa. 

En esa dinámica se abre paso el Colectivo de Cine Mbya Guaraní Ara Pyau, que surge de una necesidad de contar la propia historia y halla en el audiovisual un lenguaje para la indagación horizontal de la cultura originaria y un medio para su preservación y transmisión.

Ara Pyau está integrado por jóvenes originarios y se conformó en 2017 apuntalado por la experiencia de cine indígena en Brasil y desde entonces madura poco a poco con talleres de capacitación técnica, rodaje y gestión para la búsqueda de líneas de fomento.

Semillas

El colectivo ya le puso su firma al cortometraje Una semilla de Ara Pyau (2017/Vimeo), un documental que muestra el modo de vida mbya, la importancia de los saberes ancestrales y la problemática de la tierra. También lanzó Yvy regua meme. Somos de la tierra (2020/YouTube). Por otra parte, está en posproducción en fase de traducción un nuevo corto que registra la tarea en los talleres de cine y que se estima que estaría listo a fin de año.  

   El cine mbya es motorizado por el afán de darle narrativa e imagen propia a procesos y realidades de su pueblo que son diversas y en este punto es rupturista y revolucionario. Constituye un quiebre del monopolio de la mirada desde afuera y da la trama a unas perspectivas, tópicos y modos de relatar que son del interés de los protagonistas.

Aprendizaje y proyectos

El colectivo transita ahora la etapa de formación en hacer cine, convoca a jóvenes de las aldeas a sumarse a los talleres y a la vez se propone metas en el mediano y largo plazo. “Es un proyecto con muchos desafíos y sueños y la idea por ahora es mantenernos unidos como colectivo y trabajar para crecer, aunque las distancias entre aldeas y la falta de conectividad a internet por ahí dificultan el encuentro y la comunicación del grupo pero hay muchas ganas de seguir adelante”, explicó a El Territorio Thiny Karaí Ramírez, realizador y parte del colectivo desde sus inicios.  

El joven, que vive en la comunidad mbya Tamanduá de 25 de Mayo, refirió que cuando mejoren el equipamiento podrán emprender más filmaciones, ya que venían trabajando con equipos prestados. Así destacó que Ara Pyau presentó un proyecto a la Unesco para el fortalecimiento del cine indígena y que en 2023 fue seleccionado por el organismo internacional. 

Acerca de este novedoso cine (en la región) desde el interior del pueblo originario, Ramírez reflexionó que ese justamente fue uno de los puntos de partida para largarse a filmar. “Contar nuestras historias es lo que nos impulsó a tratar de formarnos en cine, aprender y hacer nuestras propias producciones. Vemos películas, videos, documentales sobre los pueblos guaraníes realizados por personas de afuera, y que en muchos casos en las comunidades no se sabe que existe ese material”.

Ante esta lógica, el colectivo formula otra manera de vínculo con lo que se documenta, y con especial cuidado en que los participantes se sientan representados y parte en cada proyecto. “Nuestra idea es trabajar en conjunto con la comunidad, nuestra forma de trabajo es bastante descentralizada, todos podemos tomar diferentes roles dentro de la producción, y dentro de ese plan darle una participación real a la comunidad en lo que se quiere contar, es un trabajo comunitario, colectivo”.       

Aquí destacó que hay registros que van dirigidos a las comunidades y con la finalidad de transmitir conocimientos ancestrales y que no se difunden al exterior del pueblo, mientras que hay otros materiales que son de divulgación para todo público.

Delimitar estas fronteras entre lo que se muestra y lo que no se muestra y cómo y a quiénes plantea nuevos umbrales para construir consensos. 

“Nuestra búsqueda es rescatar nuestra cultura, que históricamente se transmitió por la oralidad, y el audiovisual es una herramienta para registrar los conocimientos de los sabios abuelos y que no se pierdan”, indicó Ramírez y añadió que cuando recién comenzaron a filmar se dieron cuenta de la “desconexión entre generaciones” y propiciaron el acercamiento, “escuchar a los mayores, contarles con claridad nuestro proyecto y que vean en el audiovisual una herramienta valiosa para preservar nuestra cultura es un camino que venimos haciendo y principalmente con los ancianos que son nuestra fuente de sabiduría y que quieren dejar su legado para las futuras generaciones”, enfatizó sobre este progreso.  

