Escrito>Zawchenka
Acosta
El grupo originario
Guaraní lleva años siendo oprimidos y desalojados de sus tierras de manera
abrupta. Hoy en día tan solo queda los recuerdos de lo que fue la cultura
Guaraní.
Las acciones que están
acabando con este pueblo son tan solo un vivo ejemplo del atropella que sufren
muchas comunidades originarias alrededor del mundo.
Los Guaraníes son una de
las poblaciones originarias más numerosas de Brasil, que cuenta con alrededor
de 50.000 individuos, los cuales se encuentran en constante
incertidumbre y miedo de ser desalojados de sus tierras. Debido a que les
han arrebatado cada centrípeto de sus suelos y hoy en día se encuentran
arrinconados en tierras privadas o fiscales. Hasta ahora no hay un solo espacio
de tierra en el cual puedan desarrollarse respetablemente como una comunidad
indígena, ya que constantemente viven en peligro de desalojo.
Además, cuentan con el
mayor número de casos suicidas, según el diario El País, que destacó que
esta comunidad son “uno de los grupos con la tasa más alta de suicidios”. En el
medio de información El País aseguró que han sido más de 1.000 los guaraníes
hombres, mujeres y niños que se quitaron la vida en los últimos 20 años, “casi
siempre de la misma forma: ahorcados en la rama de un árbol”, dijo.
De esta manera, los
registros oficiales realizados por la Fundación Nacional de la Salud, son
410 los suicidios que se presentaron entre el 2000 al 2008 y muchos de los
cuales han sido adolescentes.
La organización defensora
de los derechos indígenas Survival International expresó que el caso
más joven del cual han tenido registro, es el de un niño Guaraní de 9 años de
edad.
Estos hechos son cada vez
más lamentables, ya algunas de las razones que pueden impulsarlos a tomar estas
decisiones, es el no sentirse parte de la sociedad, al presenciar y ser
víctimas de tantos maltratos, y del hecho de no contar con un espacio físico
donde puedan desarrollarse como personas. El suicidio es tan solo uno de
los resultados de tanto maltrato en el país. Los guaranís acarrean las
consecuencias del desalojo, la marginación, y los ataques de partes de
terratenientes.
De acuerdo a
declaraciones, este pueblo al ser desterrados de su suelo, suele
mantenerse cerca de donde vivieron por si algún día deciden regresarlo. Ellos
cuando son expulsados se instalan a los bordes de la carretera más
próxima al lugar que fue un día su hogar. Los Apika’i de Damiana son uno
de estos casos, según el portavoz del pueblo, Tonico Benítez existen familias
que “que llevan más de 30 años viviendo en las orillas de las calzadas”. Del
mismo modo destacó que los guaraníes enfrentan un rechazo social, el cual los
etiqueta de violentos, salvajes, invasores, ladrones y de hasta animales.
Benítez aseguró
que hoy en día tiene que explicarles a muchas personas que ellos también son
seres humanos, así le dijo al juez que le pregunto las diferencias entre ellos
y la sociedad, a lo que él respondió “Ustedes necesitan comer, necesitan
dormir, ir al baño… Nosotros también” y añadió “ustedes tienen los recursos y
nosotros no tenemos nada. Ustedes están financiados por el Gobierno, pese a que
nosotros ya estábamos aquí cuando llegaron y nos lo robaron todo”.
Fuente>Segundo Enfoque –
2 de Febrero de 2.017
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