La imagen muestra a un chasqui, uno de los mensajeros más importantes del Imperio Inca. Estos corredores eran esenciales para mantener el vasto Tahuantinsuyo conectado, permitiendo que la información, los productos y las órdenes del Sapa Inca viajaran rápidamente a través del Qhapaq Ñan, una red vial de más de 39,000 km. Gracias a ellos, la comunicación podía recorrer enormes distancias en cuestión de horas.
Los chasquis eran seleccionados por su resistencia física y velocidad. Desde muy jóvenes eran entrenados para correr entre los tambos (estaciones de relevo), separados aproximadamente cada 6 a 9 kilómetros. Al llegar a un tambo, el siguiente chasqui tomaba el mensaje y continuaba la carrera. Este sistema de relevos permitía que las noticias viajasen más rápido que en muchas civilizaciones contemporáneas.
Además de llevar mensajes verbales, también transportaban quipus, instrumentos que contenían información contable y administrativa. En la imagen se observan elementos característicos como la chuspa (bolsa), la pututu (concha de sonido) usada para anunciar su llegada, y los implementos ligeros que les permitían correr sin descanso.
Su rol era tan importante que formaban parte de la élite de servidores estatales. Gracias a ellos, el Imperio Inca podía coordinar movimientos militares, distribuir recursos, avisar emergencias y mantener la unidad entre regiones distantes como Cusco, Quito y el Collasuyo. Su labor demuestra que, incluso sin escritura alfabética ni transporte animal de carga rápida, los incas desarrollaron uno de los sistemas de comunicación más eficientes del mundo antiguo.

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