El primer sonido que todos escuchamos es el latido del corazón de nuestra madre.
Todos vibramos y tenemos ritmo: la tierra, las mareas, las cuatro estaciones, la luna. También, nuestro cuerpo tiene ritmo: el latido del corazón, las ondas del cerebro, la respiración.
Sin embargo, muchas veces, pensamos que no tenemos ritmo porque lo comparamos con el ritmo del otro o del músico, o no nos hemos dado cuenta de él, pero está ahí.
El ritmo es inherente en el ser humano. Despertar nuestro ritmo o sonido es recuperar algo natural, por tanto, algo saludable.
Dicen nuestros hermanos de los pueblos originarios desde Canada hasta la Patagonia que cuando tocamos tambor, estemos conscientes o no, todo nuestro ser está envuelto y despierto, manifestando sentimientos de expresión creativa, cura y conexión. Nuestro espíritu quiere jugar, experimentar sanación, comunión. El sonido del tambor es como el sonido del corazón. El golpe del tambor está dentro de nosotros y, traerlo fuera del tambor es exteriorizar nuestra emoción y conexión con la tierra. El tambor está asociado al elemento tierra.
Tocar tambor en grupo brinda unión. Desde los comienzos de nuestra existencia, el ritmo y la danza fueron elementos que unen las personas, los pueblos y las comunidades; son los principales elementos de ceremonias y reuniones, que por siglos crearon interacciones importantes, inspirando un espíritu comunitario y la producción de la creatividad.
Muchas comunidades ancestrales con el sonido del tambor, no sólo, abrieron puertas para otras realidades, sino que hicieron de él una estrategia de cura simple y accesible, de la cual todos pueden beneficiarse.
En los últimos años, se están realizando las primeras investigaciones que permiten comprobar que tocar tambor ayuda al fortalecimiento del sistema de inmunidad natural del organismo. Se menciona, inclusive, que el tocar resulta un impulsor útil para el organismo, análogo a la risa, efectivo para aliviar desde el estrés hasta tener una influencia positiva en los pacientes con cáncer.
Los antiguos veían la naturaleza y todo lo que ella entiende como una manifestación de lo divino. El deseo de imitar a la naturaleza era visto como una manera de conectar a los dioses. Este fue el origen de la danza. Incluso en diferentes partes de cada cultura geográfica se ha experimentado un tipo de danza basada en la imitación de los animales y los elementos de la naturaleza.
Los chamanes en cualquier parte del mundo, agregaron a la danza el pulso del planeta a través de instrumentos de percusión. La percusión demostraba su fuerza reflejo con el agua, aire, fuego y tierra. Con el baile, el tambor chamanico trataban de obtener emociones como el valor, la compasión que debian acompañar al chaman para predecir el futuro a través de visiones o para sanación.
El toque rítmico del tambor es el inductor del estado chamánico de conciencia y, como vehículo de tránsito hacia las realidades paralelas, representa la más extendida de las prácticas
El tambor es el “caballo volador” para el chaman, su medio de comunicación y viaje con el mundo espiritual y con otros planos de existencia. Siglos atrás, este tipo de tambor se encontraba por todas partes del planeta. Druidas y curanderos de Europa, chamanes y sacerdotes de Asia y Mongoli, Hombres-Medicina de América del Sur y del Norte usaban este instrumento en ceremonias para conectar con lo que es más grande que uno-mismo.
La música tribal siempre es de gran ayuda para aliviar los problemas de estrés y nerviosismo y como introductora a estados alterados de conciencia. Dentro de este género musical, los instrumentos musicales de percusión, adquieren un papel protagonista. Los diversos tipos de tambores e instrumentos de percusión, han sido desde hace milenios, el signo de identidad más característico de diversas culturas y tribus. Las frecuencias sonoras producidas por estos instrumentos tienen la capacidad de transportarnos a estados de trance y de alto nivel espiritual.
Está científicamente demostrado que escuchar el ritmo monótono de los tambores facilita la producción de ondas cerebrales de rangos alfa y theta. Muchos nativos se refieren al sonido del tambor como a el latido de la tierra. En este aspecto, es de destacar que la frecuencia de la resonancia electromagnética de la tierra, que ha sido medida en 7,5 ciclos por segundo, resulta equivalente a las ondas cerebrales theta. Parece que el sonido del tambor permite a los chamanes alinear sus ondas cerebrales con el latido de la tierra.
Es un instrumento poderosísimo de autosanación emocional y a niveles más profundos, entramos en estado de meditación. Los chamanes se sentaban bajo un árbol y tocaban sus penas, sus tristezas , anhelos, sus inseguridades y encontraban la respuesta y la paz. Resuena en el vientre, la mano se mueve al ritmo que impone el espiritu del tambor y uno se siente liberado. Se hace uno con el “caballo volador” formando un sólo ser , el es una parte del chaman, un instrumento de poder para elevar la consciencia y transportarse a otros planos de la realidad.
Para propiciar un estado mental que ayude a realizar el viaje chamánico, es necesario escuchar un sonido rítmico de 205 a 220 golpes por minuto. Este ritmo induce al cerebro a producir ondas cerebrales lentas, de entre 7 a 4 ciclos por segundo, o menos. Los chamanes describen el sonido del tambor como la voz de los espíritus. Mitológicamente, el chamán realiza la caja del tambor con un trozo del Árbol de la Vida, del Axis Mundi, proporcionado por sus guías. Estos tambores son redondos en el Norte, y de forma oval en el Sur de Siberia, hechos de piel de reno o caballo, con el bastidor de madera o de junco trenzado. El ritmo que determina el tambor al ser batido por el chamán, es acompañado por las palmadas de los presentes.
El chamán nunca abandona la percusión, elemento fundamental en todas sus ceremonias, no sólo para llamar a los espíritus sino para obtener energía vital o entrar en trance.
“En sus rituales, los chamanes sami (llamados noajdde o noaiti) utilizan el canto, acompañado por la percusión del tambor. Gracias a la monótona cadencia que genera, entran en trance para abandonar su cuerpo y acceder al mundo de los espíritus. Para acceder a él, utilizaban a modo de mapa del otro lado los dibujos del tambor, que se convierten en una suerte de guía.” Saami, los chamanes del norte
El tambor chamánico, instrumento muy corriente, ligero y fácil de manejar, se toca con un palo o con los dedos. Los tambores chamánicos suelen ser anchos y profundos para propiciar un sonido grave y prolongado. Son de formas y materiales diversos a lo largo del mundo. Algunos se realizan a base de corteza de árboles, con un parche de piel de animal. Otros son simples calabazas ahuecadas. En algunas zonas tienen un parche, en otras, dos. Algunos son rústicos, y otros están bellamente adornados con símbolos que recuerdan los viajes que el chamán realiza con ellos. En cada lugar, los elementos naturales y culturales hacen que el tambor tenga unas u otras características.
Música espiritual de tambores indios para meditación y trance:
Grabación de tambores indios para llegar a estados alterados de conciencia. Una cadencia sonora utilizada por diversas tribus en toda América para conseguir estados de trance.
En numerosas tribus del continente americano, los tambores han sido, desde hace siglos, el medio más habitual utilizado por los chamanes para entrer en trance y así poder comunicarse con los espíritus. Si necesitas desconectar de la realidad cotidiana y conseguir un estado de espiritualidad más elevado estos sonidos de tambores indios te pueden resultar muy beneficiosos.
Ollin Mazatzin Emekauko
Compartido por
Fernando Emilio Flores
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