“Me
quitarán la vida por justiciero y perseguidor de la iniquidad, pero no por
traicionero….” – Andrés Artigas.
Existen personajes históricos que rondan lo
legendario. Andrés Guacurarí es uno de ellos. Por sus características de
austeridad y entrega resulta muy difícil no enamorarse de una figura como la de
Andresito, por lo que aún para aquellos que no presumimos de imparcialidad en
el análisis histórico, resulta ser un problema.
Para ubicarlo en su tiempo y ambiente es
necesario decir que fue un indio de pura sangre guaraní, nacido presumiblemente
en San Borja, actualmente Brasil, en lo que fueron las antiguas misiones
Jesuíticas. Ese mismo año -1778-, muy cerca de ese lugar pero en la otra banda del
río, en Yapeyú, nacía también un niño llamado JOSE FRANCISCO. Este, hijo de un
funcionario de la corona Española, con destino de héroe. El otro, uno más de
los tantos desarrapados de América, negado, y silenciado siempre por la
historiografía oficial.
La jurisdicción originaria de las Misiones
Jesuíticas abarcaba un extenso territorio: Corrientes, Misiones y el Alto
Uruguay, hoy Río Grande Do Sur, hasta allí llegaron los luso brasileños en su
afán expansionista en búsqueda de tierras fértiles y de carne humana para
someterla a la esclavitud.
El Gran sueño de Artigas -entre otros- fue
recuperar para sus legítimos dueños los siete pueblos de las Misiones
orientales. Es así que los guaraníes adhirieron fervientemente a esta causa y
nutridos contingentes se unieron a las tropas Artiguistas. Hombres como Andrés
Yabacú, Manuel Cahiré, Juan Asencio Abiró, Blas Uré, Ignacio Mbayaé, Manuel
Curaeté fueron destacados capitanes indígenas, además de Andrés Guacurarí quien
fue adoptado por el Protector, por ello también se lo conocía como Andrés
Artigas. Los Potugueses lo llamaban Artiguinhas.
De acuerdo al “Plan Militar” de Artigas, en
1816 Andresito inicia la marcha desde Santo Tomé con la misión de recuperar los
siete pueblos misioneros situados en la banda oriental del río. Así, da a
conocer una de sus fantásticas proclamas. Esta dice: “Andrés Guacurarí y
Artigas, Capitán de Blandengues y Comandante General de la Provincia de Misioneros
por el Supremo Gobierno de la
Libertad (….) concurría para liberar los siete pueblos de esa
banda que desde hace quince años atrás están en manos del portugués que hizo
gemir a los infelices indios en la más dura esclavitud“, y ofrece “derramar
hasta la última gota de sangre por su liberación”.
“¡Ea, pues copaisanos míos: levantad el
sagrado grito de libertad, destruid la tiranía¡“… Como no sumarse a esta
causa?. La causa de los “Pueblos Libres”. Como no prestar la lanza y el
corazón? en donde ellos: “los mas infelices”: los negros, los zambos, los
indios y criollos pobres “serán los más privilegiados”?. ¿Cómo no adherir a
esta genuina revolución americana?.
Pero la potencialidad del proyecto Artiguista
fue proporcional a los esfuerzos por derrotarlo. Su ley agraria llegaba al
hueso en la cuestión social. Es así que los grandes terratenientes y la
burguesía comercial porteña no dudaron en utilizar todos los medios para
aplastarlo; desde el soborno y la calumnia a ponerle precio a su cabeza, desde
la traición y la mentira a entregar nuestro territorio y sus pueblos al
esclavista Imperio Lusitano. Esa fue la forma de acabar con el proyecto
alternativo, republicano e igualitario de Artigas.
Andresito encarna estos sueños y sintetiza los
intereses genuinos de la
América criolla que pujaba por nacer. Pero dejemos que
algunos hechos ilustren sus ansias de justicia y libertad.
Monumento a Andrés Guacurari en Santo Tomé |
Los hermanos John y William Parish Robertson,
comerciantes y agentes del Imperio Británico fueron testigos de muchos
acontecimientos de aquella época y escribieron un libro titulado “Cartas de
Sudamérica”. En este libro, aparte de sus informes, transcriben en forma
textual los escritos de su amiga “Mrs. Cartwright, (antes señorita
Postlethwaite)” que vivía en Corrientes cuando la invasión de los indios de
Artigas, 1818 –1819. No podemos sospechar que esta fina señora simpatizara por
los desaliñados guaraníes, no obstante ello nos deja una interesante y a mi
entender desinteresada visión de los hechos: Así lo cuenta:
“Como consecuencia que Francisco Bedoya (…) se
había declarado a favor de Buenos Aires… el general Andresito (indio, e hijo
adoptivo de Artigas) recibió órdenes del Protector para marchar sobre la ciudad
y posesionarse de ella (…) La noticia de su proximidad había colocado a los
vecinos en gran alarma;(…). Dos hombres murieron de miedo (…) Se decía que los indios,
a medida que avanzaban, venían dando muerte a hombres, mujeres y niños. Esto
último no tenía nada de verdad; pero lo cierto era que Bedoya había hecho
asesinar cruelmente a todos los habitantes de una aldea indígena pocas semanas
antes, por que se negaron a incorporársele y a tomar armas contra Artigas. Los
Correntinos temían y con razón que los indios tomaran venganza”.