Inédito en Misiones

Luz Duarte, también de Tamanduá e integrante de Ara Pyau, comentó sobre los primeros pasos del colectivo, que se ha convertido en una referencia del cine indígena en la región. “Surge por un grupo de jóvenes mbya que deseaban formarse en cine pero dentro de una comunidad y no tener que salir sí o sí a la ciudad y teniendo como guía el trabajo de Video Nas Aldeias (productora audiovisual indígena pionera) en Brasil. Después de varias charlas y de buscar apoyo se logró realizar una semana de taller audiovisual en Tamanduá y asistieron jóvenes de varias comunidades”.

Esa experiencia precursora de Ara Pyau fue en agosto de 2017, “fue la primera vez que se hizo algo así en Misiones y hubo apoyo de Video Nas Aldeias para que vengan a dar un taller cineastas indígenas reconocidos como Ariel Kuaray Ortega (vivió en Misiones), Patri Ferreira y también el cineasta y profesor Ernesto de Carvalho. Además apoyaron trayendo cámaras y notebook para prestar y el Iaavim también apoyó”, recordó Duarte.

En ese marco, resaltó la importancia de utilizar el audiovisual, “nos permite la autonomía de realizar nuestros propios materiales, trabajar de manera que nos guste e intentar nuevas formas de lenguaje audiovisual. Así como tenemos derecho de tener autonomía sobre nuestros territorios también debe ser en el mundo del cine”. “Nuestro grupo sigue con el objetivo de realizar cine colectivamente, contar nuestras historias a nuestra manera y utilizar de modo consciente esta herramienta tan poderosa para nuestra lucha”, expuso.

Otra aspiración del colectivo es que la obra pueda ser vista por más público, aunque en esta senda hay varias barreras por superar.  “Hace siete años que estamos como grupo y siempre se nos dificultó encontrar oportunidades para nuestro cine. El cine indígena no es tan conocido en Argentina, y se estaba encaminando a ese reconocimiento pero en este contexto político actual del país se vuelve difícil más que otros años”, consideró aunque abrió una puerta esperanzadora: “Tenemos mucha expectativa de que desde la Unesco podamos realizar producciones audiovisuales este fin de año. Ganamos una convocatoria (del organismo) y la posibilidad es, en conjunto con otros colectivos de cine indígena del país, hacer talleres audiovisuales en las comunidades indígenas con base Ara Pyau”.

Fuente: Diario El Territorio - 4 de Agosto de 2024

https://www.elterritorio.com.ar/noticias/2024/08/04/832867-narrativa-autonoma-y-horizontal-que-preserva-saberes-ancestrales

domingo, 30 de mayo de 2021

La comunidad Mbya Guaraní busca su soberanía audiovisual


A partir de intercambios con grupos brasileños, surgió en Misiones un nuevo colectivo integrado por 24 jóvenes de comunidades Mbya Guaraní de ambos países. El movimiento de cine indígena crece a pesar de estar invisibilizado.


La relación entre el mundo audiovisual y las comunidades indígenas suele ser bastante asimétrica: por lo general, realizadores blancos llegan al territorio con ojos curiosos y cámaras, producen imágenes conforme a sus propios objetivos y luego desaparecen sin compartir el trabajo final con las comunidades. Muchas de esas producciones tienden a construir relatos romantizados que se alejan de una mirada realista sobre la vida cotidiana de los habitantes. Desde 2017, el Colectivo de Cine Mbya Guaraní Ara Pyau (Misiones) se planteó el objetivo de la soberanía audiovisual para transformarse en sujetos creadores de esas imágenes.

