(Colombia) Los pueblos
originarios pueden ayudar a controlar la caza y proteger la fauna, logrando
beneficios siempre que se respeten sus decisiones en los territorios que
habitan, según dio a conocer un estudio difundido por la FAO en el marco del
día mundial de la vida silvestre.
Entre los casos que
recopiló la publicación Unasylva, dependiente de la Organización de la ONU
para la Alimentación y la Agricultura (FAO), está el experimento llevado a cabo
en la reserva de Ticoya, en la zona más meridional de la Amazonía colombiana.
En esa localidad, la
asociación de cazadores Airumaküchi recopiló información sobre las actividades
que realizan en pro del medio ambiente, mediante una aplicación instalada en
sus teléfonos móviles en lugar de utilizar cuadernos, con los que perdían
más tiempo.
Con esto, lograron
generar unos datos mensuales que a largo plazo pueden servir para tomar
decisiones y lograr una caza más sostenible, según detalló el estudio.
Según destacó el pueblo
masái, en Kenia funciona el único santuario de rinocerontes de propiedad
comunitaria y que, entre otras cosas, ha reducido la tala de arbustos para dar
más pastos a los animales silvestres y evitar la degradación del ecosistema.
“El empoderamiento de
estos grupos étnicos combinado con sus conocimientos y la
capacidad de planificación es esencial para asegurar la supervivencia de las
generaciones futuras, no solo de la especie humana, sino también
de la vida silvestre”, afirmó la directora de Políticas y Recursos Forestales
de la FAO, Eva Müller. Igualmente resaltó que esos pueblos custodian la
vida silvestre por lo que “no pueden concebir su vida lejos de la
naturaleza. De ahí deriva su gran interés en el uso sostenible de los
recursos”.
La agencia de la ONU y
otros socios, como el Centro de Investigación Agrícola para el Desarrollo
Internacional (CIRAD) de Francia, trabajan en conjunto para desarrollar
herramientas que ofrezcan alternativas a las comunidades locales y con ello
evitar los conflictos entre personas y animales.
Por ejemplo, en un
parque nacional de Gabón, los campesinos aprendieron a cercar las plantaciones,
colocaron vigilantes nocturnos, encienden fuego o hacen ruido para asustar
e impedir que elefantes, antílopes y otros animales salvajes destruyan sus
cosechas.
La publicación,
además, analizó el impacto de la caza deportiva y considera que si es bien
administrada puede apoyar la conservación y la economía de las personas de
bajos recursos en las zonas rurales, frente a la prohibición total de esa
actividad que podría afectar sus medios de vida.
Según los
especialistas, los beneficios de una caza regulada y sostenible pueden
estimular a los propietarios de las tierras a mantener y restaurar el hábitat y
las poblaciones de animales, así como a combatir la caza ilegal.
Fuente>Segundo
Enfoque – 10 de Marzo de 2.017
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