Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

lunes, 17 de noviembre de 2025

Los pueblos indígenas reivindican en la COP30 su papel contra el cambio climático


Las comunidades nativas apenas contribuyen al cambio climático, pero lo sufren en mayor medida. Se les llama guardianes de la biodiversidad porque protegen y gestionan gran parte de la naturaleza terrestre. Hasta ahora no se les ha dado voz en las mesas del clima. La COP30 que se celebra en Belém, en la Amazonia brasileña, pretende ser un cambio de rumbo.

Suman solo el 5 % de la población mundial, pero en sus manos está el 80 % de la biodiversidad terrestre en un 40% de las áreas protegidas y paisajes ecológicamente intactos. Pese a ello, reciben menos del 1 % de los fondos internacionales para el clima. Son los pueblos indígenas, y es obvio que no forman parte del mundo favorecido; apenas contribuyen al cambio climático, pero sufren especialmente sus efectos.

En la Amazonia brasileña, la cumbre del clima COP30 (de las siglas en inglés de Conferencia de las Partes) se ha presentado como la encrucijada para situar a estos pueblos en el foco que merecen y reconocerles la debida justicia climática.

“La relación entre el pueblo y la tierra está en el corazón de nuestra identidad y de nuestro modo de vida”, dice a SINC Rowan Foley, miembro del clan Wondunna del pueblo Badtjala de la isla australiana de K’gari. Foley es fundador y director de la Aboriginal Carbon Foundation (AbCF), una ONG que promueve la gestión tradicional indígena de las tierras y de los créditos de carbono que generan. La estrecha convivencia con su entorno natural explica por qué el cambio climático castiga en mayor medida a los pueblos indígenas.


Como indígena, Foley conoce estos efectos de primera mano: “Las estaciones húmedas llegan más tarde y son menos predecibles, mientras que aumentan la intensidad y la frecuencia de las inundaciones”. El desbaratamiento de los ciclos naturales tradicionales afecta a las actividades que dependen de ellos, como la caza o la pesca, fuentes de alimento; pero también se extiende al agua y las infraestructuras, a las prácticas culturales, la salud y el bienestar.


Amenazas a la supervivencia


El caso de Foley y su pueblo de origen es un ejemplo de entre otras muchas comunidades indígenas que se enfrentan a diversas amenazas a su supervivencia a causa del cambio climático. En el Amazonas, la sequía alimenta los incendios que destruyen la selva. “En climas fríos, los pueblos indígenas están perdiendo hielos que están profundamente conectados con su modo de vida”, cuenta a SINC la científica climática Astrid Caldas, de la Unión de Científicos Conscientes, que investiga la adaptación de las comunidades al cambio climático.

Caldas enumera diversos impactos que afectan a los pueblos indígenas: directos, como la pérdida de tierra, especies, ecosistemas y otros recursos naturales; indirectos, como el cambio en los usos de la tierra por extracción de petróleo u otras explotaciones que contribuyen al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero e imponen violencia y presión migratoria sobre las comunidades locales.

Victoria Reyes García, antropóloga ecológica de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha estudiado cómo unos 50 pueblos indígenas perciben los efectos del cambio climático y sus interacciones con su modo de vida, sus recursos, su cultura y su territorio. “Para los pueblos indígenas amazónicos, el cambio climático no es abstracto; se manifiesta en el río que no se comporta como antes, en el pez que ya no llega, y en la imposibilidad de transmitir el conocimiento ancestral a las nuevas generaciones”, comenta a SINC.


“Los conocimientos basados en la observación del cielo, el viento, las lluvias y el comportamiento de los peces ya no permiten predecir con la misma precisión cuándo y dónde pescar”, explica Reyes García. Arriba, en los altiplanos andinos, la reducción de los humedales afecta al pastoreo y al cultivo. La preocupación por estas amenazas ha llevado a comunidades indígenas de la cuenca amazónica a organizar una flotilla para recorrer 3 000 kilómetros de aguas fluviales hasta la ciudad brasileña de Belém, en la desembocadura del Amazonas, donde se celebra la trigésima conferencia de cambio climático de Naciones Unidas.
“La COP de los pueblos indígenas”
La COP30 tiene como grandes objetivos principales avanzar en las medidas prioritarias para limitar el calentamiento global a 1,5 grados ­—sobre todo el abandono de los combustibles fósiles anunciado por primera vez en la COP28 de Dubái en 2023— y en los compromisos financieros ya contraídos, además de presentar los nuevos planes de acción nacionales.

