Hablar acerca del misterio que rodea todo lo relacionado con el mundo de los incas, siempre resulta algo confuso, misterioso y controversial. La historia oficial de cualquier suceso histórico siempre se debe confrontar con las fuentes de las que provienen los registros que la sustentan. Esto es especialmente importante para comprender verdaderamente la historia de esta cultura, donde hay que tener mucho discernimiento para separar la realidad de la fantasía.
Las primeras referencias y antecedentes
históricos acerca de esta magnífica cultura, provienen de las crónicas y los
escritos de los conquistadores españoles que formaban parte de la expedición
que comandaba Francisco Pizarro a su llegada a Peru en el año 1533, y
de los años posteriores. Es muy importante no olvidar que tipo de
personajes componían estas primeras avanzadas europeas en tierras andinas donde
se desarrollaba y proliferaba esta civilización, así como también otras
culturas.
Hemos de decir que el trigo no venia muy
limpio, y que en su gran mayoría el ejército español estaba formado por
aventureros, presidiarios, busca fortunas y en general por gente de tendencias
muy bajas, sucios, crueles, ambiciosos y con escasa educación. La avanzada
espiritual la conformaban algunos sacerdotes y clérigos que tenían como
propósito la evangelización y la conversión de la población local,
demostrando una comprensión y entendimiento muy limitado y básico en
cuanto al respeto y la tolerancia por las formas culturales diferentes,
así como también al funcionamiento de las leyes
espirituales.
Eso a nivel general, ya que
también hubieron algunas personas excepcionales, que no solo
comprendieron las cosas de una forma diferente, sino que además fueron
quienes denunciaron todos los excesos, abusos y tropelías de la gran
mayoría.
Este es un precedente muy importante, ya
que el mundo con que se encontraron en tierras andinas era en extremo
diferente en cualquier sentido al mundo europeo de la época. La sociedad inca
era algo muy complejo y que tenía muchos niveles y diferentes modos y
grados de expresión, baste para ello recordar los que fueron sus refinadas
y elegantes ciudades, sus bellos templos, su arquitectura, su cosmología y
tantas maravillas que aún perturban y fascinan al mundo de la ciencia oficial.
Para suerte de los conquistadores, al momento de su llegada, la
civilización inca propiamente tal, se hallaba en un período de declinación
en cuanto a sus valores y fundamentos, y se encontraba divida y
desgarrada en una guerra civil fratricida entre dos corrientes lideradas por
los hermanos Huáscar y Atahualpa en torno a la sucesión del poder.
Algo que de hecho facilitó muchísimo el dominio que lograron los
conquistadores con relativa facilidad, si es que pensamos en la absoluta
disparidad de fuerzas entre ambos bandos.
Además, como bien sabemos, los españoles
en su inmensa ambición de fama y riqueza, cuando llegaron a Sud América
destruyeron sin piedad la mayor parte de las diferentes culturas, la mayoría de
las cuales progresaban y evolucionaban en forma tranquila y pacífica, viviendo en
pequeñas comunidades o en los campos dedicados a sus cosechas, sus
animales y alejados de los pensamientos y las vibraciones
propias de la guerra. Prueba irrefutable de ello, es la extremada barbarie
y crueldad con que actuaron contra dichas poblaciones, en su codicia por
adquirir todo el oro que cupiese en sus manos y sin ningún tipo de
miramiento o respeto por nada ni por nadie.
Los mitos y leyendas acerca del origen y
la riqueza de los incas que llegaron a sus oídos, fueron muy
mal comprendidos e interpretados en forma errónea, limitada y
literal, sin entender en absoluto el significado simbólico y esotérico en el
que se fundamentaban y sostenían. Naturalmente, jamás pudieron percibir o
captar el valor esencial y alegórico que cumplía para dichas sociedades el
oro. Ya desde aquellos tiempos, e incluso aún en el presente se han
organizado incontables expediciones de todo tipo en busca de la mítica ciudad
del Dorado o Paititi. La fascinante ciudad perdida de los incas,
donde supuestamente se encontrarían todas las riquezas que escaparon de manos
de los españoles, y que naturalmente han sumado un fracaso tras otro.