El cineasta Ernesto de Carvalho cuenta que el movimiento de cine indígena está mucho más desarrollado en Brasil con colectivos como Vídeo nas Aldeias, productora y escuela audiovisual para realizadores de comunidades indígenas. Durante 15 años estuvo haciendo películas (junto a Vincent Carelli y Tatiana Almeida dirigió Martírio, documental ganador como Mejor Largometraje en la Competencia Latinoamericana del Festival Internacional de Mar del Plata) y dando talleres en las comunidades Mbya Guaraní de Río Grande do Sul, hasta que empezó a cruzar a la Argentina con algunos colegas para replicar ese trabajo. Actualmente dirige junto a Ariel Ortega La transformación de Canuto, en fase final de edición.

A partir de esos intercambios surgió este colectivo integrado por 24 jóvenes de comunidades Mbya Guaraní de ambos países. Cuando se le pregunta a Ernesto cómo es vivir en la frontera, cuenta: “Para los pueblos guaraníes la frontera es una ficción, tiene un carácter muy artificial. El hecho de que el límite cruce justo ahí es un accidente de la colonización. En ese sentido, el cine indígena tiene una cualidad profundamente decolonial y cuestiona fuertemente las ideas de nacionalidad o pertenencia. Mi mamá es la antropóloga Rita Segato, una de las impulsoras de este debate en Argentina. Aquí la gente no es argentina o brasileña sino, principalmente, Mbya Guaraní”.

El director explica que durante el gobierno del PT (Partido de los Trabajadores) tuvieron en Brasil cierta facilidad para conseguir recursos y planificar actividades de formación. “Desde el Ministerio de Cultura hubo una mirada muy favorable a estos procesos de democratización y acceso a los medios; por eso allá la figura del cineasta indígena se convirtió en un sujeto cultural reconocido. Fue un momento progresista que en 2016 se quebró con el golpe”. Aunque existen algunos proyectos aislados, en Argentina aún no se ha consolidado un movimiento similar al de Brasil. El dato resulta curioso considerando que (según el censo de 2010) en Argentina el 2,38% de la población se reconoce indígena, y en Brasil alrededor del 0,4%.

De la mano de Vídeo nas Aldeias y el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones, el colectivo logró el apoyo necesario para realizar algunos encuentros y filmar un cortometraje que está disponible en la plataforma Idea.Me. “Ese material circuló bastante como primera afirmación del deseo de hacer un cine comunitario, pero siempre son apoyos puntuales para pequeños encuentros. Lo que nos propusimos ahora es conseguir equipos a través de esta campaña y apoyo institucional para realizar talleres más extensos. Hoy se está recurriendo al financiamiento colectivo como estrategia para hacer cosas allí donde las políticas públicas no llegan”, explica el director.

Luz Duarte, fotógrafa, realizadora y estudiante de Medios Audiovisuales, es parte del colectivo y cuenta que siempre le gustó sacar fotos y filmar: “Cuando surgió el primer taller audiovisual acá en Tamanduá me alegré mucho e inmediatamente quise participar. Lo interesante es que podemos contar historias, debatir qué mostrar y cómo, conocer personas de otras comunidades y compartir realidades que son distintas a la nuestra aunque obviamente estamos en el mismo lugar como pueblos originarios. Para formarse como cineasta uno tiene que salir, cambiar las rutinas y adaptarse a la ciudad, donde los tiempos son muy diferentes y se hace difícil permanecer. Por eso es importante tener talleres dentro de la comunidad”.

El cine es una herramienta clave a la hora de mostrar una realidad diversa y abordar (e incluso cuestionar) la categoría de identidad: no hay una única forma de ser originario. “Muchas veces las comunidades pierden sus tradiciones porque la globalización nos atropella en nuestro día a día; no podemos escondernos de eso porque ya no nos queda monte. Los territorios están cada vez más avasallados y casi no hay tierras reconocidas como territorio indígena. Esa es una de las grandes problemáticas y por eso consideramos el audiovisual como parte de la lucha”.