Pero hay algo nuevo, un espíritu inédito respecto a ediciones anteriores, o al menos esa es la intención: se la ha llamado “la COP de los pueblos indígenas”. El pasado abril, con anticipación a la cumbre, la presidencia brasileña de la COP30 y el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático del país anfitrión lanzaron en Brasilia el Círculo de los Pueblos Indígenas, que busca “establecer un vínculo directo entre la presidencia de la COP y los pueblos indígenas”, según declaró Ana Toni, directora ejecutiva de la COP30.

Al mismo tiempo se creó la Comisión Internacional Indígena, liderada por el Ministerio de los Pueblos Indígenas y que reúne a organizaciones nativas brasileñas e internacionales. El gobierno brasileño declaró que pretende situar a las poblaciones indígenas, los “guardianes de la biodiversidad”, en el centro de las negociaciones y las decisiones de la COP30. Frente a los 350 representantes indígenas que participaron en la COP28 de Dubái, Belém acoge a unos 3 000, un millar de ellos en la Zona Azul de las negociaciones oficiales.
Expertos en conservación

También en el Fondo Bosques Tropicales para Siempre, un nuevo mecanismo de financiación para la conservación y restauración de selvas tropicales ideado en la COP28 y que se lanza oficialmente en la COP30, la propuesta brasileña es que el 20 % de los fondos se reserve específicamente para las comunidades indígenas, frente a menos del 1 % que han recibido hasta ahora de los recursos destinados al cambio climático.

Todo ello se resume en un clamor: es el momento de los pueblos indígenas. Poner fin a su marginación, reconocer sus derechos, aumentar su financiación y su participación en la gobernanza. Reyes García habla de un “cambio de enfoque: pasar de considerarlos únicamente como víctimas del cambio climático a reconocerlos como actores clave en la protección de los bosques y del clima global, gracias a sus conocimientos, prácticas territoriales y formas de organización”. Son expertos en conservación, como subraya Foley: “Han gestionado la tierra y los ecosistemas de forma sostenible durante decenas de miles de años”.
Pero ¿se materializará todo este impulso en el tan deseado cambio de enfoque? “Demasiado a menudo, nuestras voces se incluyen de forma más simbólica que estructural”, se lamenta Foley. Para Reyes García, “hay motivos para el escepticismo; la COP es un espacio dominado por Estados y por intereses económicos, especialmente del sector energético”. Los patrocinios de las petroleras son muy visibles, y el carácter elitista de estas cumbres se refleja en detalles como los precios desorbitados que alcanzan los alojamientos.

Escepticismo y esperanza


Más razones para el escepticismo: incluso ciertas acciones por el clima perjudican a las comunidades indígenas más que favorecerlas. La transición energética requiere materiales como las tierras raras que con frecuencia se extraen en zonas habitadas por poblaciones nativas, y esta minería contamina el territorio y desplaza a las comunidades locales. “Un líder indígena comentaba que el mayor impacto del cambio climático en sus territorios es que ahora quieren quitárselos para instalar energías renovables”, apunta Reyes García.

Pese a todo, los expertos confían en que la COP30 proporcione avances reales. “Tengo esperanzas, por el significado de que se celebre en la Amazonia, el papel relevante de los pueblos indígenas en proteger el territorio, las demandas de la sociedad civil y los organismos de Naciones Unidas, y por el empuje del gobierno brasileño por el reconocimiento de los derechos indígenas”, dice Caldas.
Foley y su fundación presentan una Alianza por la Integridad Climática, confiando en que de la cumbre surjan soluciones tangibles. Para Reyes García, solo habrá cambio real si la charla se traduce en mecanismos concretos, especialmente en la financiación directa y la participación vinculante en la toma de decisiones. “Sin tierra y sin voz para los pueblos indígenas, no puede haber una transición climática justa”, concluye.

Fuente:
SINC -Ciencia contada en Español
Derechos: Creative Commons

https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Los-pueblos-indigenas-reivindican-en-la-COP30-su-papel-contra-el-cambio-climatico

domingo, 16 de noviembre de 2025

Conoce a los Korowai: la tribu que vive en casas de hasta 35 metros de altura en la selva de tropical de Papúa en Indonesia


En lo profundo de la selva tropical de Papúa, Indonesia, habita una de las comunidades indígenas más fascinantes y aisladas del planeta: los Korowai.

