Escrito por
Damián Cabrera.
El tiempo no es
nada, y aún así es resistente, por donde se mueva.
Se piensa en los
Ayoreo, por ejemplo, y en formas de modernidad que penetran su territorio.
Porque Occidente es vanidoso, inclusive de sus culpas, se piensa en las
tecnologías que van a contaminar ese mundo otro, y que van a transformarlo.
Pero de este lado del tiempo, y del hacer, la tecnología Ayoreo también nos
penetra su diseño, su belleza otra
¿Pero de qué sirve el diseño del tejido, el texto del bolso, si vuelto mercancía carece de peso y sentido? Todos los días compartimos, pero también nos apropiamos de los artefactos más diversos: La cultura se modifica, con tensiones y resoluciones complejas. Vemos estos bolsos en tantos hombros de Asunción, y aún de fuera de Paraguay: Me pregunto qué piensan de lo que están viviendo los Ayoreo hoy todas esas personas que en el día a día, o en ocasiones especiales, se adornan con esos bolsos... ¿cómo es que se llaman? ¿Utebetab, Peye, Ugorodie?
El tiempo no es nada. Quiero pensar en los
bolsos ahora, y en su mirada. Me pregunto si sus portadores, en su tránsito por
Calle Palma, en su sesión de Yoga, en la universidad, no podrían de pronto
sentirse interpelados por la mirada del bolso, ése que proviene del Chaco, que
las manos Ayoreo confeccionaron.
Me pregunto si no hay cómo perderse en ese diseño geométrico cuyo texto da cuenta de cosas que ignoramos, y si hay traducción posible. Si el bolso nos mirara, cómo nos encontraría.
Damián Cabrera.
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