Hoy Luz tiene 20 años; cuando empezó con los talleres tenía apenas 18. En Una semilla de Ara Pyau, la familiaridad de los más chicos con las cámaras resulta evidente y ella asegura: “Está bueno que sea algo más natural y que no sólo vengan a registrarnos los de afuera. Muchas veces en las comunidades normalizamos la mirada externa: toman fotos o filman sin mucho permiso y nunca más vemos lo que hacen con eso; realizan documentales pero sin participación de la comunidad; ellos editan y eligen lo que van a poner. Tener autodeterminación y apropiarnos de las herramientas es importante para poder elegir qué queremos mostrar. Por eso nuestra idea es que las comunidades puedan ver el proceso de realización y debatir”.

Cuando se le consulta por el rol que más le interesa, responde que dirección de fotografía. A las trabajadoras de la industria cinematográfica –provengan de comunidades originarias o no– les resulta difícil destacarse a causa del fenómeno conocido como “techo de cristal”. Recién en 2018, Rachel Morrison (con 39 años) fue la primera directora de fotografía nominada en la historia de los Oscar por la película Mudbound, dirigida por otra mujer (Dee Rees). “Las mujeres del colectivo tenemos muchas ideas; a veces pensamos que no son buenas, pero en realidad sí. Nos gusta participar en la edición y opinar sobre cómo queremos que se vea el trabajo final”, destaca Luz.

El movimiento de cine indígena en Latinoamérica no es un fenómeno reciente. Carvalho enumera algunos hitos: “Video nas Aldeias de Brasil es un gigante a nivel internacional; en Bolivia hay grandes centros y cada dos años se hace un Festival de Cine Indígena muy importante; en Chile está el cine mapuche y en México el Chiapas Media Project. En Argentina estamos nosotros, hay una asociación de productoras indígenas en Mendoza que está haciendo un trabajo muy fuerte, y los Achuar en el Chaco. El cine indígena latinoamericano es una realidad hace décadas; es muy fuerte pero también muy invisible. A veces la gente ni se entera de estas cosas, pero las producciones están ahí”.

Redes: @colectivoarapyau

Link a la campaña: https://www.idea.me/proyectos/72545/apoye-al-cine-mbya-guarani

Fuentes: https://www.pagina12.com.ar/342161-la-comunidad-mbya-guarani-busca-su-soberania-audiovisual

Indymedia Pueblos Originarios-18 de Mayo de 2021



lunes, 30 de abril de 2018

Los pequeños universos de los mbyá-guaraní



Un recorrido por el delicado hilo que une la expresión musical con la espiritualidad de este milenario pueblo, bajo la sensible mirada del Chango Spasiuk.

“No sigas las huellas de los antiguos, busca lo que ellos buscaron"

Matsuo Bashó (1644-1694), poeta de Ueno, Japón.
No recuerdo en qué momento me encontré con los Pequeños Universos del Chango Spasiuk, ese soberbio programa emitido en Canal Encuentro, que deja al descubierto la diversidad de géneros y sonidos que forman parte del patrimonio artístico de nuestra región, pero si entendí que se trataba de una mirada documental, con raíces en la etnomusicología, pero profundamente sensible, buscando entre los caminos expresiones propias de una identidad que ha prevalecido, a pesar de los envilecimientos y penurias que más de 500 años de historia dominante provocó en nuestros pueblos originarios.

Me detengo en un solo capítulo, el que trata sobre la cultura mbyá-guaraní, filmado en la comunidad Mbyá Ka'a Kupé, cerca de la Escuela bilingüe N° 357, en la provincia de Misiones, e intento de algún modo buscar una relación con aquellos bibliotecarios que brindan un servicio en comunidades alejadas de los centros urbanos, con pocos recursos, con bajos salarios, pero cuyas tareas complementan el noble esfuerzo de los docentes y auxiliares bilingües que enseñan en las escuelas rurales, donde es frecuente experimentar un sentido de interculturidad viva, encontrando aulas heterogéneas desde donde asisten niños pertenecientes a pueblos originarios, criollos, de familias paraguayas, brasileñas y descendientes de inmigrantes, especialmente polacos y ucranianos, que justamente representan los ancestros del reconocido acordeonista.