Cuenta más adelante “que cerrando la marcha
venían doscientos muchachos indios .Estos indiecitos habían sido apresados
antes por los Correntinos y tenidos como esclavos. Andrés los había ido
liberando donde los encontraba, apoderándose al mismo tiempo de igual número de
hijos de aquellos hombres a cuyo servicio habían estado los indios. Los padres
de los niños blancos apresados de esta manera, no sabiendo la suerte que podía
esperar a sus hijos, vivían naturalmente en gran angustia y zozobra. Después de
mantener prisioneros a estos niños una semana, Andrés hizo comparecer a las
madres. Les reprochó duramente la crueldad e injusticia de que se habían hecho
culpables ante los pobres indios y apeló al sentimiento de angustia en que se
encontraban como la mejor prueba del cargo que les hacía. Pueden llevarse ahora
a sus hijos -concluyó- pero recuerden en adelante que las madres indias tienen
también corazón”.
Era muy común el robo de niños guaraníes para
ser vendidos en Buenos Aires como sirvientes; existe un parte de Andresito
destinado a Pedro Campbell -jefe de la marina fluvial Artiguista- ordenando
intercepte un barco que bajaba el Paraná rumbo a esta ciudad puerto
cargado de gurises cautivos, a fin de liberarlos y devolverlos a sus
familias.
El relato de la Señorita Postlethwaite
también consiga el gusto de Andrés y su gente por la música y el teatro. Es así
que el Comandante indígena organizó una función en la plaza principal.
Las obras eran de carácter religioso heredadas de los Jesuitas y los actores
hombres de su tropa. En esta oportunidad representaron “La tentación de San
Ignacio”. Enorme fue la sorpresa y enorme también la calentura de Andresito,
pues la sociedad Correntina les hizo el vacío, no fue nadie. “¿Quién puede
darse el trabajo de concurrir a bailes de indios?“, le decían. Esto lo ofendió
mucho. Al otro día, los tambores tocaron a las armas para reunir la población. Esa
calurosa mañana, el patriciado Correntino acostumbrado a mandar y ser servido
carpió de punta a punta la plaza; la cronista aclara que la “ocurrencia del
indio inspiraba risa también”. Seguramente las otras funciones de teatro
tuvieron un lleno total.
Cuentan los mismos testigos que durante los
siete meses que duró su poder en la ciudad de Corrientes, sólo existió el robo
de un pañuelo.
Estos episodios -si se quiere risueño- en una
época caracterizada por la violencia más brutal, fueron los argumentos que
los historiadores liberales tuvieron para denostar el gobierno de ANDRESITO y
caracterizarlo como un bandolero. ¿Cómo no hacerlo? si durante este tiempo la
provincia estuvo en poder de los indios, de los peones y esclavos, además
de evidenciar la existencia de conflictos sociales en la historia
argentina.
Este escrito -casi anecdótico- apenas roza la
fenomenal importancia histórica de Andresito en su lucha por la emancipación
americana. Sirva al menos para rescatarlo parcialmente del olvido junto a su
arisco y altivo pueblo guaraní.
Escrito por: Osvaldo Delmonte en Diario
El Dia el 26 de Septiembre de 2.010, Sección Cultural.
Bibliografía consultada:
- Parish Robertson, John y William, Cartas de
Sudamérica, Buenos Aires, Emecé Editores, 2000.
-Cabral, Salvador ANDRESITO ARTIGAS en la Emancipación Americana ,
Buenos Aires, Ediciones Castañeda, 1980.
-Sánchez Ratti, Julio César, Andrés Guacurari
el Indio Gobernador, Revista Todo es Historia, Nº 22.
Hace poco Felipe Pigna publico un artículo en FB que nos permite leer, aprender y difundir, gracias al buen uso de las redes sociales muchas historias más serán contadas... Gracias también a los creadores de este blog.
ResponderEliminarGracias Javier por recordarnos estas historias que pintan de cuerpo entero a Andresito. Tarde o temprano ocupará el lugar debido en la historia argentina, pues su altura no es menor a la de otros caudillos que lideraron su pueblo como el General Güemes, en epopeyas tal vez mayores por la escasez de recursos. Abrazo!
ResponderEliminarMuy bueno
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