Este grupo ha desarrollado un modo de vida singular, construyendo sus casas en lo alto de los árboles, a alturas que pueden alcanzar los 35 metros.
Arquitectura en las alturas

Las viviendas Korowai se levantan sobre árboles robustos, principalmente figueiras (Ficus sp.), conocidas localmente como wanim. Estas especies pueden superar los 40 metros de altura, lo que permite edificar plataformas elevadas con materiales naturales como bambú, cipós y hojas de palmera.

El proceso de construcción es comunitario y puede durar varios días:Se selecciona y refuerza el tronco del árbol elegido.
Se amarra el bambú con cipós.
Se cubre el techo con hojas de palmera para proteger el interior de la lluvia y el sol.

Las casas disponen de áreas para cocinar, descansar y observar el entorno desde las alturas, integrando funcionalidad y simbolismo.
Función de supervivencia y prestigio

Más allá de su impacto visual, estas construcciones cumplen una función de supervivencia:Protegen de la humedad del suelo y las inundaciones.
Alejan a los habitantes de insectos y animales salvajes como serpientes y jabalíes.
En el pasado, ofrecían resguardo ante ataques de tribus rivales.

La altura de cada casa también tiene un valor simbólico: cuanto más elevada, mayor es el prestigio de quien la construyó. Algunas estructuras alcanzan los 35 metros y se accede a ellas mediante escaleras talladas en troncos.
Una comunidad aislada del mundo moderno

La tribu Korowai es considerada una de las últimas comunidades indígenas aisladas del mundo. Su primer contacto con el exterior ocurrió en la década de 1970, cuando antropólogos y misioneros llegaron a la región.

Aunque parte de la población se ha trasladado a aldeas cercanas a los ríos, las casas en los árboles permanecen como un símbolo profundo de su identidad cultural.
Relación con el ecosistema

La vida de los Korowai refleja una adaptación simbiótica a la selva de Papúa:Arquitectura en los árboles: construyen viviendas elevadas para protegerse de inundaciones, mosquitos y depredadores.
Alimentación: su dieta principal es el sagú de palma, acompañado de larvas de gusanos que encuentran en troncos caídos.
Navegación: utilizan canoas para desplazarse por los ríos y pescar.
Resistencia al mundo moderno: mantienen un modo de vida ancestral, sin electricidad ni tecnología, basando su percepción del tiempo en ciclos naturales como las cosechas.
Impacto en la vida comunitaria

La arquitectura Korowai no solo es funcional, sino también cultural:Construcción colaborativa: los vecinos participan en la construcción de las casas de cada familia.
Protección: la altura de las viviendas evita ataques de animales y desastres naturales.
Visión del mundo: su arquitectura refleja su cosmología, integrándose con el entorno natural.
Sustento: dependen directamente de los recursos de la selva, demostrando un profundo conocimiento de su ecosistema.

Los Korowai representan un ejemplo único de cómo la cultura y la naturaleza pueden coexistir en armonía. Sus casas en los árboles son más que refugios: son símbolos de identidad, prestigio y adaptación a un entorno desafiante.

En tiempos donde la modernidad avanza sobre comunidades ancestrales, la vida de los Korowai nos recuerda la importancia de preservar la diversidad cultural y el conocimiento tradicional que permite a los pueblos vivir en equilibrio con la naturaleza.


Fuente
Noticias Ambientales.

https://noticiasambientales.com/compromiso-ambiental/conoce-a-los-korowai-la-tribu-que-vive-en-casas-de-hasta-35-metros-de-altura-en-la-selva-de-tropical-de-papua-en-indonesia/?utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Facebook&fbclid=IwY2xjawOHSRZleHRuA2FlbQIxMABicmlkETFNcUx4YWdYUGdoVm1lZVlac3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MghjYWxsc2l0ZQEyAAEeA3Pqs-wd6gYzkZcVXPbGFo7o0cvevg0P72-CRxIj09IOgmB44Yx54OzYuQ0_aem_gz5otaSSJ2BgRVlxZM1oOA#Echobox=1763295368