En un lapso que abarca casi un cuarto de siglo (1897 hasta 1921 aproximadamente), inmigrantes provenientes de Galitzia, región de Europa Central bajo dominio del Imperio Austro-Húngaro (lo que actualmente comprende la zona sur de Polonia y oeste de Ucrania), se asentaron en el sudeste misionero, muchos de ellos en Apóstoles (donde nació el mismo Spasiuk) y Azara, mientras que por otra parte grupos escandinavos se asentaron al sur y centro de la provincia.

Aprender jugando y en el amor
En la cultura mbyá-guaraní se aprecia un delicado hilo que une la expresión artística con la espiritualidad de este pueblo originario, y un sentido de comunión que hace tiempo ha perdido la cultura occidental. En mi trabajo como bibliotecario he estado más de 4 años colaborando activamente con la comunidad qom de Derqui, y en un ningún momento he visto que un padre o una madre alce la voz a sus hijos, siempre un tono calmo para decir las cosas y para marcar un entendimiento, siempre la concordia y el asombro, el dejar que la vida los viva, y actuar en consecuencia.

Años más tarde lo corroboré en un trabajo de Ana María Gorosito Kramer en relación a lo que implicaba el impacto cultural del niño indígena que asiste a la escuela de los “blancos”, el solo hecho de tener a una docente pidiendo silencio a gritos, el impartir contenidos en donde no se completan conocimientos con entendimientos locales, el no asumir que todo tiene relación con su contexto, y que el contexto es amplio, dinámico, multicultural, y que no deja de significar una oportunidad perdida para el crecimiento intelectual y emotivo de un niño, precisamente en una etapa en la que debería considerarse el carácter lúdico, curioso, ameno y comprensible de la enseñanza.


Lo que muestra el Chango Spasiuk en este documento audiovisual debería proyectarse en todas las escuelas que pretendan integrar el conocimiento propio de una cultura, en donde sea posible apreciar porqué el rol del docente no se circunscribe al perímetro del aula, integrando en ella al anciano de la comunidad, sino que va más allá, a compartir fuera de clase una danza con las familias de los niños, a entender como se hace una flauta con cañas, a escuchar una conversación mirando las estrellas alrededor de un fuego, los valores que descienden del abuelo y quedan fijos en la memoria de los que siguen.

Varias veces se mencionó, en incontables artículos, la necesidad de que el niño aprenda jugando.En la escuela primaria he presenciado una vez a mi maestra liberando una paloma de su jaula, estuvimos esa mañana sentados en círculo en el patio, a la hora de clases, para entender que significaba la libertad, una palabra que ciertamente se encuentra en el diccionario, pero cuya imagen despertó diversidad de pensamientos asociados.

Al menos para esa paloma, y para nosotros, la libertad era lo que estaba fuera de su jaula, para los niños mbyá-guaraníes de Ka'a Kupé hay entendimientos que no figuran en los manuales, y que tienen íntima relación con su identidad: la melodía que el abuelo Basilio ejecuta con su flauta (similares a los sicus o flautas de pan) para dar la bienvenida o para despedirse o proteger a alguien querido, las canciones marcadas por el pulso de la guitarra y sobretodo del Ravé (o Lavé, un cordófono compuesto, laúd de cuello, con tres cuerdas, antecedente de los arcaicos violines europeos), las maracas que tocan los ancianos y las tacuaras que las mujeres percuten en la tierra (conocidas como takuapú “tubo de ritmo” o “caña sonora” extraídas de los montes)...

La danza en círculos con los pies descalzos, el humo de la pipa del opy'guá (chaman) en sus cabezas, las maderas que se golpean para alejar los malos espíritus, las trampas caseras para atrapar quirquinchos, los ríos en el que los niños juegan, los frutos que se recogen de los montes, todo un caudal de conocimiento que requiere ser fortalecido en el aula, para recordar lo que saben pero a la vez para enriquecerlo, y que dicho aprendizaje forme parte activa de su crecimiento, que les permita no olvidar nunca los consejos.