Debido a la deformación y la errada
comprensión de los historiadores y a las enseñanzas escolares, lo
primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en los incas, es que eran
unos simples adoradores del Sol, sin comprender algo tan relevante, como
lo es, el que para ellos el Sol era un símbolo o una imagen través
de la cual se manifestaba el poder divino en el plano
físico. De hecho, nadie con sentido común, puede imaginarse la vida sin la
existencia del Sol.
Entonces, tenemos que para ellos el oro
cumplía una función absolutamente diferente y estaba en total correlación con
el poder y la fuerza del Sol y su manifestación en la madre tierra, vale
decir el sagrado matrimonio entre el taita Inti y la madre Pachamama. De
la misma manera, si observamos con atención y detenimiento la historia de las
antiguas civilizaciones de la tierra, podremos observar que siempre existieron
muchos niveles de comprensión y entendimiento, en elites y grupos
que estaban mucho mas avanzados respecto de las masas, en cuanto a
discernimiento, comprensión y evolución espiritual.
Lo podemos ver en el mundo de los Sufis
en el islamismo, en la cultura védica de la India, en las escuelas esotéricas
del cristianismo primitivo o en el caso de los altos lamas del budismo
tibetano. Hemos de comprender que así también sucedía en la civilización inca,
la que fue fundada por grandes Seres de un altísimo nivel y estatura
espiritual.
Como mencionamos mas arriba, maravillas
como las murallas de Saxayhuamán, las carreteras que cubrían enormes
distancias dentro el imperio y la fascinante ciudad de Machu Picchu.
Lo mismo cuenta para los cultivos en terrazas en la laderas de los
cerros, los conocimientos matemáticos y astronómicos, las técnicas que
usaron para construir sus edificios y sus templos como el Koricancha o
templo del Sol en la ciudad del Cuzco o los megalíticos bloques de piedra que
trasladaron a través de largas distancias, y tantas otras, siguen sin
respuesta en el limitado paradigma científico.
Necesariamente en este punto hay que
dejar de lado el racionalismo, el pensamiento limitado, y los preceptos
aceptados por el consenso general imperante. El que a moldeado y formado
nuestras creencias y convicciones y abrirnos a los misterios y
enigmas de los mundos antiguos. Y entonces podremos ver que el
conocimiento alcanzado por pueblos como los incas, los mayas, los
egipcios, entre otros, nos habla de misterios y conocimientos arcanos que aun
no han sido revelados al saber oficial.
La historia oficial muy poco sabe acerca
de lo que ocurría en América, antes de la llegada de los europeos. En el caso
particular del mundo andino y del misterio inca, muchos de esos secretos y
tradiciones se mantuvieron a buen recaudo bajo el alero del pueblo de los
Queros, descendientes directos de los incas. Quienes se apartaron a las altas
montañas viviendo por varios siglos alejados de la civilización, prestando
sus oídos a la voz de los Apus, contemplando el vuelo del
cóndor, escuchando las suaves melodías de quenas y sampoñas,
reverenciando el eco de los valles y aprendiendo de la voz de los
ancianos y los sabios que generación tras generación, mantuvieron
viva la sabiduría implícita de las grandes verdades y saberes de la
cosmogonía del mundo andino.
Esas leyendas nos hablan de
tiempos remotos, de ciudades mitológicas intraterrenas, de seres
extraordinarios, de reinos etéricos y ciudades de luz, de redes
de túneles bajo la tierra, de portales interdimensionales y discos
solares, y bueno, ahí es donde se fijan los contornos y los orígenes
de la gran civilización inca, y en los que el último período reconocido
por la historia oficial, no es mas que la punta del iceberg.
Llegará el tiempo en que el águila y el cóndor vuelen libremente
trayendo unidad, armonía y regresando la alegría de los viejos
tiempos, y los brisas de las montañas nos susurrarán al
oído suaves melodías trayendo la voz y el mensaje de los incas ascendidos que
nos invitan a despertar a los albores de los nuevos tiempos, en que los
hombres reconoceremos y recordaremos las eternas verdades escondidas en
las profundidades del Alma.
Fuentes
http://aguilablancandina.blogspot.com/
https://www.facebook.com/jorge.herreros.98
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