LOS CHASQUIS: LOS MENSAJEROS IMPERIALES QUE UNIERON AL TAHUANTINSUYO


La imagen muestra a un chasqui, uno de los mensajeros más importantes del Imperio Inca. Estos corredores eran esenciales para mantener el vasto Tahuantinsuyo conectado, permitiendo que la información, los productos y las órdenes del Sapa Inca viajaran rápidamente a través del Qhapaq Ñan, una red vial de más de 39,000 km. Gracias a ellos, la comunicación podía recorrer enormes distancias en cuestión de horas.
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Los chasquis eran seleccionados por su resistencia física y velocidad. Desde muy jóvenes eran entrenados para correr entre los tambos (estaciones de relevo), separados aproximadamente cada 6 a 9 kilómetros. Al llegar a un tambo, el siguiente chasqui tomaba el mensaje y continuaba la carrera. Este sistema de relevos permitía que las noticias viajasen más rápido que en muchas civilizaciones contemporáneas.
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Además de llevar mensajes verbales, también transportaban quipus, instrumentos que contenían información contable y administrativa. En la imagen se observan elementos característicos como la chuspa (bolsa), la pututu (concha de sonido) usada para anunciar su llegada, y los implementos ligeros que les permitían correr sin descanso.
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Su rol era tan importante que formaban parte de la élite de servidores estatales. Gracias a ellos, el Imperio Inca podía coordinar movimientos militares, distribuir recursos, avisar emergencias y mantener la unidad entre regiones distantes como Cusco, Quito y el Collasuyo. Su labor demuestra que, incluso sin escritura alfabética ni transporte animal de carga rápida, los incas desarrollaron uno de los sistemas de comunicación más eficientes del mundo antiguo.

Artesanos, Artífices y Artistas...


Deberes - José Saramago


Disfruta la vida, día a día...


Salvajes o Civilizados...


Los Yolngu, habitantes ancestrales de Australia





Los Yolngu, habitantes ancestrales del noreste de Arnhem Land en Australia, son una de las comunidades indígenas más antiguas y culturalmente complejas del continente. Su historia no solo se basa en relatos orales: también han preservado un sistema de conocimientos llamado “Rom”, un código sagrado que regula desde el comportamiento social hasta las leyes del territorio. Este sistema ha sobrevivido más tiempo que muchas civilizaciones completas y aún hoy guía la vida diaria de cientos de familias que viven entre playas remotas, manglares y bosques donde casi no llega la modernidad.

Uno de los aspectos menos conocidos de los Yolngu es su relación con el cielo. Sus ancianos enseñan que las constelaciones no solo sirven para navegar, sino para entender ciclos de pesca, migraciones animales y momentos rituales. La figura de “Barnumbirr”, un espíritu asociado al planeta Venus, aparece en sus historias como un guía que trazó rutas por toda Australia antes de que existieran mapas. La astronomía Yolngu es tan precisa que algunos patrones estelares coinciden con observaciones científicas modernas, algo que muchos viajeros desconocen cuando visitan esta región.

Su música también es un tesoro cultural. Los Yolngu son los creadores del yidaki, conocido en el mundo como didgeridoo, un instrumento cuya vibración profunda se considera una extensión de la tierra misma. Lo fascinante es que cada clan tiene un estilo propio, una forma distinta de producir ritmo y sonido, y en algunos casos solo determinados miembros pueden tocar ciertos patrones porque están ligados a linajes sagrados. Escuchar estas melodías en una ceremonia local es entender por qué los Yolngu ven la música como una forma de mantener el mundo en equilibrio.

Para los viajeros que llegan a Arnhem Land, el acceso no es tan simple. Gran parte del territorio Yolngu requiere permisos especiales, ya que sus tierras están protegidas por la comunidad y administradas bajo sus propias leyes tradicionales. Quien logra entrar encuentra playas casi vírgenes, campamentos familiares escondidos entre dunas y un estilo de vida basado en el respeto absoluto por la naturaleza. No es un destino convencional: aquí no hay grandes hoteles ni carreteras asfaltadas, sino una experiencia cultural profundamente auténtica.

Los Yolngu también destacan por su arte. Sus pinturas sobre corteza, conocidas como “miny’tji”, funcionan como mapas simbólicos que representan historias del “Dreaming”, el tiempo ancestral donde se formó el mundo. A diferencia de otros estilos indígenas, cada trazo Yolngu está sujeto a permisos culturales: solo se puede pintar un diseño si se pertenece al clan que es dueño de esa historia. Esto convierte cada obra en un documento vivo de identidad y territorio, mucho más que una pieza decorativa.

Viajar al territorio Yolngu no es simplemente llegar a un lugar; es entrar en una dimensión donde historia, cielo y tierra están entrelazados desde hace miles de años. La comunidad mantiene un equilibrio delicado entre compartir su cultura y protegerla, y quien la visita entiende rápidamente por qué: algunas tradiciones no solo cuentan el pasado, sino que sostienen el presente. Y al despedirse, el viajero se lleva algo más valioso que una foto: la sensación de haber visto un mundo que todavía respira al ritmo de sus ancestros.

Fuente: FB Huellas Indígenas

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