Metáforas del músico y el bibliotecario
Es una mirada muy humana la que propone el músico misionero, los diálogos son como arroyos que confluyen en apacible sincronía, realmente el televidente advierte que el entrevistador escucha al entrevistado, hay un plano horizontal y receptivo, y la credibilidad que genera estar frente a alguien que se interesa sinceramente por el otro, compartiendo lo que el otro sabe, y ahí entramos en otro concepto que trasciende la literatura y especialmente la filosofía, cuyo plano es sobrevolado por la empatía, y para lo cual no pretendo balbucear en este espacio.

Habría que evaluar el alcance del bibliotecario que colabora con el maestro bilingüe en una escuela rural, con niños de diferentes contextos culturales, la sola colección es motivo de un arduo trabajo interdisciplinario, entre ellos recuperar los materiales bilingües utilizados en clase, grabar el conocimiento de los ancianos, resguardar información en riesgo de desaparición, trabajar vocabularios, fotografías, mapas, motivar a que los alumnos entrevisten a sus padres, promover la investigación local, generar un espacio de encuentro bajo un carácter social, cultural y artístico, y largos etcéteras que solo cobran sentido bajo el influjo de la vocación.

Este documento del canal Encuentro motiva otras intervenciones ¿cuántos bibliotecarios estarán haciendo lo mismo que estos docentes hacen desde hace tiempo? Se trata de experiencias que trascienden la profesión y cuya construcción marcan un pulso, una forma de pensamiento colectivo basado en el equilibrio del rol que cada persona tiene en el lugar que eligió para vivir, porque hay algo inmanente que en cierto modo une a los mbyá con los inmigrantes europeos y las familias de los pueblos limítrofes, y es que todos ellos, por diversas circunstancias, eligieron el mismo territorio, con sus identidades a cuestas, para construir desde el contexto, como cauces de agua que se van juntando formando un río de voces, de historias, de creaciones, de experiencias, conformando un patrimonio y a la vez un sentido identitario.

En la comunidad Ka'a Kupé, el atardecer va cayendo, ya la danza queda atrás, pronto anochecerá, y será tiempo de escuchar al abuelo Basilio, el guía espiritual, alrededor de un fuego, pidiéndole a los suyos que sean reflexivos, que estén atentos a las enseñanzas de los mayores, que recuerden los consejos, en algún punto siento que es posible replicar este modo de entender las cosas, porque lisa y llanamente estamos hablando de un lugar donde no existe la maldad, y me pregunto si todos fuéramos como este virtuoso del acordeón, que buen lugar sería nuestro mundo.

Dejo para el final unas palabras del Chango Spasiuk, que lo dicen todo sobre lo mucho que perdemos como sociedad, por no saber lo que sabe aquel que estuvo antes:
“...Osvaldo (el docente Mbyá-guaraní) inicia un largo viaje, al final del camino lo espera una mesa de examen en una universidad, mientras el micro se acerca uno no puede dejar de imaginarse al abuelo Basilio tocando con su flauta la melodía que protegerá a Osvaldo en su viaje, cuando el examen se inicie Osvaldo hablará sobre Platón, Sócrates, Descartes...sobre las enseñanzas de los ancianos, sobre eso, no hablará, lamentablemente para nosotros, la sociedad dominante.”
Por Daniel Canosa

Fuentes:
Pequeños Universos V: Música Mbyá - Canal Encuentro.
https://www.youtube.com/watch?v=HGxZ_P2yP1g
Gorosito Kramer, Ana María; Achilli, Elena; Tamagno, Liliana. Un debate sobre la interculturalidad (2004). En: Educación Intercultural Bilingüe en Argentina: Buenos Aires: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 2004
Rave o Lave, el Rabel Mbya Guaraní
http://cronicasinmal.blogspot.com.ar/2014/12/rave-o-lave-el-rabel-mbya-guarani.html
Las takuaras sagradas de las mujeres Mbyá
http://www.redalyc.org/pdf/148/14802504.pdf
El Orejiverde – 29 de Abril de 2.018


Este es el Programa Pequenos Universos Mbya Guaranies


martes, 13 de febrero de 2018

Ariel Kuaray Ortega, documentalista mbyá: “Hago cine para contar historias desde nuestra cultura”




El documentalista, Ariel Kuaray Ortega, es uno de los pocos realizadores de cine mbya guaraní de Misiones -el otro que sigue sus pasos es Marchal Paredes, camarógrafo de la productora comunitaria La Rastrojera-, y no para de crecer.

Este joven de 31 años nació en la comunidad Tamanduá, 25 de Mayo, y actualmente reside en Brasil. No le gustan las entrevistas, y es necesario entrar en clima para que se decida hablar casi sin reparos. Vive en Brasil, estuvo recorriendo Misiones, y fue Jurado del Certamen Entre Fronteras del Festival Oberá en Cortos, 2017.

Actualmente trabaja en la Productora de Cine Guaraní y en la ONG brasileña “Vídeo Nas Aldeias”, de Olinda, Pernambuco, y hace 15 años reside en Río Grande Do Sul, lugar al que emigró de su pueblo motivado por un proyecto del Instituto Federal del Amazonas (IFAM), para realizar un registro audiovisual. Tiempo después, en su comunidad armaron con los jóvenes un colectivo de cine, para registrar las caminatas de los guaraníes desde Paraguay hacia Argentina y Brasil.

“En el 2007 hicimos el documental “Dos aldeas y una caminata”, que registra la realidad de las comunidades y las causas de las pérdidas de nuestros terrenos ancestrales, la lucha política sobre los territorios, y la cultura, con la idea principal de difundir esa verdad”, cuenta.

La primera ficción guaraní
Ortega hizo varios documentales, y ahora conforma un grupo de cine guaraní que presentó sus películas en Estados Unidos, Francia y Alemania. “En la localidad de 25 de Mayo, estamos desarrollando nuestra primera ficción. Es la historia de la metamorfosis de un hombre guaraní que se transforma en yaguá (un leopardo).

Se trata de su punto de vista y las razones que lo llevaron a transformarse, porque en nuestra cultura creemos que cualquier persona puede convertirse en un animal, un insecto, un ave si hace algo en exceso. Y este hombre cazaba mucho, no tenía límites ni respetaba las reglas de la caza, y por eso se transforma en yaguareté. Es una historia real que pasó en la década del 80 en mi pueblo, Tamanduá cuando yo era chico”, relata.

El registro en primera persona
El joven trabajará en esa ficción con Samuel Ezequiel Ramírez, su sobrino, un estudiante mbya que cursa la carrera de Técnico en Medios Audiovisuales y Fotografía de la Facultad de Arte y Diseño de Oberá de la UNaM.

Dice que decidió encarar él mismo el rodaje sobre lo que sucede en su pueblo porque generalmente “siempre viene alguien de otro lado a registrar lo que sucede en nuestro pueblo, y creo que el trabajo que hacemos, el modo de mostrar y contar impacta de manera positiva en el mundo porque es contado desde adentro y con nuestra mirada”, asegura.

Hace unos meses, Ariel Ortega participó junto con el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM), en un taller intensivo denominado “Ara Pyau” en lengua mbya guaraní, con 16 jóvenes de varias comunidades, junto con Ernesto de Carvalho, de la organización brasileña Video Nas Aldeias.

Reducciones Jesuíticas y guaraníes “infieles”
La primera película de Ortega fue “Tava, Casa de Piedra”, documental realizado en el 2014 y en la que habla sobre las reducciones jesuíticas,desde varios puntos de vista de las comunidades guaraníes que se encuentran en el Paraguay, Sur de Brasil y en Misiones. “Durante la época de la reducción, hubo muchos guaraníes que aceptaron vivir ahí con los sacerdotes jesuitas, y otros que no aceptaron y se fueron al monte y fueron llamados ‘los infieles’.

Esa es mi búsqueda personal: tratar de investigar en profundidad si soy descendiente de los que se quedaron en las reducciones o de los que se fueron hacia el monte. En mi investigación entrevisté a los ancianos y pude escuchar su versión acerca de lo que sucedió, para no quedarme sólo con lo que dicen los historiadores o los jesuitas. Viajamos por Misiones y por varios Estados del Brasil, entre ellos Sao Pablo, Río Grande Do Sul y Río de Janeiro”, expresa.


“En mi familia hay importantes líderes mujeres”
Acerca del rol delas mujeres dirigiendo cine, Ortega resaltó el papel de las realizadoras, especialmente después de observar como Jurado del Festival de Cortometrajes, la riqueza de los materiales dirigidos por ellas. “Creo que tienen una sensibilidad diferente al momento de filmar. En este punto de la historia que estamos en la pelea por la igualdad de los géneros, esa sensibilidad es cada vez más mayor, eso influyó en gran medida adentro de las comunidades indígenas en Brasil, tratando de acabar con el machismo establecido”, reflexiona.

Detalla que varias integrantes de su familia fueron lideres espirituales como su abuela y su hermana Jorgelina, y tuvieron un rol muy importante en el pueblo originario.

“Si entre nosotros existe el machismo es porque estamos influenciados por la cultura occidental. Actualmente se visibiliza más a las mujeres como cacicas. Aunque siempre fueron las madres o las lideres las que tomaban las decisiones importantes en nuestra comunidad, aún cuando se cree que la mujer es sumisa, y está detrás del hombre como si él fuera el responsable de las decisiones”, manifiesta.

“Cuando reclamamos nos ven como invasores”
Su propia historia habla de que la vida lo encuentra viajando muchas veces de la mano de su compañera, Patricia Ferreira, maestra y cineasta guaraní que se encarga de producir historias sobre el papel de la mujer dentro de las comunidades.

“Tanto en Argentina como en Brasil pasa lo mismo: los aborígenes somos una parte muy importante de la comunidad; pero cuando reclamamos nuestros derechos nos ven como invasores, nos tratan como extranjeros, no respetan las diferencias culturales, tampoco se imparte eso en las escuelas. Creo que las personas necesitan aprender para respetar, inclusive en lo que respecta la lengua”, sostiene el realizador.

Cine directo con estilo propio
A la técnica del trabajo que hace la denomina “cine directo”. Se trata de un estilo propio de grabar, y a la cámara se la considera como a una integrante más manejada por un guaraní, aunque sea una herramienta occidental, pero busca que al entrar dentro de la comunidad “tenga nuestra mirada, porque lo que vemos es que cuando alguien de afuera, un blanco, llega a filmar, ve mucho romanticismo e idealiza a los guaraníes, como una mirada de paz y amor; como si no fuéramos personas conflictivas”.

En cambio -explica el realizador- “mis películas son un poco más reales. Creo que desde el Estado intentan decidir por las comunidades nativas, y nosotros lo tomamos como una invasión a la nueva iniciativa de integración por parte de la política.

Pienso que cada uno debe tener su forma de vivir sin que le quieran imponer otra cultura”.

Asegura que las comunidades tienen derecho a vivir y defender su tierra, porque saben lo que es mejor para ellos. “Nuestra lucha es permanente en ese sentido. Desde la simple pelea para que en el hospital del blanco respeten nuestra cultura, porque se nos trata de mala manera, hasta que nos respeten como seres humanos diferentes, con nuestra diversidad, reconociendo que muchos blancos son ignorantes porque desconocen nuestro lenguaje, nuestra espiritualidad y nuestra cultura”, enfatiza Ariel Ortega.

Texto y Fotos: Patricia López Espínola
Fuente>Misiones On Line – 6 de Noviembre de 2.017